ÑITO SALAS

Una economía en coma inducido

El PIB de la provincia puede llegar a caer este año un 15%, un desplome sin precedentes que gracias a la aplicación masiva de los ERTE no ha provocado una catástrofe laboral

Nuria Triguero

MÁLAGA

Miércoles, 30 de diciembre 2020

Puede que Málaga no esté entre las provincias que más muertes ha tenido que lamentar por culpa del coronavirus. Pero no hay duda de que es una de las más castigadas por la otra pandemia, la económica. Este año, el Producto Interior Bruto malagueño puede ... llegar a caer un 15% en el escenario más desfavorable, según los cálculos de Analistas Económicos de Andalucía. En el más favorable, es decir, como mínimo, caerá un 12,5%. En cualquier caso, sufrirá el mayor desplome de entre todas las provincias andaluzas. El turismo, motor principal del PIB malagueño, ha sido el mayor damnificado por las restricciones a la movilidad impuestas a nivel mundial para frenar al mortífero virus. La restauración y el comercio, con un peso también muy alto en la economía de la provincia, no están mucho más boyantes después de un confinamiento que llegó por sorpresa, un verano a medio gas y una segunda oleada que ha encontrado desfondadas a las empresas.

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Málaga llega al final de 2020 peligrosamente cerca de los 200.000 parados. La situación después de nueve meses de pandemia es dramática, pero podría ser mucho peor. El frenazo obligado de la actividad económica habría causado una verdadera debacle social en la provincia de no haberse rescatado del cajón de la legislación laboral unos desconocidos instrumentos procedentes de la polémica reforma de 2012 de Rajoy: los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Gracias a éstos y a la restricción de los despidos objetivos impuesta por el Gobierno se evitó que la destrucción de empleo fuera masiva en marzo y abril. En su lugar, se produjo una avalancha de ERTE: hasta 130.000 malagueños, más del 30% del total de trabajadores por cuenta ajena de la provincia, tenían su empleo suspendido en abril.

Con todo, fue inevitable que subiera el paro y se destruyera empleo: de los 458.000 asalariados que estaban en activo el 28 de febrero en la provincia, quedaban casi 42.000 menos al final de abril. En el paro se observó una subida muy similar. Y es que la restricción de los despidos no impidió que miles de contratos temporales en la hostelería, el comercio y la construcción desaparecieran en cuanto las empresas tuvieron que parar su actividad.

130.000 trabajadores han llegado a estar afectados por ERTE en la provincia

La combinación de esta destrucción de empleo temporal y de las suspensiones de empleo dejó un balance estremecedor: casi el 40% de la gente que estaba trabajando por cuenta ajena en febrero en Málaga dejó de estarlo dos meses después, bien porque fue despedida, porque finalizó su contrato o porque le aplicaron un ERTE.

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El aluvión de ERTE pilló al Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE) sin empleados ni capacidad tecnológica suficiente para atender, con las oficinas cerradas y el personal teletrabajando, cientos de miles de solicitudes de prestaciones. Así que a la angustia del confinamiento y de no saber qué iba a pasar con su empleo, los malagueños afectados por ERTE sumaron la de pasar varios meses sin cobrar su prestación. El SEPE no fue el único organismo público que colapsó: tampoco daba abasto la Seguridad Social, encargada de gestionar otras prestaciones y subsidios.

Casi 19.000 empresas malagueñas han recurrido a los créditos con avales del ICO para obtener liquidez

Con la desescalada y el verano comenzó el rescate de trabajadores de los ERTE y se revirtió parte de la subida del parode los meses anteriores, aunque los rebrotes en seguida empañaron la ilusión de «nueva normalidad». Llegó septiembre y más de 25.000 personas seguían afectadas por suspensiones de empleo. Y comenzó oficialmente la segunda ola.

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El segundo estado de alarma ha agravado el agotamiento financiero y anímico del tejido empresarial, especialmente a los sectores turístico, hostelero y comercial. Aproximadamente 5.000 empresas en la provincia han dejado de estar activas en comparación con las mismas fechas de 2019. Más de 20.000 autónomos se han aferrado a la prestación por cese de actividad y otros 18.000 han pedido la ayuda de mil euros de la Junta.

¿Será reversible?

La situación de buena parte de la economía, según la define el presidente de la patronal malagueña, Javier González de Lara, es de coma inducido: miles de empresas están hibernadas por efecto de los ERTE, de los avales del ICO (que han sido utilizados por casi 19.000 compañías y autónomos en la provincia) y de la moratoria en la obligación de declarar concurso de acreedores ante una situación de insolvencia. La pregunta es: ¿será reversible este estado vegetativo? Dependerá de cuánto tengan que seguir aguantando la respiración las empresas. La vacuna inspira optimismo, pero también hay miedo a una tercera oleada. Los empresarios tienen claro que no habrá recuperación económica sin recuperación sanitaria.

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Mientras llega la vacuna, las empresas infectadas por la pandemia económica plantean que, además de prorrogar los expedientes temporales de empleo y retrasar la devolución de los préstamos ICO, son necesarias más ayudas (González de Lara pone el acento en la «piedad fiscal» que hasta ahora, asegura, no ha tenido el Gobierno) para que los cierres temporales no se conviertan en definitivos y los ERTE no se conviertan en ERE.

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