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El consumo de leche ha bajado un 25% en España tan solo en los últimos 10 años. Esta línea descendente comenzó muchos años atrás por una mezcla de medias verdades y sincera concienciación climática o respeto animal.
Lo primero que habría que recordar es ... que hablamos de un alimento verdaderamente especial y que solo son capaces de producir las hembras de los mamíferos. Una emulsión de una cantidad asombrosa de nutrientes, entre los que se incluyen los tres grandes compuestos (hidratos de carbono, lípidos y proteínas) de alta calidad, acompañados por una notable cantidad de vitaminas y minerales en formas químicas muy asimilables por el cuerpo humano.
Vemos que se trata de un alimento de nivel «champions»; entonces, ¿a qué se debe su bajada en el consumo y desprestigio actual? En primer lugar a un sinfín de falsos testimonios que no se sustancian en estudios científicos sino en afirmaciones tabernarias. La más recurrente es relacionar su consumo con el aumento de la incidencia de varios tipos de cáncer. Es algo que no se fundamenta en ninguno de los estudios o metaanálisis más reconocidos que se han publicado en los últimos meses
Otro de los mitos que más sostienen los «haters» lacteos es que son un producto cargado de antibióticos, hormonas o pesticidas. Otra vez fallan como se encarga de demostrar este informe en el que se analizaron más de 24.00 muestras.
Las «leches» maceradas con algún tipo de semilla (soja, almendras, cebada…) no paran de comerle terreno a nuestro protagonista, como si se tratara de la misma cosa. Sí, ya sé, son líquidos blancos que se le pueden echar al café, pero hasta ahí aguanta la comparativa. Son alimentos que no sustituyen, nutricionalmente hablando, a la leche ni admiten parangón con esta.
La intolerancia a la lactosa es un tema recurrente, pero es algo que solo debería de afectar a la gente realmente intolerante. Todo el mundo reconoce las bondades nutricionales de un alimento como las nueces, aunque hay personas que son alérgicas y pueden sufrir socks anafilácticos potencialmente mortales. En este caso parece de sentido común que los que no somos alérgicos a las nueces podamos seguir disfrutando de sus estupendas propiedades... ¿por qué el consumo de leche no se maneja desde la misma lógica?
Y por último, mi argumento preferido. «Somos el único mamífero que sigue bebiendo leche después del destete» argumento, sorprendentemente, convincente para parte de la población. Sí, efectivamente, somos el único animal que hasta la fecha y que se sepa, ha desarrollado la ganadería. Podemos probar a poner un cuenco de leche en el campo a ver cuánto dura. También somos el único animal que prepara y consume el revuelto de gambas con espárragos trigueros pero este no parece ser un tema tan peliagudo.
Es habitual que cuando se le concede indulgencia parcial a la leche esta suele adjetivarse con el término «desnatada», parece que es una forma menos mala de tomar este cuestionado alimento. Pues de nuevo la ciencia se vuelve en contra de las afirmaciones del «enterado» de turno. Y eso que la industria láctea está encantada con esta moda, porque puede utilizar la grasa para realizar otros productos y cobrar lo mismo por un producto del que obtiene mayor rentabilidad.
Pero los metaanálisis al respecto y las revisiones no solo no ven perjuicio en el consumo de leche entera sino, en ciertos parámetros, una ventaja sustancial (salud cardiovascular, absorción de vitamina D, contorno de cintura…) y es que si analizamos el contenido en grasa de la leche entera es verdaderamente limitado, tan solo un 3,5% y este porcentaje se encuentra notablemente equilibrado en una receta perfeccionada por la evolución.
Existen otros argumentos que tiene que ver con el respeto animal o el coste de la producción ganadera al medio ambiente. Estos si son temas muchos más sustanciados, desde mi punto de vista, que exigen la búsqueda de productos procedentes de explotaciones sostenibles y respetuosas. Aunque debemos tener claro que ningún alimento es imprescindible, ni tan siquiera este portento nutricional, eso sí, deberemos de planificar bien de donde obtenemos los nutrientes de que de forma tan generosa y biodisponible nos ofrece este prodigio de la evolución animal.
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