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Estampa del aeropuerto convertido en un páramo durante el cierre de fronteras. ñito salas
El 'crack' del turismo 2020

El 'crack' del turismo 2020

La pandemia provoca la peor crisis de la historia de esta industria con pérdidas de más de 10.300 millones para la Costa del Sol

Pilar Martínez

Málaga

Miércoles, 30 de diciembre 2020

Acababa de arrancar marzo y aunque el Covid-19 ya había suspendido la mayor feria de turismo, la ITB de Berlín, y hacía estragos en Italia, el turismo confiaba en la fortaleza de un destino que había conseguido superar los meses más flojos del año, ... enero y febrero, con mejores indicadores que en el año récord 2019. La Costa enfilaba la temporada media con la tranquilidad de que todos los pronósticos para 2020 apuntaban a otro ejercicio histórico. De ahí que la mayor parte de hoteles que cerraron en invierno lo hicieron para reformar sus instalaciones, actuaciones que se habían convertido en dogma y que habían conseguido una importante transformación de la planta hotelera con fuertes inversiones auspiciadas por años de beneficios. Nada hacía presagiar que se avecinaba la peor crisis de la historia de esta industria. La pandemia provocaría el 'crack' del turismo con sus estados de alarma, cierres obligados de hoteles, restaurantes, chiringuitos o agencias de viajes durante más de dos meses de férreo confinamiento en el que, además, España cerró sus fronteras, a lo que se sumó una inesperada desastrosa temporada alta afectada por la sorprendente decisión del Gobierno británico en pleno mes de julio de obligar a hacer cuarentena a los turistas procedentes de España, y un anticipo de los cierres por temporada baja incluso a finales de agosto. La demanda se había congelado. El miedo al Covid-19 y las continuas restricciones a la movilidad, anunciadas de un día para otro, impusieron un estado permanente de incertidumbre que es la peor compañera de viaje y que llevó al cierre del 80% de la planta hotelera, testigos este 2020 de la operación estampida de salida de viajeros a la desesperada en marzo hacia sus hogares ante el confinamiento, a la de vaciado total al obligar el Gobierno a los establecimientos al cierre a finales de dicho mes, y a la de máxima soledad por la ausencia de viajeros incluso en pleno verano. Las más de 400.000 plazas de alojamiento del destino se disputaban a contados turistas que eran más que insuficientes para mantener abiertas las instalaciones. Tocaba poner a salvo las empresas y los empleos para correr los mínimos riesgos ante un Covid-19 que ya había mostrado su cara más temible, el contagio a una economía, de la que el turismo es su principal motor, que se encaminaba a la UCI en un estado de coma inducido. El aeropuerto pasaba de unas jornadas frenéticas para orquestar los vuelos de regreso de todos los turistas que disfrutaban en marzo de sus vacaciones en la Costa a convertirse en un páramo, con pantallas en las que apenas informaban de un par de vuelos de repatriación, y en el que era más que suficiente operar con una sola terminal, mientras los aviones parados se contaban por decenas en esta infraestructura. Los datos dibujan este escenario: estas instalaciones cierran los once primeros meses del año con apenas 4,9 millones de viajeros, es decir, 13,7 millones menos que en el mismo periodo de 2019 y 79.718 vuelos menos.

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