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El 'think tank' que mueve los hilos en Estados Unidos
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El 'think tank' que mueve los hilos en Estados Unidos
Viernes, 21 de Febrero 2025, 11:27h
Tiempo de lectura: 11 min
Hay un dicho en Washington: el poder real no reside en quienes acaparan los focos, sino en quienes susurran las ideas correctas en los oídos adecuados. Y hay un hombre que lleva medio siglo susurrando en los oídos de cada presidente republicano. Se llama Edwin J. Feulner. «No queremos ser solo un grupo de académicos que redactan estudios, los colocan en una estantería y esperan que alguien importante los lea», escribió. Y con este nuevo enfoque cambió para siempre el papel de los think tanks, esos laboratorios de ideas que ya no se conforman con analizar la realidad, sino que presionan agresivamente para moldearla en los pasillos del poder.
A sus 83 años, Ed Feulner es el último superviviente de la trinidad que creó la Fundación Heritage en 1973, junto con el magnate cervecero Joseph Coors, que aportó el músculo financiero y llegó a donar aviones para la Contra nicaragüense; y Paul Weyrich, quien vislumbró el potencial de los telepredicadores y los movimientos de base cristianos. Por su parte, Feulner sigue siendo una de las figuras más influyentes de la política estadounidense. Siempre cerca de los presidentes del Partido Republicano, desde Ronald Reagan a Donald Trump. Y siempre en la sombra.
Hoy, el mundo contiene la respiración ante cada nueva ocurrencia de Trump: desmantelar agencias federales, despedir a decenas de miles de funcionarios, deportaciones masivas… Algunas ya están en marcha; otras aguardan en la recámara: como abolir la Reserva Federal, establecer un sistema de banca libre y considerar el retorno al patrón oro. Pero la fábrica de esas ideas es un edificio de Washington, la sede de la Fundación Heritage, a doce minutos en coche de la Casa Blanca. Allí es donde se cuece la política conservadora y donde Feulner pretende ponerle la guinda a su carrera perpetrando la transformación más radical que se recuerda del Gobierno norteamericano.
Cada nueva orden ejecutiva y cada nueva amenaza de Trump pueden parecer una improvisación, pero forman parte de una estrategia milimetrada conocida como 'Proyecto 2025'. Es la hoja de ruta de Heritage para la legislatura. Ocupa 922 páginas, elaboradas por más de 400 expertos y respaldadas por un centenar de organizaciones afines. Pero el grueso de las propuestas se concentra en los primeros 180 días del Gobierno de Trump, y no es casualidad: inspirándose en la doctrina militar del shock and awe ('conmoción y pavor'), el documento detalla una ofensiva relámpago para transformar el Estado antes de que la oposición pueda reaccionar. Esto se traduce en un bombardeo diario y constante: la eliminación de la ciudadanía por nacimiento, el abandono de políticas climáticas, la cancelación de programas de ayuda, la salida de la Organización Mundial de la Salud, la purga del FBI, el menoscabo de la NASA, la imposición de aranceles…
No es la primera vez que Heritage ejecuta una operación así. En 1980, su Mandate for leadership proporcionó el andamiaje intelectual para la revolución conservadora de Reagan. Pero si entonces el objetivo era reducir el gobierno federal desde dentro del sistema, el Proyecto 2025 aspira, según sus críticos, a algo más radical: concentrar un poder sin precedentes en la presidencia y sembrar el terror para paralizar cualquier oposición. Esta estrategia aprovecha la desorientación y la parálisis del adversario: mientras Trump mantiene a sus oponentes en un estado que va desde la incredulidad al pánico, se llevarían a cabo cambios estructurales tan profundos que resultarían irreversibles incluso si los republicanos perdieran futuras elecciones.
Detrás de este guion hay un hombre que recorre más de 230.000 kilómetros al año para diseminar sus ideas basadas en un Estado reducido a la mínima expresión y valores familiares tradicionales: Ed Feulner, nacido en Chicago en 1941. Así lo describe William F. Buckley Jr., fundador de National Review: «Aunque sus modales son muy reservados, uno se pregunta cómo lo consigue. Ayuda que disponga de los atributos biológicos y temperamentales necesarios: la capacidad de pasar muchas horas sin dormir, de viajar sin fin atendiendo montañas de trabajo, de aguantar días de reuniones que empiezan en el desayuno y terminan a medianoche».
Bajo el liderazgo de Feulner, Heritage se ha convertido en el engranaje que cohesiona al Partido Republicano. Bill Clinton se lamentaba en 2002 de que los demócratas «nunca consiguieron levantar una maquinaria similar que pudiera hacerle frente». No es casualidad que The New York Times la defina como «el Partenón de la metrópolis conservadora».
La Fundación Heritage y los magnates de Silicon Valley son aliados tácticos, pero también compiten por el favor de Trump. Y sus visiones no siempre son compatibles…
Con el veterano líder de Heritage, Donald Trump comparte no solo una edad similar: Feulner habla un lenguaje que el presidente entiende. Aunque su hijo Barron lo ilustre sobre las oportunidades de las criptomonedas o la IA, Trump coge lo que le interesa. Y su amigo de la vieja guardia le ofrece un contrapeso para mantener a aliados tan volátiles y poderosos como Elon... Leer más
El método de Feulner, conocido como el briefcase test ('la prueba del maletín'), transformó la manera en que las ideas políticas circulan por Washington: todo documento debe ser lo suficientemente conciso y claro como para que un congresista pueda leerlo en el taxi que lo lleva por la avenida de Pensilvania, de camino al Capitolio.
La fundación mantiene una presencia constante en el Capitolio, con 80 de sus antiguos miembros ocupando puestos en el corazón legislativo. Esta red de influencia se extiende más allá de las fronteras americanas, con conexiones que alcanzan instituciones académicas y políticas en diversos países, incluyendo España. Los números revelan el alcance actual de esta influencia: más de 400 reuniones anuales con personal del Congreso, 120 encuentros con congresistas y 47 sesiones informativas con candidatos.
Y sus dirigentes ocupan puestos estratégicos. Steve Forbes, quien formó parte de su junta directiva durante más de dos décadas (2001-2022) y ahora tiene un papel honorífico, ejemplifica la simbiosis entre el poder mediático y el conservadurismo. Bajo su dirección, la revista Forbes no solo promovió menos gobierno, menos impuestos y más poder corporativo, sino que publicó la famosa lista de las mayores fortunas del planeta, normalizando la exhibición de la riqueza extrema.
Su plan: ‘resetear’ el Estado como un programa informático defectuoso.
De bloguero marginal a filósofo de cabecera, Curtis Yarvin es el ideólogo favorito del vicepresidente, J. D. Vance. Este programador judío de Brooklyn, hijo de un diplomático y nieto de comunistas perseguidos por McCarthy, se ha convertido en un puente entre los conservadores tradicionales y la nueva derecha radical.
Su metáfora de la ‘pastilla roja’, una referencia a Matrix que simboliza despertar a una realidad... Leer más
Los orígenes de la fundación se remontan a Joseph Coors, heredero de un imperio cervecero. Su hermano William solía decir que estaba «un poco a la derecha de Atila, el rey de los hunos». Conoció a Ronald Reagan, por entonces gobernador de California, en Palm Springs en 1967, iniciando una relación que lo catapultaría hasta la cocina del poder… literalmente. Coors llegó a formar parte del Kitchen Cabinet, el círculo íntimo de asesores del presidente Reagan.
Durante las travesías en el desierto –los años de Clinton y, sobre todo, la era Obama–, Heritage también fue decisiva. Con los demócratas en la Casa Blanca, la fundación mantuvo vivo el fuego ideológico a través de su red Sentinel ('centinelas'), 20.000 vigilantes distribuidos por todo el país que actúan como guardianes de la ortodoxia conservadora a pie de calle, presionando a los congresistas locales y movilizando las bases. «Si no tienes a la gente adecuada, no tendrás el éxito que Heritage ha tenido a lo largo de los años», explica Feulner, que se inspiró en el famoso «Avon llama» de la compañía de cosméticos (entonces no existían las redes sociales). Como vendedores de ideología puerta a puerta, los centinelas propagan el mensaje en cada distrito electoral.
Durante la campaña, Trump calificó de «extremo» el Proyecto 2025, a pesar de que su nombre aparece mencionado 300 veces en el documento; aseguró no haber leído «ni una sola página» y desconocer quién está detrás. Sin embargo, los analistas señalan que muchos de sus colaboradores no solo participaron en su redacción, sino que ya están ocupando puestos de liderazgo. Con Trump siempre hay que dejar un margen para la bravuconada (anexionarse Groenlandia, recuperar el canal de Panamá, convertir «Gaza en la Riviera»), pero el Proyecto 2025 le proporciona un paraguas ideológico para dar cobertura a casi cualquier iniciativa. El Proyecto 2025 también dibuja una relación transatlántica donde Estados Unidos exige a Europa más gasto militar y una revisión de los acuerdos comerciales.
La piedra angular es la llamada 'teoría del ejecutivo unitario', una interpretación del artículo II de la Constitución que otorgaría al presidente un control casi absoluto. El objetivo, según sus promotores, es «derrotar al 'Estado profundo' y devolver el Gobierno al pueblo». El 'Estado profundo' es un término para referirse a una supuesta red de funcionarios federales, burócratas y miembros de agencias gubernamentales que intentarán sabotear la presidencia de Trump. Para sus críticos, no es más que una teoría conspirativa que busca justificar una autocracia.