Falsos mitos sobre la fruta

¿Es malo comerse la piel? ¿Engorda? ¿Provoca diabetes? No son pocos los mitos que circulan en torno a las frutas condicionando, en ocasiones, su propio consumo

Sábado, 22 de mayo 2021, 19:24

La primavera y el verano marcan la época de plenitud de las frutas. Esto se debe al aumento del número de horas de sol y a la relación que tiene esta mayor irradiación solar con el contenido en azúcar de dicho fruto.

Publicidad

Obviamente tenemos ... frutas todas las épocas del año y los invernaderos facilitan que la estacionalidad no suponga un problema, pero en el país con más días de sol al año de toda Europa es ahora cuando las fruterías lucen de forma sobresaliente.

Pasado frugívoro

El ser humano proviene de primates eminentemente frugívoros. Esto nos permite entender la sólida relación que mantiene la humanidad con todo tipo de frutas. Algo que se manifiesta, incluso, en el espectro visual que abarcan nuestros ojos. Ser capaz de ver en las longitudes de onda del rojo y el amarillo no es algo habitual dentro de los mamíferos. Se trata de una rara habilidad que tenía todo el sentido en unos primitivos monos que trepaban a las cumbres de los árboles para tratar de identificar alguna zona con fruta madura.

La fruta suele ser verde y cuando madura cambia su color al entorno del amarillo y del rojo, precisamente, para avisar a los animales de que sus semillas están listas para poder ser diseminadas. Se trata de un claro caso de win-win, la planta distribuye sus semillas a zonas que les serían inalcanzables y el animal obtiene energía, vitaminas y minerales de la pulpa.

Es decir, somos unos contrastados comedores de fruta y nuestro metabolismo está muy bien adaptado para obtener todo lo mejor de este tipo de alimentos. A pesar de eso no son pocos los mitos que circulan en torno a las frutas condicionando, en ocasiones, su propio consumo.

Publicidad

Cuentos y medias verdades

Es malo comerse la piel de la fruta: se acumulan pesticidas o ceras artificiales cancerígenas. No es raro que un compañero de trabajo te alerte de semejantes peligros pero no se corresponden con la realidad. De hecho los estudios periódicamente publicados sobre los restos de plaguicidas indican que su presencia es nula o mínima, siendo una problemática muy estudiada y prácticamente inexistente en Europa. Con respecto a las ceras, estas pueden ser de origen natural, la propia fruta las produce como protección. Es cierto que en el procesado se pueden perder (lavado, cepillado…) y se le suelen añadir, sobre todo, para mejorar su aspecto. Pero estas ceras añadidas son perfectamente comestibles y no suponen ningún problema, por ejemplo la cera de abeja (E-901). Por el contrario, muchas pieles de fruta contienen una cantidad no menor de fibra, vitaminas y minerales. Así que comerse una pieza de fruta con su piel, previa limpieza por inmersión en agua, suele ser una gran idea.

La fruta engorda o produce diabetes tipo II: Esta es una mentira de las gordas. Es cierto que la fruta puede tener un alto contenido en azúcar pero este azúcar es considerado intrínseco, es decir, está integrado en una trama tisular con otras sustancias como hidratos de carbono complejos y fibra. Toda esta pulpa ralentiza la absorción permitiendo que el cuerpo asimile los azúcares de una forma racional sin picos de insulina ni formación de grasas. El azúcar contenido en un pastel o una galleta se comporta de una forma completamente diferente. Su rápida transición al torrente sanguíneo está relacionada con el incremento de la obesidad, diabetes o el desarrollo del síndrome metabólico.

Publicidad

¡Ojo! Estamos hablando de fruta completa. Los zumos o licuados, por desgracia, no funcionan así. Estos preparados extraen gran parte de la pulpa y dejan los azúcares de la fruta mucho más libres. Pareciéndose, en su metabolización, mucho más al azúcar de una galleta que al azúcar de una fruta completa.

La fruta en el postre engorda: Este es un mito muy extendido y en cierto modo tiene algún grado de elaboración. Se habla del orden de los alimentos y de sus procesos fermentativos. Todo esto suena muy bien pero no es en absoluto cierto. El estómago actúa como una hormigonera mezclado los alimentos, en consecuencia el orden no importa, además, el vaciado gástrico es relativamente rápido de forma que nunca se podrían producir los procesos fermentativos de los que algunos hablan. Esto también afecta a la posibilidad de que se desarrollen efectos negativos si se mezclan las frutas, algo que como ya hemos visto es plenamente descartable.

Publicidad

Hay otra derivada sobre lo indigesto del melón o la sandía para cenar. Algo que tampoco se sostiene. Se trata de dos frutas con muy poca carga calórica cuyo consumo es recomendable en cualquier momento del día. Eso sí, tienen mucha agua así que igual tu vejiga no aguanta toda la noche sin vaciarse.

Es mejor la fruta ecológica: Este es un pensamiento 'mainstreet' así que ir en contra de él tiene su precio. Pero lo cierto y verdad es que no hay estudios científicos que avalen que el consumo de fruta o verdura ecológica es mejor para tu salud que el convencional. Se trata más de una opción de conciencia. Aunque sería interesante mirar también la procedencia. Comprar en España una naranja ecológica de Brasil tiene muy poco de ecológico.

Publicidad

Las frutas están manipuladas genéticamente: Las frutas actuales no se parecen en nada a sus originales silvestres de hace miles de años. Esto se debe a una continua labor de selección que ha realizado el ser humano. Si solo permites que se reproduzcan los especímenes más grandes, carnosos y con mejor sabor al cabo de decenas de generaciones el aspecto de la fruta ha podido cambiar considerablemente. También han sido objeto de cruces de variedades buscando mejor resistencia a las plagas o mayor producción.

Estas modificaciones no suponen ningún problema para nuestra salud ni un déficit nutricional y este cambio genético no puede afectar, en modo alguno, a nuestra propia composición genética.

Las frutas son una de las mejores elecciones siempre y en cualquier momento, con la excepción de posibles alergias o intolerancias. A pesar del óptimo nutricional que suponen no escapan al debate tabernario ni al reproche del cuñado más cercano. Algo que, curiosamente, no les pasa a opciones infinitamente peores como las natillas o el arroz con leche por muy caseros que estos sean.

Noticia Patrocinada

También te puede interesar....

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad