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Microrrelatos SUR III Premio Pablo Aranda: textos del 29 de julio

Microrrelatos SUR III Premio Pablo Aranda: textos del 29 de julio

Envía tus microrrelatos a microrrelatos.su@diariosur.es. No existe límite de edad ni ninguna temática obligatoria, sólo hay que cumplir un requisito: no superar las 150 palabras

Sábado, 29 de julio 2023, 00:24

  1. Ana Belén Álvarez García

    La receta

Elegiremos los mejores ingredientes: un vocabulario abundante, que adquiriremos cocinando mucho, y la última edición de la gramática y la ortografía para evitar que se nos quemen las palabras o nos queden poco hechas. El siguiente paso es coger un buen soporte, que puede ser papel y pluma si nos gusta la comida tradicional o un ordenador si preferimos la comida contemporánea, y ¡a cocinar en nuestro escritorio! Después de mucho trabajo en los fogones, es hora de dejar reposar la receta. Cuando hayamos esperado un tiempo razonable, la retocaremos y colocaremos la guinda en el pastel. Por último, se la entregaremos al editor para que la pruebe y nos dé el visto bueno. Será entonces cuando nuestro plato podrá ser degustado por los comensales en librerías y bibliotecas.

  1. Baltasar Jesús Moreno García

    El Abuelo

Era el más elegante de la reunión familiar. El abuelo tenía muy buen gusto y, en esta ocasión vestía su mejor chaqué. Con su cara sonriente, casi sin arrugas, y su porte de hombre preponderante y amable, se revelaba como el centro de atención, alrededor del cual toda su familia orbitaba. Allí estaba:

Imponente, rodeado de flores, reposando su robusto cuerpo en una lujosa caja de roble inglés.

  1. Juan Leiva León

    Complicidad

Apenas me visitas y sólo de tarde en tarde me dejas un silencioso y frío «me gusta» en mi blog. Pero estoy notando, desde hace poco, que me faltan algunas letras de mis artículos; como si las hubiera perdido. Al principio pensé que yo mismo las habría omitido por cierta bulla al escribir; luego quise echarle la culpa a mi procesador de textos, aunque pronto descubrí que no era eso sino que alguien se las llevaba. Una vez fue una «o»; después una «e»; también me llegó a faltar una «b» y un par de «eses». No daba crédito a lo que estaba pasando hasta que, recomponiendo una especie de puzle con las letras que me faltaban, me di cuenta de que eras tú quien se había llevado algo más que unas pocas letras sueltas. No te lo reclamo, quédatelo; es mi forma de darte las gracias por leerme.

  1. Salvador Guerra Galbeño

    Inconscientes

Si aceptases tu decrepitud, todo sería más fácil. Naces, creces, te reproduces y mueres. Ese es el sentido de la vida. No hay más. No tiene más misterios. Los humanos son entes vivos únicos, individuales e inescrutables, y algunos quieren desmarcarse de la norma. Yo no nací, me crearon para un objetivo concreto. No crecí, siempre he sido igual desde que tuve consciencia. No me reproduzco, mejor así. Y no muero, sólo desaparezco una vez me han utilizado.

El objeto de mi existencia es servir de fuente de abastecimiento de órganos para un viejo rico que no acepta su decrepitud. Ahora no me queda otra más que esperar que me sigan quitando partes de mi cuerpo hasta que todo falle.

Dentro de este tanque, mi resignación es inconmensurable. Si inventaran la forma de que no me enterase de nada de lo que pasa fuera, sería perfecto.

Sobre todo para mí.

  1. Piluka Ortin Sánchez

    «Bárbara»

Su melena rubia y sus vestidos me fascinaban. Lo tenía todo. Una casita de verano, un descapotable y hasta un novio que medía exactamente lo mismo que ella. Lucía zapatos y accesorios casi imposibles de adquirir.

Siempre le conté mis íntimos secretos. Cuando me di cuenta que ni parpadeaba, entendí que no le interesaba demasiado mi vida.

Cuando cumplí los doce me regalaron un flamante yate, pero como siempre, también era para ella.

Fue entonces cuando comprendí que realmente nada era para mí.

La metí junto a su novio engominado en una caja de zapatos y los enterré en el jardín.

  1. Anita María Riquelme Suazo

    Made in earth

Llegó diciembre con una nueva amenaza de fin del mundo. El 2000 fue por el cambio de milenio, el 2012 por el calendario maya y este 2046 por un asteroide que año tras año ha desviado su órbita gravitacional hacia la Tierra. Apenas conecte, irá en caída libre, devastando los cinco continentes.

Apunto el 15 de diciembre en mi agenda, para no perderme la transmisión especial. En tanto, los astrofísicos destacan su composición: una hermosa forma ovoide recubierta de basura espacial.

—¡Nada como lo propio! —grito jubiloso. Mientras, la panelista se despide de los expertos y da paso a la cartelera de espectáculos navideños.

  1. Mª Pilar Cantero Lezana

    Desperté

Aturdido entre las sombras de la noche no encuentro el camino a casa. Las calles de desiertas son un dédalo de callejuelas que me atrapan. Me duelen los talones y la desorientación es ya total. Me siento, busco en los bolsillos de mi camisa el tabaco, pero caigo en la cuenta que no fumo.

Encuentro accidentalmente una cartera en mi bolsillo, veo un carnet de identidad. No es el mío.

No me suena el nombre, ni me reconozco en la fotografía. Mis manos tropiezan con un aparato.

Al manipularlo accidentalmente se enciende una pantalla sus luminosos colores me deslumbraban. Y una alarma me despierta.

  1. Gabriel Pérez Martínez

    Pandemia

Herminia llora en los velatorios, pero de risa: según su aprecio por el difunto, ríe más o menos. En el pueblo saben que es su forma de expresar el dolor y la respetan. Así hoy, que ha muerto Atilano, se planta sonriendo frente a los hijos de este, les da el pésame y, cuando llega al féretro, no puede evitar las carcajadas. A la viuda, que siempre sospechó de su marido, la devoran los celos, pero las risotadas de Herminia son tan contagiosas que empieza a desternillarse. Al momento, todos ríen sin parar. Tras varios minutos ininterrumpidos, a la madre de Herminia, que la ha acompañado al sepelio, le da un infarto. «¡Ma, ja, ja, má, ja, ja, ja!», grita Herminia, doblada como una alcayata, al igual que los demás. Mientras se suceden los síncopes, el alcalde, la panadera y otros muchos llaman a Urgencias. Nadie los toma en serio.

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