La familia de Coín que vive de un bosque de nogales pacanos

Pepe Hevilla, Loli Solís y su hijo Alejandro cosechan cada otoño el fruto seco más tardío de la provincia de Málaga

Javier Almellones

Málaga

Sábado, 21 de noviembre 2020, 21:06

Pudo parecer una locura, pero el tiempo ha demostrado que no lo fue. Hace más de tres décadas cuando arrancaron todos los cítricos que tenían en la finca coína situada en el Haza del Palmar, junto al río Grande, para sustituirlos por nogales pacanos (o pecanos), otros agricultores del entorno los miraron con expectación, sorpresa y algo de recelo.

A Pepe Hevilla y Loli Solís, un matrimonio que suma muchas generaciones en el campo, no les tembló el pulso para sustituir naranjos, limones y mandarinos, que sufrieron duras plagas, por los exóticos nogales pacanos. Testigo de aquello, con apenas dos años, fue Alejandro, su hijo. Hoy los tres llevan las riendas de una finca familiar y ecológica, con dos parcelas de tres hectáreas cada una.

«Lo único que diferencia a esto de un bosque es que está vinculado a la producción de alimentos», explica Alejandro, que alude así al carácter ecológico de la explotación. Las hierbas crecen a su antojo. No por descuido sino porque forma parte de un ecosistema en el que todos sus integrantes tienen una función, desde insectos como la mariquita o la mantis religiosa hasta una alcachofa silvestre.

Imagen principal - Alejandro Hevilla varea desde lo alto del árbol. Abajo, la mantis religiosa, como otros insectos, cumple aquí con una función ecológica. Y nueces pacanas en el árbol. — Alejandro Hevilla varea desde lo alto del árbol. Abajo, la mantis religiosa, como otros insectos, cumple aquí con una función ecológica. Y nueces pacanas en el árbol.

Imagen secundaria 1 - Alejandro Hevilla varea desde lo alto del árbol. Abajo, la mantis religiosa, como otros insectos, cumple aquí con una función ecológica. Y nueces pacanas en el árbol. — Alejandro Hevilla varea desde lo alto del árbol. Abajo, la mantis religiosa, como otros insectos, cumple aquí con una función ecológica. Y nueces pacanas en el árbol.

Imagen secundaria 2 - Alejandro Hevilla varea desde lo alto del árbol. Abajo, la mantis religiosa, como otros insectos, cumple aquí con una función ecológica. Y nueces pacanas en el árbol.

«Esto era impensable hace muchos años, porque se arrancaban siempre lo que se decía que eran las malas yerbas», comenta el padre. Hoy en esta finca de Haza del Palmar se trabaja al ritmo de la tierra. Esto hace posible que haya más carbono dentro de ella que fuera y que tenga un manto natural, que propicia incluso más productividad que en otras fincas de nogales pacanos convencionales.

Los Hevilla Solís tienen hasta un centenar de estos árboles por hectárea. En cada una de ellas recogen cada otoño una media de 1700 kilos de nueces pacanas. Esta misma semana han comenzado los tres la cosecha, que «se ha visto mermada por las fuertes lluvias de la pasada primavera», como apunta Loli. Además, este tipo de árboles son 'veceros', es decir, unas campañas tienen más frutos que otras. Es una de las características que hacen distinta a esta nuez pacana, el último fruto que se recoge en la provincia de Málaga.

De izquierda a derecha, Loli, Alejandro y Pepe.

En esta finca familiar, que tiene su origen en 1890, estos nogales se varean, como se hace con las aceitunas en el olivo, pero sin necesidad de usar vibradores. Para echar abajo las pacanas Pepe y Alejandro se valen de una caña de bambú y de una vara de fibra de carbono. La primera de ellas no sólo está más en consonancia con el ambiente ecológico de esta finca sino que hace menos daño a las ramas. «El problema es que no son fáciles de conseguir», dice Alejandro.

Como las aceitunas, las nueces aquí también caen sobre un toldo. Si están en su estado óptimo, la cáscara -o ruezno- que las protege se desprende prácticamente sola. Las que no se abren fácilmente se desechan porque no han alcanzado su estado de madurez. Una vez que se recogen, la familia Hevilla Solís las esparce sobre un secadero que tienen en la propia finca. Allí estarán aproximadamente durante una semana para que pierdan humedad. Después estarán listas para la venta y el consumo.

Durante casi un mes, Pepe, Loli y Alejandro recogen todas las nueces de la finca, aunque, en algunas campañas, suelen tener ayuda de otros familiares para ello. Lo van haciendo poco a poco, cada árbol en su momento adecuado, lo que les da tregua para llevar a cabo otras tareas del campo.

Venta

Loli es quien se suele encargar de preparar las mallas en las que se dispensan estas nueces ecológicas. A partir de ahí, los cientos de clientes que cada año tienen van haciendo sus pedidos. «Muchos llevan ya varios días preguntándonos para cuándo les podremos enviar las primeras», comenta Alejandro. Ninguno de esos compradores es una cadena de supermercados o hipermercados. En la filosofía de esta empresa familiar, no tiene sentido vender su producción en grandes ventas para «después estar a merced de ellos».

Ellos mismos controlan la venta, en un modelo de negocio que se repite en otras explotaciones agrícolas de Coín. Algunos se acercan directamente a la finca a comprarlos y otros piden que se les envíe por mensajería. También venden a fruterías y establecimientos que trabajan con granel en la provincia de Málaga, con lo que multiplican los consumidores de sus nueces.

A pesar de que manejan cada año miles de kilos de nueces pacanas, lo habitual es que antes de la primavera lo hayan vendido todo. Toda una gesta cada año, que tiene aún más mérito si se tiene en cuenta que se trata de un producto ecológico, que este año tiene un precio de entre diez y doce euros el kilo, y no tan común como otros frutos secos.

«Cada vez que hemos ido con un stand con las ferias de Sabor a Málaga, nos ha ido muy bien para promocionar la nuez pacana», explica Loli. Es ahí, donde muchos han podido ver las características de estas nueces, con forma alargada como una bellota, que se puede abrir con la mano. «Hasta un niño puede hacerlo», añade Alejandro.

Además de todo ello, la nuez pacana o pecana cuenta con muchas virtudes nutricionales y saludables para el organismo, que se acentúan en este caso al provenir de una producción orgánica. «Para nosotros es importante tener nogales ecológicos no sólo por el resultado del producto sino también por el beneficio que se le hace a la tierra», afirma Pepe.

Origen

Este tipo de nogales se importó hace más de un siglo al Valle del Guadalhorce, pero no por su fruto sino por su carácter ornamental. De hecho, en muchos jardines y haciendas de la provincia hoy se pueden ver esbeltos ejemplares que, eso sí, tienen un fruto muy pequeño.

La apuesta por su fruto comenzó hace ya más de tres décadas. Entre los pioneros, están los Hevilla Solís, que pueden presumir de tener uno de los ejemplares más vetustos de la zona. Lo llaman el 'nogal padre' porque de ahí vienen todos los demás de la finca. Según recuerda Loli, hace unos ochenta años lo plantó allí, al lado de la casa que tienen en el campo su tío. Lo que no podía imaginar es que aquel nogal fuera el germen del actual negocio familiar, en un pequeño edén junto al río Grande.

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