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Un año de infarto
La Casona del parque ·
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La Casona del parque ·
La crisis sanitaria, la operación de urgencia del alcalde y su baja laboral y la ruptura de Cassá con Cs marcan un ejercicio en el que habrá poco bueno que recordarEl 2020 querrá ser borrado de los anales de la historia. Tampoco guardará un lugar de honor en el Ayuntamiento de Málaga, en el que la crisis sanitaria pasó a ser un problema menor cuando el alcalde Francisco de la Torre fue ingresado de urgencias ... y operado por un hematoma subdural crónico el sábado 11 de abril. La población llevaba casi un mes confinada, sufriendo los envites de la pandemia y la cifra muertes que subía vertiginosamente, y saltaba la peor de las noticias en un Ayuntamiento en el que el regidor es casi omnipotente y omnipresente. La soledad del alcalde (en todas las circunstancias), que le llamaba el otrora jefe de Protocolo, Rafael Illa. Él había visto con sus propios ojos cómo el socialista Pedro Aparicio, tan rodeado de gente como De la Torre, al final siempre están solos al borde del precipicio.
Esos días, según contaba su esposa Rosa Francia, uno de sus escoltas de la Policía Local recordó cómo el primer edil, en una jornada muy lluviosa a finales del año 2019, «sería noviembre o diciembre», se cayó al suelo con las manos llenas de carpetas, «por lo que no se pudo apoyar y por eso se dio en la cabeza». Le dio tan poca importancia que ni lo había dicho en casa.
Pero en esta ocasión, y por vez primera, De la Torre se cogía una baja laboral. Cinco semanas en las que, afortunadamente la ciudadanía no le echó tanto en falta porque estaba en cautiverio, pero en la que los mandos de la Casona se resintieron. La edil de Nuevas Tecnologías, Susana Carillo, alcanzó durante ese tiempo el estatus de alcaldesa en funciones, pero lo cierto es que no tuvo mando en plaza y ni siquiera le dejaron dirigirse a los medios de comunicación. Y un alcalde mudo vendrá siendo otra cosa, pero no es un alcalde. La guardia pretoriana de De la Torre evitó que la recién llegada a la política tuviera un peso específico importante cubriéndole las espaldas al primer edil y apartando las insidias que se cernían del resto por tener un lugar tan preponderante sin ni siquiera haber sufrido un proceso de delfinato, aunque fuese fallido como tantos otros. La lista es interminable, Carolina España, Manolo Díaz, Elías Bendodo, Mario Cortés, Carlos Conde...y ahora no hay delfín ni a babor ni a estribor. De la Torre no deja que nadie crezca a su sombra. Su forma tan personalista de llevar la Alcaldía, populista pero elegante, ha creado alrededor de él un halo que es difícil de romper. Cuando se recuperaba del trance de su operación, fue capaz de meterse a todas las televisiones nacionales en el bolsillo. Vuelve el alcalde. Pero antes, le tocaría pasar un mal rato cuando el portavoz naranja en el anterior mandato, Juan Cassá, daba un salto en el tablero y abandonada su partido. Pieza fundamental para la gobernanza, puso a todos en jaque hasta que, según cuentan entre bambalinas, el consejero de la Presidencia, Elías Bendodo, con el apoyo implícito de Juan Marín, arreglaron el desaguisado cuando tocaban tambores de moción de censura auspiciada por el PSOE en el Ayuntamiento y de vuelco en la Diputación, que se quedaron estancadas.
Todo esto lo vivió De la Torre cuando cumplía veinte años con el bastón de mando. El impasse fue trepidante. Pero él, como se recompone fácilmente, ya ha interiorizado a Cassá como casi parte del equipo de gobierno, un paso que no terminan de dar para no enfadar a la portavoz naranja, Noelia Losada, pero que sí han dado sin despeinarse en la Diputación, donde también gobiernan el PP y Ciudadanos juntos. En fin, incomprensible.
Mientras tanto, y en plena pandemia, De la Torre ha seguido engordando su cartera de directores generales y asesores a imagen y semejanza de lo que ha hecho el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Propone obras faraónicas para la ciudad como el soterramiento del paseo de los Curas y su ampliación a todo el eje litoral, mientras sigue en el olvido el aprovechamiento del cauce del Guadalmedina (estudios varios mediante), qué hacer con los restos arqueológicos del Astoria, y la última gran inauguración ya queda lejos: la de la Alameda, en 2019. Lo dicho: 2020 no será un año para recordar.
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