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CRISTINA PINTO
Sábado, 13 de agosto 2022
Eran las doce del mediodía y ya se empezaba a notar el movimiento en el centro de Málaga. Al pasar por calle Carretería, muchos se paraban para ver a los peregrinos de la romería al santuario de la Victoria, acto con el que se quedaba ... inaugurada la feria del Centro de este 2022. Pero para otros, la verdadera bienvenida a la Feria de Málaga llegaba con el primer brindis, como les pasaba al grupo de malagueños de Susana Reina, Noelia España y Daniel Benítez, que acababan de comprar su botella de Cartojal para hacer el 'chinchín' del primer sábado de feria. Aunque algunos de sus amigos, los más atrevidos, como Fran Santana, llevaban en la calle casi el mismo tiempo que la romería, desde las 12 del mediodía, aunque ellos no haciendo el peregrinaje al santuario de la Victoria, sino bebiendo vino fresquito. «Y con el calor», añadía uno de ellos. Terminaban de brindar y se dispersaban dispuestos a seguir con la juerga diurna atravesando los callejones del Centro mientras, otros, aparecían con sus maletas buscando ubicarse y empezar el fin de semana de Feria de Málaga.
Pero cuando reloj marcaba las 15.00 horas, al pasar calle Nueva llamaba la atención la música que se escuchaba desde la plaza de las Flores. Y un corro invitaba a asomarse a ver qué pasaba por ahí: un grupo de gente bailando las sevillanas que cantaba el grupo malagueño 'Luzma y Mamoni'. Vestidas de gitana estaban Chelo Ruiz y María Dolores López bailando y haciendo el careo mientras los de alrededor grababan. «Soy de Úbeda, pero llevo 26 años como malagueña adoptiva. Teníamos muchas ganas de feria, aunque parece que hay un ambiente más apagado que otros años, pero eso nos da igual, nosotras teníamos que venir vestidas de flamencas», comentaba Chelo al terminar de bailar las sevillanas.
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En la misma plaza, que tenía los bares a rebosar, había sentimiento de ganas de feria entre la familia Pozo y amigos: Lidia, Mari, Virtu, Pepa, Lourdes y Fernando. «¡Viva la Feria de Málaga!», gritaban con ilusión desde su barril. Aunque había algo que les preocupaba: «Vamos a tardar en comer porque llevamos un rato esperando, tenemos que alimentarnos que queda mucha tarde», comentaba la familia. Otros como el grupo de despedida de soltera de la novia Cristina, que llegaban de Toledo, ya parecían estar más que preparadas para la tarde mientras cantaban en mitad de calle Larios llenas de felicidad y rodeadas de puestos que vendían flores, mantones y abanicos. Este último, un complemento que no faltó en la primera jornada de la Feria de Málaga, que tuvo un termómetro que llegó a marcar los 38 grados.
La sobremesa de la comida en la feria se lleva con baile. Y la plaza de la Constitución tenía mucho de eso. Ni un alfiler cabía ni allí ni en sus alrededores por calle Larios o por cualquiera de las callejuelas que llegaban a la plaza. El pasaje Chinitas era una fiesta, «lo, lo, lo, lo», cantaban cada vez que un grupo quería pasar por mitad del callejón. Cualquier canción era buena para bailar, brindar o subirse en los postes de la plaza. Había alegría, ganas de volver a reír, bailar y reencontrarse con gente conocida, como les pasaba a un grupo de amigos manchegos: «Es que desde que llegamos nos vamos encontrando por la calle a gente de Puertollano, ¡estamos por todos lados!», comentaba Marta desde la Constitución ya pasadas las seis de la tarde. La música se había parado pero ellos seguían con la fiesta, como Jesús Sánchez-Majano, que ya buscaba el siguiente destino: «¿Dónde vamos entonces luego?», debatía con sus amigos.
Era rara la calle que no tenía por las esquinas botellas de Cartojal y vasos, dejando huella de que la fiesta estaba por cualquier rincón. Aunque en algunos sitios más que en otros, como en la plaza del Obispo, que tuvo la actuación del mítico Mr. Proper para animar a todos los que allí estaban y cantaban a gritos: «¿Qué pasará? ¿Qué misterio habrá? Puede ser mi gran noche» y eso pensarían de verdad muchos de los que bailaban el tema de Raphael. Las malagueñas Sole, Ana e Inés junto a las pequeñas Paula y Azahar lo dieron todo en la plaza, aunque pronto se irían para prepararse al siguiente turno: «Cuando corten nos vamos para casa, para la feria por la noche», advertía Sole mientras se abanicaba. Igual les pasaba al grupo de murcianas de Espe, Sonia, María, Miriam, Isa y Paco, algunas ya conocedoras de la Feria de Málaga: «Vamos ya de seguido para el real», aseguraban. Aunque otras como Isabel Adán y su familia decidieron optar por irse un rato a La Fábrica, en el barrio del Soho: «Qué ambientazo», comentaba con su prima.
Pero ya llegada la hora de la cena, a eso de las 21.30 horas del sábado, los portales acogían a aquellos feriantes que se sentaban porque ya no podían más con sus pies y las terrazas de bares a aquellos que aún les quedaban fuerzas para seguir o que habían optado por el turno de noche del Centro. Mientras, en la plaza de la Constitución quedaban algunos supervivientes de la fiesta de la tarde y grupos de gente que ya veían el momento de recogerse y llegar a casa. Aunque siempre quedan los incansables, esos feriantes para los que una tarde y parte de la noche nunca es suficiente, los que salen al 100% de batería. Bienvenida seas, feria.
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