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Divertida, sostenible y muy original. Así es Villa Sandía, uno de los alojamientos más innovadores de Andalucía, que forma parte del complejo rural Molino La Flor, en el municipio de Jimera de Líbar. Desde julio de 2019, niños y mayores disfrutan en este espacio colorido en el que conviven sandías, pepinos y setas gigantes en plena naturaleza, en la ribera del Guadiaro.
Como el Quijote vio gigantes donde había simples molinos de viento, Candela Luque encontró en antiguas tinajas de hormigón el lugar idóneo para crear pequeños refugios en plena naturaleza. Ella, a sus 28 años, dirige hoy este conjunto de alojamientos rurales que fundaron hace ya treinta años sus padres. Su juventud y sus ganas de innovar con sostenibilidad le han llevado hasta el denominado 'glamping', un nuevo concepto turístico que ha llegado para quedarse, ya que apuesta por hospedajes respetuosos con el medio ambiente en plena naturaleza, pero sin renunciar a la comodidad.
La empresa compró una veintena de aquellas tinajas y las convirtió en ocho sandías y una docena de pepinos gigantes. Las primeras tienen capacidad para dos personas, mientras que los segundos cuentan con una cama añadida, que es idónea para un niño menor de doce años. En cualquier caso, «tienen el espacio justo para dormir», explica Candela.
Así, Villa Sandía es un camping en plena naturaleza, donde cada sandía y cada pepino cuenta con su propio cuarto de baño, que, en este caso, es una seta. De esta forma, este alojamiento ofrece comodidades impensables en un camping convencional. Cada uno de esos hongos gigantes, equipado con lavabo, ducha y váter, está adjudicado a una sandía o a un pepino. Cuando lo ideó así el pasado año, Candela Luque no podía prever que esto le viniera que ni pintado para estos tiempos que corren, donde la higiene es la prioridad. Eso sí, esta joven jimerana advierte que lo único diferente hoy es que a los huéspedes se les entrega junto a las llaves un bote de gel y mascarillas. «El resto de lo que se pide ahora ya lo cumplíamos, porque siempre desinfectábamos todas las instalaciones», recuerda.
Quien duerma en Villa Sandía se tapará con sábanas desechables y biodegradables que no sólo son sostenibles sino que son propicias higiénicamente. Cada uno de esos alojamientos cuenta también con otro equipamiento básico, como ventiladores, corriente eléctrica, sillas y una mesa pequeña.
Otro aliciente para alojarse en este original concepto de camping es el espacio que hay entre sandías y pepinos y las zonas comunes de las que disponen los huéspedes, como dos piscinas, la propia ribera del Guadiaro, donde se pueden hacer algunas actividades lúdicas y deportivas, o un bar. «Aunque Villa Sandía esté al completo, nunca hay aglomeraciones de huéspedes porque hay mucho espacio», añade la directora del complejo rural Molino La Flor.
A pesar del obligado cierre durante el confinamiento, Candela Luque se muestra orgullosa del éxito que ha tenido su idea de convertir tinajas en sandías y pepinos donde es posible alojarse. «Incluso hemos sido los primeros en convertirnos en 'camping singular' en Andalucía», apunta.
Cuando recibió el testigo de la dirección de este complejo rural, Candela tenía claro que quería aportar su personalidad y su apuesta por la sostenibilidad, sin perder nunca de vista un concepto muy claro: «No vendemos lujo sino naturaleza». El precio por noche de estos originales refugios están entre los 50 euros de la sandía (para dos personas) y los 65 del pepino (dos adultos y un niño).
Villa Sandía es parte de un amplio complejo rural con ocho hectáreas de superficie repartidas en ambas riberas del Guadiaro, en el término municipal de Jimera de Líbar. Si en un lado del río está este novedoso 'glamping', al otro, unido a través de una pasarela, se encuentran dos casas rurales; Molino La Flor y Molino El Inglés, con capacidad para 15 y 20 personas, respectivamente. El precio del primero es de 290 euros por noche, mientras que del segundo es de 360 euros por pernoctación. Cada una de esas casas, cuenta con piscina propia y tiene acceso a otros servicios comunes, como las 'pitucabañas', repartidas por el bosque en el que se encuentra el complejo, pensada para el disfrute de los más pequeños.
Estos antiguos molinos reconvertidos hoy en casas rurales fueron en la pasada década de los años noventa los primeros alojamientos turísticos de este municipio de la Serranía de Ronda, situado en un lugar estratégico, junto al Guadiaro, entre Benaoján y Cortes de la Frontera. Es decir, entre los parques naturales de Grazalema y los Alcornocales y muy cerca de enclaves tan valiosos como la cueva de La Pileta o las Buitreras del Guadiaro.
Cómo llegar:
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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