De la final de la Copa a la explosión de Francis Alonso

Pese a que durante buena parte del año todo estuvo parado, ha habido tantas cosas que contar que parece mentira, quizá el gran desafío y el éxito del Unicaja en este 2020 ha sido adaptarse a la nueva situación y a los contratiempos deportivos que surgieron.

El año comenzó con todas las miras puestas en la Copa del Rey. Hay que recordar que el conjunto que dirige Luis Casimiro no logró plaza por méritos deportivos y la jugó al ser anfitrión. Sin ser cabeza de serie, el sorteo celebrado en el Museo Picasso fue absolutamente favorable. El rival en cuartos era el mejor Casademont Zaragoza de los últimos años. Sin embargo, en un partido de gran nivel, el Unicaja accedió a las semifinales y ahí pasó por encima del Andorra, que también aparecía amenazante. El esfuerzo exprimió al equipo, que llegó exhausto a la final contra el Real Madrid el 16 de febrero. Fue un monólogo del conjunto blanco que levantaba el trofeo en un Carpena rendido a su Unicaja.

En aquellos días ya llegaban noticias inquietantes de Italia y China sobre el coronavirus, pero todo parecía muy lejano... Tres semanas después todo saltaba por los aires. Justo cuando empezaba la Copa, Francis Alonso dejaba el Fuenlabrada para jugar en la LEB Oro con el Oviedo. Su año fue de aúpa, porque dio positivo por coronavirus y se quedó sin debutar en la Fase Final con el Unicaja. Entonces no sabía lo que el destino le tenía deparado.

La Copa dejó una escabechina tremenda. Se lesionaron Suárez, Díaz, Ejim, Toupane y Jaime Fernández; luego cayó Josh Adams. La dirección deportiva del club reaccionó rápido. El fichaje de Axel Bouteille fue un pelotazo, porque el francés era una de las sensaciones de la ACB en las filas del Bilbao. Con él llegó Marko Simonovic y luego Gal Mekel. Antes, en Navidad, se produjo otro gran movimiento, el fichaje de Darío Brizuela. El equipo era totalmente distinto al que comenzó la temporada.

El problema era que ninguno de ellos, salvo Brizuela, podía disputar el Top-16 de la Eurocup. El Unicaja había quedado emparejado con el Reyer Venecia, pero aquel duelo nunca llegó a disputarse. El coronavirus se extendía por toda Europa. España e Italia cerraron sus fronteras. Se prohibieron los vuelos internacionales y el deporte quedaba ya en un segundo plano ante la catástrofe sanitaria.

Toda la plantilla se quedó en Málaga, salvo Toupane, que se fue a Francia con el tendón de Aquiles roto. Muchos jugadores pasaron el confinamiento solos sin sus familias y sin saber si se volvería a jugar. Fueron días duros. El Unicaja, como casi todos los equipos, alcanzó un acuerdo para la reducción de salarios, algo que puede volver a producirse en 2021 si el público no vuelve a las canchas.

A primeros de mayo, el equipo volvió a entrenar en Los Guindos para preparar la Fase Final que se celebró en Valencia para completar la temporada. Había mucho dinero en juego en derechos de televisión y había que acabar la temporada como fuera. Con un equipo nuevo, el Unicaja rozó las semifinales. Tuvo el pase en su mano por dos veces ante el Baskonia, que forzó la prórroga y acabó ganando por un punto (87-86).

Con ese sabor agridulce, el club enfiló un verano más corto que otras veces. El equipo estaba hecho porque la mayoría de jugadores tenía contrato. Se fueron Adams, Toupane, Ejim, Simonovic y Elegar, que acabaron su vinculación. Se renovó a Mekel y Waczynski y sólo se fichó a Abromaitis. La plantilla se completó con Alonso y Nzosa, a la postre las dos mejores noticias. Con la incorporación del malagueño, el equipo reforzaba un núcleo de nacionales que es la envidia de la ACB. En noviembre, Sergio Scariolo tiró de cuatro de ellos para los partidos de clasificación para el Eurobasket. El consejo de administración del club acordó la continuidad de Luis Casimiro al frente del proyecto, pero se echó en falta algún movimiento más para fortalecer la plantilla, especialmente en el juego interior.

La temporada comenzó de forma irregular, con tres derrotas seguidas en casa y se generaron muchas dudas alrededor del equipo, que sin embargo, sí sacaba adelante los partidos como visitante y en la Eurocup marchaba firme. Las ausencias en el arranque liguero permitieron la irrupción de Nzosa y Alonso. El primero cubrió las carencias en el juego interior y, el segundo, demostró el gran nivel que había exhibido en la NCAA y que en el Fuenlabrada no le dejaron mostrar. El malagueño es ahora una de las sensaciones de la Liga y en la Eurocup, en las que está demostrando su capacidad anotadora y excelente tiro de tres. Y el 2020 acaba como el 2019, con un fichaje, el de Ferrari, que ha llegado debido a las lesiones de Díaz y Mekel.