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El Málaga dedica cada temporada un partido a sus seguidores más jóvenes. En el Día de la Provincia invita a niños de las escuelas municipales de fútbol o de diversas entidades, en torno a 7.000. Ni de lejos igualaba la cifra de adolescentes y pequeños vista anoche en el 'coliseo' de Martiricos, en el que predominó claramente un color, el rojo. O mejor dicho, La Roja. Ese equipo que a los nacidos en este siglo acostumbró a la gloria, hasta hace relativamente pocos años.
Ahora que está tan en boga el 'big data', el dato más interesante en torno al público que llenó ayer el feudo de Martiricos quizás hubiera sido calcular cuántos de los que poblaron las gradas y agotaron en un sólo día las entradas estuvieron también en el decepcionante Málaga-Burgos. Aquel que cerró la temporada en casa del equipo de la ciudad en Segunda. Tocaba esta vez vivir alegrías, no sufrir. Fue un público casi de megaconcierto, con complementos diferentes en el atuendo respecto al que se ve habitualmente en torno al Málaga. Muchas banderas de España, colocadas incluso de falda y familias al completo posando para un 'selfie'. El orgullo de trascender y la foto colgada de inmediato en las redes sociales. No fue casual que se repartiera propaganda de VOX en la Avenida de la Palmilla.
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No faltaron chicas adolescentes con cartulinas con las fotos de sus ídolos. Nada como tener un referente a esas edades, aunque la selección de Luis Enrique atraviese un periodo de entreguerras tras la etapa más gloriosa en la historia del combinado nacional (dos Eurocopas y un Mundial entre 2006 y 2010). En todo caso, Gavi fue el centro de la miradas.
La Rosaleda se mostró al mundo tuneada de rojo, hasta en la cartelería exterior de la puerta de autoridades, pasando por la rotulación de la zona de trabajo de medios de comunicación o el anillo de publicidad del estadio. Españoles y checos le dieron la última batalla al césped que será repuesto en los próximos días, como cada año, sólo que esta vez se ha retrasado el momento por fuerza mayor.
Cuatro años hace de la última vez que se pudo ver fútbol de primer nivel en La Rosaleda, y eso empieza a pesar ya, porque un partido de la selección llena. Igual que en aquel ciclo de una década sin balompié de Primera entre finales de los ochenta y de los noventa. El de anoche fue el décimo encuentro de España en Martiricos. El primero, ante Grecia con los malaguistas Migueli, Macías y Deusto, data de 1973. Van tres oficiales (el de este domingo, de la tercera edición de la Liga de Naciones de la UEFA), porque el resto fueron amistosos y, si se calcula el tiempo transcurrido desde el estreno de la selección de todos, da una periodicidad casi exacta de un choque cada lustro, que en los últimos tiempos se viene respetando casi a rajatabla.
Gavi, Ansu Fati y Luis Enrique fueron los más vitoreados al anunciar el once titular y suplentes, y la afición vibró con los himnos oficiales y otros oficiosos, como el 'Freed for desire' de Gala o el más cañí 'Mi gran noche' de Raphael. No tardó en llegar la ola, y el público reclamó en reiteradas ocasiones la presencia del azulgrana Gavi en el campo, deseosa de un referente que le dé otro vuelo al equipo nacional. El clamor se cumpliño entrada la segunda mitad.
Sin huecos ni en la zona reservada al equipo visitante, con medio millar de checos, el palco de autoridades registró la presencia del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el presidente de la Diputación, Francisco Salado; el secretario para el Deporte de la Junta, José María Arrabal, y la delegada del Gobierno de la Junta, Carmen Casero.
Al final del choque, con música de pasodoble en la megafonía, los internacionales dieron una vuelta al ruedo aclamados por los seguidores, la mayoría de los cuales no abandonaron el recinto de forma precipitada. Un niño saltó al campo y, aunque la seguridad fue a interceptarlo, los jugadores pidieron que se quedara con ellos y les acompañó en el resto del homenaje.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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