El Málaga apaga las alarmas y toma al fin oxígeno sin hacer un buen partido (2-0)

Y el Málaga comenzó sabiendo que el Eldense se iba a quedar, al menos, a cuatro puntos atrás, si bien el triunfo conseguido en La Rosaleda aumenta esa distancia con el descenso a siete puntos a falta de diez partidos para el final. El sufrimiento disminuye, aunque el equipo deberá mejorar mucho más para afrontar el resto de la competición con garantías. La principal noticia, al margen de los tres puntos, estuvo centrada en el regreso de Manu Molina tras algo más de tres partidos de ausencia. Parece un hombre clave que puede aportar mucho a un equipo que no encuentra el camino para recuperar su viejo nivel.

El ritmo fue más bajo que otras veces en una tarde fría, aunque sin lluvia. Los hombres de Sergio Pellicer aprovecharon sus pocas oportunidades para solucionar el encuentro relativamente pronto. Primero fue Lobete y después, todavía en la primera parte, Larrubia los que sentenciarían el encuentro. El resto del partido tuvo poco que contar, El Ferrol sólo apareció en la segunda parte con algunas opciones que no pudo culminar en un partido balsámico para los blanquiazules, que habían acumulado dos partidos calamitosos, sobre todo el de Albacete.

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Pellicer necesitaba buscar soluciones. De ahí que siguió con las revoluciones en el once inicial, como en semanas atrás. De entrada cambió a más de medio equipo en relación al fiasco de Albacete. Y el conjunto blanquiazul empezó muy impreciso, con continuas pérdidas y sin trenzar juego ofensivo en los primeros minutos. Pero ese atasco quedó resuelto muy pronto de la mejor manera posible, con el ansiado gol en una jugada aislada: pase en profundidad de Víctor que recoge Kevin en pugna con el lateral, al que superó para centrar atrás y que Lobete pudiera disparar al fondo de las mallas del Ferrol. El tanto de la tranquilidad, el que ofrecía una cierta calma después de una mala racha del equipo.

Era el momento de adquirir confianza para recuperar las sensaciones casi perdidas. Aunque el ritmo de otras veces no acababa de llegar ante un rival que tampoco plantaba excesiva oposición. El orden táctico era vital para buscar un crecimiento imprescindible, para que los futbolistas locales pudieran soltarse ante un público, siempre entregado, que estaba a la espera de una reacción importante, de las que sirven para cargarse de moral para los próximos encuentros. Aunque la imagen pretendida se resistía a llegar frente a un Ferrol que le costaba llegar al área de Herrero.

El Málaga no acababa de arrancar, pese al gol. Gran parte de su juego lo acaparaba Luismi, encargado de frenar los ataques visitantes y también era el responsable de la salida con el balón desde atrás, pero al bloque blanquiazul le costaba mucho generar ocasiones para marcar. Hasta que llegó otra acción combinativa, con un pase magistral, perpendicular y en profundidad de Juanpe para Lobete, que llegó hasta la línea de fondo y centró al segundo palo, por donde entró Larrubia para abrir distancias en el marcador de cabeza. Ahí comenzó a llegar realmente la alegría a los aficionados, que sabían de la necesidad del triunfo.

Sin apenas brillantez, el Málaga estaba resolviendo con cierta contundencia el choque ante un contrario débil y desahuciado. Y todo siguió igual en la reanudación, aunque en este caso ya con algunas opciones para un Ferrol que observaba cierta vulnerabilidad del rival atrás. Con Manu Molina y Puga en el campo, el equipo de Pellicer intentaba rearmarse no sólo para mantener el marcador, sino para dar un paso adelante que le permita afrontar con solvencia los próximos encuentros. Con la ventaja de dos goles, era ya el cuadro gallego el que llegaba con más peligro, obligando a intervenir a Herrero en varias ocasiones.

Los últimos instantes del partido se convirtieron en un intercambio de ataques que pudieron variar el marcador, pero finalmente todo se mantuvo igual. Y el Málaga deberá seguir reflexionado pese al imprescindible triunfo.