Ñito Salas

Torremolinos: de capital turística a pueblo desértico

La pandemia presenta un aspecto insólito del municipio, sin viajeros y con muchos de sus hoteles vacíos, en un año marcado de nuevo por la gresca política

Miércoles, 30 de diciembre 2020

Es la capital turística de Andalucía. Cada año acuden a Torremolinos más de un millón de visitantes que registran unas cinco millones de pernoctaciones. Pero ahora la mayoría de sus hoteles están vacíos y los paseos marítimos presentan un aspecto casi desértico. La mayoría ... de chiringuitos, uno de sus principales termómetros económicos, han bajado la persiana. Hay aparcamientos de sobra donde hasta hace unos meses resultaba una odisea encontrar una plaza libre para dejar el coche. Por la plaza de la Nogalera, cuna del colectivo LGTBI, uno de los lugares con más vida nocturna de la Costa del Sol, nadie sabe cuándo volverán a abrir las discotecas. La cuarentena convirtió la ciudad en un espejismo de sí misma y la desescalada no terminó de levantar su imagen.

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Incluso después de que se decretara el estado de alarma, en Torremolinos casi nada cambió. La estampida de visitantes marcó un punto de inflexión, el inicio del confinamiento real. La Policía levantó en apenas tres días una treintena de sanciones por incumplir el decreto, la mayoría a particulares a quienes ya se le había avisado antes. Pero nada de esto ha servido para que los partidos representados en el Ayuntamiento alcancen un acuerdo de mínimos. La polaridad, una constante en el municipio costero, ha permanecido intacta, cuando no se ha agravado. El Gobierno de coalición ha aguantado sin fisuras aparentes, aunque ha perdido a uno de sus miembros: Nicolás de Miguel abandonó el equipo presidido por el alcalde José Ortiz (PSOE), que convenció al exconcejal de Ciudadanos, ahora no adscrito, para incorporarse a su proyecto un año antes. De Miguel, que fue candidato a lehendakari, mantiene su acta pero dimitió de sus responsabilidades de gobierno por el fallo del Supremo que prohíbe privilegios a los tránsfugas.

Una de las decisiones más polémicas del Gobierno local fue la aprobación de un plan de ajuste destinado a privatizar la televisión local e implantar la zona azul, entre otras medidas, con el objetivo de reducir gastos y solicitar al Ministerio de Hacienda que le permitiera refinanciar su abultada deuda, que sigue por encima de los cien millones de euros, hipotecando la gestión de la ciudad.

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