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Un mirlo acuático se mueve con desparpajo en el Nacimiento del Genal. Un roquero solitario se sorprende al ver pasar un coche en la sinuosa carretera que comunica a Igualeja y Pujerra con la A-397 (San Pedro-Ronda). Hasta las aves más esquivas a la mirada del hombre saben que este Bosque de Cobre es diferente en el Valle del Genal.
El confinamiento perimetral por municipios en Andalucía ha coincidido este año con la plenitud del otoño en el Alto Genal. Lo que se conoce hoy como el Bosque de Cobre no tendrá muchos ojos que lo disfruten. Este fenómeno tan espectacular como efímero, por los tonos ocres y pardos de las hojas caducas -sobre todo de los castaños-, será el menos visitado.
No sólo no podrán acercarse hasta allí para verlo desde otras comarcas malagueñas y andaluzas. Tampoco, los escasos habitantes de los pueblos del Valle del Genal podrán salir de sus respectivos términos municipales. Al menos, si no tienen un motivo justificado estos días. Disfrutar del Bosque de Cobre no es una prioridad en estos días de pandemia.
La ausencia de los visitantes paradójicamente la agradece el bosque, acostumbrado en los últimos otoños a recibir a miles de personas que andaban por sus senderos y fotografiaban sus auténticas postales, llenas de contrastes, donde el verdor de las encinas, quejigos, alcornoques o pinos se confrontaban con los tonos cobre de los castaños, pero también del zumaque o de los chopos. También tendrán un respiro los distintos rincones naturales del Valle del Genal, como las Chorreras de Balastar (Faraján), la Sima del Diablo (Júzcar), el Nacimiento del Genal (Igualeja) o la Encina de Vallecillo (Parauta).
Quienes más sufren ese vacío humano son los alojamientos rurales y restaurantes de la zona. No sólo los que hay en Parauta, Pujerra e Igualeja sino también los de otros municipios que también forman parte del Bosque de Cobre. Frente a los tres mencionados, están Cartajima, Júzcar, Faraján y Alpandeire, dentro de lo que también es el Alto Genal y la Ruta de Fray Leopoldo. Más hacia al sudoeste de éstos, aguardan Benalauría, Benadalid, Algatocín y Benarrabá. Y frente a estos dos últimos, Genalguacil y Jubrique.
Las casas y los hoteles rurales han echado por motivos evidentes el cierre estos días, ya que sólo podrían atender a los clientes del mismo municipio. Sólo aguantan algunos bares y restaurantes que dejan sus puertas abiertas a sus vecinos estos días.
Tampoco se venderá en estos días de otoño en los comercios de estos pueblos los productos locales a los visitantes. Ni el pan de castaña de La Pujerreña, ni el vino mosto casero de Cartajima o Atajate ni los embutidos ibéricos artesanales de muchos de sus pueblos encontrarán en el Bosque de Cobre el escaparate de otros años.
Al Bosque de Cobre de 2020 le quedan tan sólo unos pocos días. Eso sí, en estos días hay algunos castaños con hojas verdes en la zona de Cartajima, Faraján y Júzcar, mientras que en Pujerra, Parauta e Igualeja ya hay algunos ejemplares que han visto cómo se les han caído todas las ocres. Esta recta final del ocaso de las hojas de los castaños en el Valle del Genal puede acelerarse también por la lluvia y el viento. Estos dos fenómenos pueden en pocos días tirar al suelo las pocas hojas que quedan en algunos de estos árboles.
Los amantes de estos paisajes otoñales del interior tendrán que esperar a 2021 para volver a disfrutarlos. Con el paréntesis de este año, seguramente lo vivan con más intensidad.
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