«¡Tou-tou-toulalán!». Con ese grito de guerra un jugador que empezaba a peinar canas ya pese a su edad, aún sin entrar en la treintena, Jeremy Toulalan, se convirtió en ídolo de la afición malaguista sin marcar goles, ni protagonizar regates espectaculares. Ni siquiera con una técnica individual que deleitara a la parroquia de Martiricos. Pero el francés era un especialista en la labor de destrucción en el centro del campo, el complemento ideal en el mejor Málaga de todos los tiempos, el de las temporadas 2011-12 y 2012-13, cuando en el primero de estos cursos fue capaz de acabar cuarto la Liga y en el segundo, disputar los cuartos de final de la Champions y no entrar en semifinales por un 'atraco' arbitral en Dortmund.
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SUR
¿Y qué tenía Toulalan que los volvía locos? Además de su carácter sencillo y tranquilo, el galo era un reloj en el campo. Generoso en las coberturas, aseado con el balón, infatigable en el esfuerzo y con un don natural para la recuperación del esférico. Esta era su principal virtud: el robo sin necesidad de recurrir a malas artes. Tenía una facilidad asombrosa para rebañar la pelota a los rivales y se lanzaba con mucho tino a por ello.
Toulalan fue un producto de la academia del Nantes, tan prolífica en buenos jugadores. Fue con ese club con el que debutó en la élite en la temporada 2001-02 en un derbi bretón ante el Rennes. De ahí pasó al Olympique de Lyon, que eliminó al Real Madrid de Pellegrini en la Champions, donde el técnico chileno tomó buena nota de sus prestaciones. Era el centrocampista idóneo para equilibrar su centro del campo, con una mayoría de jugadores con poca vocación defensiva, de ahí que pensara en reclutarlo al llegar al cuadro blanquiazul en un proyecto deportivo faraónico.
Encarni Hinojosa
Toulalan se convirtió por diez millones de euros en el fichaje más caro en la historia del Málaga, pero no por mucho tiempo. En realidad pronto le superaron otros futbolistas en un verano histórico, el de 2011. En su presentación (el 23 de junio), a pie de campo en La Rosaleda, en la primera a la que asistió el jeque Al-Thani, acudieron 7.000 aficionados.
Su contratación fue una tensa disputa entre el secretario técnico de entonces, Antonio Fernández, y el consejero José Carlos Pérez, con el presidente del Olympique de Lyon, Jean-Michel Aulas, un duro negociador, que exigía en principio 15 millones, frente a los 7 de la primera propuesta del Málaga. Sin ser un goleador, ni mucho menos, Toulalan marcó tres tantos (al Villarreal, el Mallorca y el Getafe) en la Liga en su primera campaña. En la segunda, algo más castigado por las lesiones, no vio puerta, pero fue clave en el histórico periplo en la Champions.
Si bien firmó por cuatro temporadas, se fue tras la segunda, ante los graves problemas económicos del Málaga. La necesidad de liquidez propició su venta al Mónaco (de hecho, el jugador sólo ha actuado en clubes franceses, salvo su etapa en la Costa del Sol) por un montante en torno a los cinco millones de euros, aunque él se sentía muy cómodo en la ciudad, asentado en Cerrado de Calderón.
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