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Luis Muñoz se encargó él solo de liquidar al Málaga en Albacete. Cuando el equipo al fin había mostrado personalidad para reaccionar –encajó un gol en el minuto 4 y remontó gracias a sendos córners–, el capitán se autoexpulsó en una actitud infantil superada la ... media hora y que lo desacredita totalmente. El segundo mazazo hundió definitivamente a sus compañeros, que en la segunda parte fueron incapaces de frenar a un rival crecido y de salvar al menos un punto. Al desplome anímico se sumó también el físico para dilapidar algunas sensaciones que parecían esperanzadoras.
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La cuestión es que Pellicer no le tembló el pulso tras el paupérrimo partido ante el Oviedo e introdujo hasta cinco cambios. A priori parecían más llamativos en la estructura defensiva –porque en la zaga sólo repitió Ramalho y porque además N'Diaye recuperó su plaza tras cumplir sanción–, pero en realidad parte de esa apuesta se centraba en buscar más profundidad con la presencia de laterales ofensivos (Delmás y Cristian). En cualquier caso, fue más significativo que en una cita tan trascendental el técnico recurrió a tres canteranos, puesto que junto al marbellí también figuraron en el once inicial el central Andrés (particularmente desafortunado) y Loren, este escorado a la derecha.
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Con dos sistemas casi clonados, incluso con un punta ubicado en la banda (el citado Loren y el local Dubasin), el Málaga nunca ofreció la sensación de fortaleza. El escalonamiento de sus jugadores facilitó que el Albacete hiciera mucho daño en el juego interior, sobre todo con la libertad de movimientos de Maikel Mesa y después, tras el descanso, de Manu Fuster. Si un equipo no ofrece cohesión, al final el rival disfruta de situaciones de uno contra uno. Y así en el minuto 4 Higinio castigó la blandura del joven Andrés para adelantar a los locales y seis más tarde N'Diaye, que trató de tapar un pase por dentro entre dos centrales demasiados abiertos, se las vio con Dubasin y Maikel Mesa. Este perdonó delante de Rubén Yáñez después de que el senegalés derribara al primero de ellos.
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Demasiado expuesto, el Málaga sacó las uñas por la izquierda, con Cristian y Lago Junior. Y ellos fueron los protagonistas de la igualada. Ya había quedado patente con el cambio de entrenador que el equipo tiene muchísimo más trabajada la estrategia. En el primer córner Delmás apareció por sorpresa en el segundo palo, y a continuación marcó en un servicio perfecto de Cristian en el que no perdonó Lago Junior.
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El marfileño apenas celebró el gol, se fue directo al fondo de la portería para coger la pelota y se encaminó con celeridad al centro del campo. Inmejorable síntoma de que el Málaga quería el triunfo. Efectivamente, durante veinte minutos manejó el partido, sufrió menos y estuvo más suelto en campo contrario. Y de nuevo golpeó en un córner, con un testarazo de Fran Sol, de espaldas al marco, en otro magnífico golpeo de Cristian. Las sensaciones eran inmejorables... hasta que Luis Muñoz liquidó al equipo blanquiazul al autoexpulsarse. La vehemencia de sus protestas tras ver la amarilla es impropia incluso de un juvenil.
El Málaga, que se había repuesto del mazazo del 1-0, bajó los brazos definitivamente con casi una hora por delante tras la actitud de su capitán. En la reanudación el Albacete pasó a jugar con dos puntas, adelantó a los laterales y metió por dentro a sus teóricos extremos (Manu Fuster y Juanma, que había entrado por Maikel Mesa).
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Pellicer había reforzado la medular antes del descanso con la entrada de Genaro, pero fue a todas luces insuficiente porque el cuadro manchego tenía la posesión, jugaba con demasiados hombres por delante del balón y la intimidación del Málaga era casi inexistente porque apenas le duraba la pelota. Manu Fuster dirigió la orquesta local recibiendo entre líneas con comodidad. Marcó el gol a los diez minutos y luego originó el 3-2. Ni el triple cambio del técnico sirvió porque el equipo blanquiazul estaba liquidado anímicamente desde la frivolidad de Luis Muñoz y también agotado físicamente de perseguir a los rivales. Al final el 3-2 fue un mal menor.
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