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Cómo desapareció el hambre en China

Cómo desapareció el hambre en China

Entre 1959 y 1961, unos 50 millones de personas murieron de hambre en el país asiático

Lunes, 7 de junio 2021, 00:32

China es una de las grandes civilizaciones que han existido. En su historia milenaria se suceden diferentes dinastías que fueron extendiendo su influencia desde el Río Amarillo hasta conformar un país de talla continental.

El pueblo chino alcanzó un grado de desarrollo notable y en no pocas ocasiones fue la zona del planeta que más riquezas y avances tecnológicos atesoraba. Esto repercutía en su población que disfrutó, habitualmente, de un nivel de vida que el resto de países solo podían envidiar.

Todo esto empezó a cambiar con la primera revolución industrial a la que China no se adhirió. Países como Inglaterra tomaron la delantera tecnológica y prepararon el escenario para un desastroso siglo XIX. Una balanza de pagos desequilibrada, desde el punto de vista occidental, y los continuos intentos de abrir plazas comerciales iniciaron una terrible época de penurias. Las guerras del Opio fueron ruinosas para las condiciones de vida, algo que se prolongaría durante el siglo XX con la llegada del comunismo.

No se puede hacer peor

Con el gobierno de Mao plenamente asentado este se dispuso a dar «El Gran Salto Adelante». Este cambio de políticas a mediados del siglo XX supuso la mayor hambruna que ha conocido la humanidad. En tan solo tres años (1959-1961) unos 50 millones de seres humanos murieron de hambre. Las razones fueron varias, pero recientes estudios, como el del Banco Asiático de Desarrollo, aclaran lo que pasó. Se dieron diversos fenómenos climáticos adversos pero la razón última fue, indiscutiblemente, la actuación humana:

- Producción de hierro y acero: El Gobierno Chino marcó unas tasas de producción de hierro y acero imposibles de alcanzar. Esto obligó al desplazamiento de millones de agricultores que tuvieron que abandonar sus campos. Esta mano de obra no era especializada, por lo que las aleaciones conseguidas casi nunca servían. Además, para alimentar los miles de hornos de fundición se talaron inmensas zonas boscosas.

- Cercanía de los cultivos: Siguiendo una lógica digna de Segundo de Primaria, se decidió dejar una menor separación entre los cultivos para que se produjera más por m². Esto era muy del gusto de Mao y era avalado por el agrónomo ruso de cabecera Lysenko. Pero resultó ser un desastre. Las raíces de los plantones competían entre sí y la producción se hundió.

- Matar gorriones: Esta idea también era propia de taberna portuaria. Estos simpáticos Passeriformes se comían, de vez en cuando, algún grano de arroz. Así que la decisión más «lógica» fue su exterminio, algo que se hizo con suma eficacia. Por desgracia, los gorriones no solo comían arroz sino, sobre todo, otros bichos que si se comían las cosechas. Esto provocó un incremento exponencial de plagas como la langosta.

- Colectivización de los cultivos: Se prohibió el cultivo privado y los agricultores tenían muy pocos incentivos para hacer bien las cosas. La agricultura organizada en comunas fue otra calamidad añadida.

Pocas veces se ha alcanzado tal grado de eficiencia en la implementación de un desastre. Las tragedias económica y medioambiental anticiparon la enormidad de la crisis humanitaria.

Renacer

El despertar del dragón dormido fue algo multifactorial pero, sin duda, el principal motivo fue dejar de hacer idioteces.

Una población mil millonaria, trabajadora y disciplinada solo necesitaba políticos con un mínimo de sentido común. Esto llegó de la mano de Deng Xiaoping.

Yuan Longping

Este ingeniero agrónomo, recientemente fallecido, ha sido reconocido como uno de los principales responsables de que China, con tan solo un 13,5% de tierra cultivable, sea capaz de dar de comer a una quinta parte de la población mundial. El cultivo elegido era, como no, el arroz. La tragedia del «Salto adelante» fue un estímulo para tratar de mejorar la producción.

La investigación no era sencilla. En esa época las teorías lamarckistas (los descendientes heredan las adaptaciones sufridas por los padres) eran las dominantes en el mundo soviético. Tampoco el cultivo elegido lo ponía fácil, el arroz es una planta autopolinizante y esto dificulta su posible mejora.

Yuan no cesó en sus estudios e investigaciones. Obvió ideas prestablecidas y consiguió las primeras variedades híbridas que mejoraban la producción en los años 70. Ese aumento no era menor, un 20% que permitía dar de comer a 70 millones de personas más. Su trabajo no paró ahí y la optimización fue continua pasando de unas 10 toneladas por hectárea en el año 2000 a superar las 15 en 2014.

Hoy en día un importante porcentaje del arroz que se cultiva en el mundo proviene de variedades cuya paternidad corresponde a este ingeniero chino. Demostrando que el rigor científico es infinitamente más útil que la ocurrencia dogmática.

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