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El Caminito del Rey, la antigua mina de cromo níquel de Pozo de San Juan o los baños de aguas sulfurosas de Ardales y Carratraca son algunos de los hitos de interés con los que contará el geoparque Altos del Guadalhorce. Esta propuesta, que ha partido de la iniciativa privada, ya ha sumado los primeros apoyos de la administración pública. Tendrá, eso sí, que recorrer un largo camino para su aprobación definitiva por parte de la Unesco, que es el organismo internacional del que dependen estos espacios.
Málaga podría contar así en dos años o algo más con el quinto geoparque de Andalucía y el décimo sexto de España. En este caso, estaría integrado por los municipios de Ardales, Álora, Carratraca, Pizarra, Valle de Abdalajís y Casarabonela. Es decir, por seis pueblos de tres comarcas diferentes (Guadalteba, Valle del Guadalhorce y Sierra de las Nieves), que están unidos por su singularidad geológica.
El objetivo que la Unesco se propone con estos espacios es poner en valor este tipo de territorios con el protagonismo de la geología, pero también con el complemento de otros de interés, como históricos, botánicos o etnográficos. En este sentido, el geoparque de Altos del Guadalhorce sería de lo más completo. En los 625 kilómetros cuadrados de superficie que tendría sería uno de los que más valores geológicos tendría concentrados, con una veintena de miradores y más de treinta puntos de interés.
Entre estos últimos, además de algunos muy conocidos, como el Desfiladero de los Gaitanes y El Caminito del Rey, se pondrían en valor otros enclaves que pasan más desapercibidos, pero que son de gran interés por su singularidad. En este sentido, el geólogo Juan Carlos Romero, que ha redactado el documento previo de partida para esta iniciativa, apunta a las aguas sulfurosas de los baños de Ardales. O incluso los restos fósiles conodontos que hay en la Peña de Ardales, «considerado como el más antiguo de la Cordillera Bética, con más de 440 millones de años».
A ello hay que unir las numerosas minas que hubo en la zona hasta el siglo pasado. Entre ellas, en Carratraca están la de diamantes, de la que quedan algunos vestigios, o la de cromo níquel de Pozo de San Juan, considerada como la mayor reserva de este mineral de la historia de España.
En este sentido, Romero, que es director técnico del Aula Museo de Geología Málaga y coordinador de la Red Ibérica de Espacios Geológicos en Andalucía Oriental, afirma que este espacio «reúne todos los requisitos en cuanto a singularidad y variedad». Así, en el documento previo redactado se relatan treinta y tres puntos de interés geológicos, que serían los principales hitos de este parque que conformarían los pueblos de Álora, Ardales, Carratraca, Casarabonela, Pizarra y Valle de Abdalajís.
Pero, además de poner en valor la singular geología de estos municipios, esta iniciativa, si finalmente es apoyada por la Unesco, servirá para desarrollar proyectos turísticos en la zona. De hecho, en el primer documento redactado por Juan Carlos Romero se citan, entre otros, la restauración y conservación de la carretera paisajística que une a Carratraca con Álora, la creación de un funicular hasta El Santo, en Pizarra, o la creación de un museo temático de geología, que serían fundamentales para dar visibilidad a este proyecto.
A ellos habría que unir otros, como la creación de un camping de montaña en la zona de los Hundideros (Carratraca), la puesta en valor de los yacimientos mineros para visitas con la creación de centros de interpretación o incluso la apuesta por el turismo terapéutico no sólo con el balneario de Carratraca sino también con los existentes, pero olvidados baños de Ardales y de Álora.
Pero para que todo esto sea posible, antes hay que tener en cuenta los plazos que marca la Unesco para solicitar la creación de un geoparque. Una vez que el pleno de la Diputación de Málaga por unanimidad aprobó el pasado mes de octubre una moción para respaldar este proyecto que surgió de la iniciativa privada, es necesario que se entregue antes del próximo 1 de abril una memoria resumen con los apoyos de las administraciones. Además de los ayuntamientos implicados y el ente supramunicipal, se podrán sumar otras, como la propia Junta de Andalucía.
Después de ese primer trámite, antes del 1 de junio, se podrá hacer la presentación oficial de la candidatura ante el mismo organismo internacional. «A partir de ahí será un proceso lento, pero minucioso, en el que no se puede dar un plazo para su aprobación final, ya que hay muchas posibles variables», explica el geólogo Juan Carlos Romero. Eso sí, el coordinador de la Red Ibérica de Espacios Geológicos en Andalucía Oriental añade que la declaración de geoparque para esta zona sería «un gran revulsivo desde el punto de vista económico y turístico».
Eso sí, Juan Carlos Romero recuerda que para llevar a cabo todo ello es necesario que se cree un comité organizador, dotado con un presupuesto y con una coordinación técnica, en la que deben estar implicadas las administraciones públicas que se quieran adherir.
Romero afirma que la idea original del geoparque Altos del Guadalhorce partió de un encuentro con los empresarios Antonio y Cristóbal Martín, de Álora, Pedro Fernández y Pelle Lundborg, de Carratraca, en Finca Solmark, propiedad de este último el pasado 5 de junio. Ante la necesidad que pusieron de manifiesto de mantener y mejorar la carretera paisajística de Carratraca a Álora, se puso sobre la mesa la posible creación de un geoparque. A partir de ahí el director técnico del Aula Museo de Geología Málaga realizó el documento previo del proyecto.
Aunque, en principio, se barajaron los nombres de Alto Guadalhorce y Cuenca Alta del Guadalhorce, finalmente el nombre adoptado ha sido el de Altos del Guadalhorce para que no se confunda con la zona de la Sierra Norte de Málaga donde nace el río más famoso de la provincia de Málaga.
Málaga, que está a un sólo trámite de contar con el parque nacional de la Sierra de las Nieves, sumaría un nuevo atractivo más para su oferta de turismo de interior. El de Altos del Guadalhorce se uniría a otros geoparques andaluces ya existentes, como son los del Cabo de Gata-Níjar (Almería), Sierra Norte de Sevilla, Sierras Subbéticas (Córdoba) y el último en incorporarse a esta lista, el de Guadix y Baza (Granada).
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