Domingo, 12 de junio 2022
Los jugadores de La Roja se despidieron de La Rosaleda con una vuelta al ruedo, en una comunión perfecta con la afición malagueña, con intercambio de aplausos, mientras a Luis Enrique se le veía eufórico intercalando abrazos a sus ayudantes con muestras de cariño a ... la grada. Fue el epílogo de una noche mágica en el recinto de Martiricos, con más de 30.000 enfervorizados seguidores que llevaron en volandas al equipo para superar a la rocosa República Checa y asaltar el liderato de su grupo en la Liga de Naciones gracias al tropiezo de Portugal en Suiza.
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Las continuas rotaciones de Luis Enrique en este tramo de cuatro partidos de la Liga de Naciones en dos semanas reflejan su absoluta confianza en una plantilla casi definida para el Mundial de Catar a falta de pocas piezas (salvo espectacular irrupción en el primer trimestre de la próxima temporada). Esta vez sólo se mantuvieron el portero (Unai Simón) y el teórico delantero centro (Morata) respecto al once que compareció el jueves en Suiza. Porque la realidad es que con unos u otros el seleccionador ya ha conseguido implantar no pocos mecanismos en el juego del equipo. Las indicaciones desde el banquillo obedecen casi siempre a correcciones puntuales para buscar alternativas en situaciones de ataque dentro de la idea de un control absoluto del juego, mediante la posición o simplemente la colocación. Por eso España pasó por diferentes fases durante el primer periodo: de una salida desbocada, con un dinamismo que se tornó excesiva aceleración, a dificultades durante un periodo de diez minutos por la falta de fluidez en la salida de la pelota para apabullar al contrario desde el minuto 25 hasta el descanso.
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La República Checa llegó con la lección aprendida. Trató de cerrar por dentro para limitar las líneas de pase de La Roja –de ahí que fuera tan habitual ver a Rodri, Koke, Soler y hasta Morata recibiendo de espaldas– y buscar el error en la salida desde atrás. Marcos se vio señalado en dos ocasiones en el pase al centro y en la segunda Cerny puso a prueba a Unai Simón, que se estiró al palo izquierdo para evitar el gol. Dos minutos más tarde una entrega demasiado corta de Asensio al lateral izquierdo en ataque la resolvió el cuadro visitante con un envío en largo para dejar en evidencia la enorme distancia entre los centrales (luego corregida). Íñigo Martínez trató de achicarle el espacio a Kuchta, que perseveró y después se topó con la firmeza en la salida del guardameta del Athletic.
España
Unai Simón, Carvajal, Eric García, Iñigo Martínez, Marcos Alonso (Jordi Alba, min. 78), Rodri, Carlos Soler (Gavi, min. 59), Koke (Busquets, min. 78), Asensio (Sarabia, min. 72), Morata (Ferran Torres, min. 59) y Dani Olmo.
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República Checa
Mandous, Zima, Brabec, Jemelka, Coufal, Sadilek (Kral, min. 29), Soucek, Zeleny (Kalbach, min 79), Cerny (Hlozek, min. 59), Kuchta (Jurecka, min. 59) y Pesek (Tecl, min. 79).Goles: 1-0: min. 24, Carlos Soler. 2-0: min. 75, Sarabia.
Goles. 1-0: min. 24, Carlos Soler. 2-0: min. 75, Sarabia
Árbitro. Cüneyt Çakir (Turquía). Amonestó a Carvajal.
Incidencias. Partido correspondiente a la cuarta jornada de la Liga de Naciones, disputado en el estadio de La Rosaleda ante 30.389 espectadores.
España trató de abrir el campo con los laterales y juntó a los teóricos extremos con Morata, lo que alimentó las dudas en el trío de centrales checos. Y así surgieron las dos combinaciones casi consecutivas entre Asensio y un especialista de lujo en la llegada desde la segunda línea, Soler, mientras los zagueros no tapaban las vías de agua. El valencianista no perdonó en la primera y llegó forzado en la segunda. La ventaja en el marcador multiplicó la confianza de la selección, que no cerró el partido por imprecisiones o por el empecinamiento en abusar del toque cuando existía la opción del disparo a puerta. El control fue absoluto bajo la batuta de Koke y la impecable lectura de Rodri en los apoyos, aunque sí se echó en falta más presencia de Carvajal y Marcos en los flancos.
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En la reanudación no varió un ápice la dinámica del encuentro, aunque los checos tuvieron pronto una opción por el exceso de confianza de Carvajal con Pesek, cuya vaselina se marchó ligeramente alta, y después se dejaron ver con transiciones rápidas que se toparon con la acumulación de defensores para evitar el tiro desde la frontal o el pase al hueco.
Al filo del cuarto de hora Luis Enrique introdujo al más aplaudido, Gavi –¡hace un año en Marbella disputando la Copa de Campeones con el Barça juvenil!–, y a Ferran. Durante una docena de minutos Asensio ejerció de 'falso 9', testigo que recogió luego Dani Olmo con la entrada de Sarabia para actuar en el costado izquierdo. Precisamente este culminó en el segundo palo un ataque frenético de los tres puntas para dejar finiquitada la contienda.
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La fiesta no decayó en la recta final, ya con Busquets al timón junto a Rodri –Gavi se movió en una zona más adelantada–, y el estadio vibró con los olés y ese cántico, «¡Que bote La Rosaleda!», que es un claro mensaje a la Federación de que Málaga nunca le falla a la selección. Y para todo aficionado malaguista presente fue, al menos, un final alegre a una temporada triste con la esperanza de que volverán tiempos mejores.
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