Ni siquiera los vistosos flamencos pueden eclipsar a la sonora presencia de la grulla en la laguna de Fuente de Piedra. Entre los meses de diciembre y febrero, los más fríos del año en el interior de la provincia de Málaga, más de un ... millar de ejemplares de esta especie migratoria se cobija en esta reserva natural. Proceden de países escandinavos y del norte de Europa, donde las temperaturas son mucho más extremas.
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En la zona de Fuente de Piedra pasan casi un trimestre. La laguna les sirve de dormidero y su entorno, de despensa. Lo habitual es que se alimenten de los cultivos que hay en los alrededores de este gran humedal. Sobre todo cuando empiezan a germinar los primeros brotes de cereales y leguminosas (sobre todo habas). Eso sí, los agricultores que se ven perjudicados pueden acogerse a una compensación económica.
Desde la laguna de Fuente de Piedra se llegan a ver a centenares de grullas volando estos días sobre las tierras de Campillos, Antequera, Humilladero o Sierra de Yeguas. Pero, siempre vuelven a la laguna, su particular hotel invernal, donde se sienten seguras, cuando el sol comienza a ponerse. Ahí es cuando tiene lugar el espectáculo sonoro conocido como el trompeteo, que es como se denomina al canto de la grulla, por su similitud con el instrumento de viento.
A las grullas las conoce bien Marta Luque, responsable de la empresa Visitas Guiadas de Fuente de Piedra. «En estos días no resulta siempre fácil verlas; habrá que esperar a que tengan más alimento en los campos de alrededor», explica.
Hasta febrero, como cada temporada, Marta Luque organiza excursiones temáticas que permiten conocer mejor a esta ave zancuda y migratoria. Por ocho euros por adulto y seis por niño (hasta cinco años, gratis), esta guía organiza visitas en el entorno de la laguna en torno a ésta y otras especies de avifauna singulares.
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Marta reconoce que hace tan sólo unas semanas tuvo la suerte de fotografiar a bastantes ejemplares en torno a las dos de la tarde. En ese momento, a las grullas se les puede ver con nitidez con un buen objetivo. Por la tarde noche, cuando regresan a la laguna, sólo se intuyen sus siluetas. Eso sí, este ave se deja notar con el curioso sonido que puede emitir con su larga traquea. Gracias a ello, se puede oír su sonoro canto incluso a una distancia de dos kilómetros de longitud.
La laguna de Fuente de Piedra, uno de los humedales más importantes del sur de Europa, es uno de los enclaves privilegiados para observar y escuchar a las grullas en invierno. De hecho, es uno de los lugares más meridionales donde suele llegar, ya que no suele salir del continente.
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Entre sus características, destaca especialmente su envergadura, que puede superar los dos metros. De color gris, casi cenizo -más oscuro en sus alas- y largas patas, es relativamente fácil identificarlas tanto cuando están buscando alimento en los campos del entorno de la laguna como cuando vuelan sobre ella.
Hay quienes reclaman aprovechar su presencia para hacer una jornada temática, como se hace cada año en el Festival de las Grullas de Extremadura. De momento, hay quienes se conforman con que las grullas, relacionadas con la buena suerte en países como China y Japón, sigan teniendo como destino invernal a Fuente de Piedra y sus alrededores.
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