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Sala de maternidad del Hospital Civil Provincial San Juan de Dios, donde nació la 'Niña de la Ciencia'
¿Quién fue la 'Niña de la Ciencia' en Málaga?

¿Quién fue la 'Niña de la Ciencia' en Málaga?

Se llamaba María del Carmen Enriqueta Sánchez González y nació en julio de 1898 por una cesárea que pasará a la historia de la medicina como la primera realizada en Andalucía a una madre fallecida. La hazaña fue obra del ginecólogo José Gálvez Ginachero. Esta es la historia de aquella niña

Domingo, 15 de septiembre 2019

Con su recuerdo ya (casi) borrado de la memoria colectiva, existe en la Málaga de finales del siglo XIX una historia que merece la pena ser rescatada y que tuvo como protagonista a una niña que en el momento de su nacimiento acaparó todas las miradas por las condiciones extraordinarias en las que llegó al mundo. Su caso ha pasado a las crónicas de la época como el de la 'Niña de la Ciencia' por ser el primer bebé nacido con vida a pesar de la muerte de su madre: aquella cesárea postmortem no sólo escribió el nombre de la pequeña María del Carmen Enriqueta Sánchez González en la historia de la medicina; también el del ginecólogo que logró aquel hito por primera vez en Andalucía y cuarta en Europa: el ginecólogo José Gálvez Ginachero.

Los caminos de ambos se cruzaron el 13 de julio de 1898 en la maternidad del Hospital Civil Provincial San Juan de Dios, donde ingresó la madre de la pequeña a punto de dar a luz y con un historial médico cargado de complicaciones. En efecto, la joven María González Enríquez tenía 28 años y era conocida en las calles de Málaga por vivir de la caridad y la limosna acompañando a su marido, un ciego también muy popular llamado Antonio Sánchez. María tenía en la espalda una prominente joroba, aunque el grueso de sus males estaban relacionados con las vías respiratorias y con las violentas crisis que sufría, hasta el punto de tener que ser atendida en la calle en numerosas ocasiones.

Aquel cuadro médico se agravó con el embarazo y provocó que la joven ingresara en el hospital con un estado grave que no sólo ponía en riesgo su vida, sino también la de su hija. Hay que tener en cuenta que en aquella época, finales del siglo XIX, la viabilidad de los recién nacidos dejaba mucho que desear; más aún cuando las condiciones físicas de la madre no eran las mejores.

Pero María tuvo la suerte de ser asistida por José Gálvez Ginachero, maestro de varias generaciones de médicos y cuya fama como ginecólogo ya había traspasado las fronteras locales hasta el punto de convertirse en el médico especialista de María Cristina de Habsburgo, madre de Alfonso XIII y por entonces reina regente. Una vez comenzado el protocolo de maternidad, el doctor Gálvez hizo lo que pudo por estabilizar a la parturienta, aunque en la madrugada del 14 al 15 de julio, y ante el agravamiento de su estado, decidió inducir el alumbramiento.

Aquellos momentos de tensión han quedado recogidos en la biografía que publicó Gustavo García Herrera sobre el conocido médico: «Dispuse lo necesario para la operación de cesárea y a las dos de la tarde, uno o dos minutos después de hacer la enferma su última inspiración, se hizo rápidamente aquella operación sacando viva a una niña que en un principio estaba algo asfíctica, pero que no tardó en ser animada y colocada en la incubadora. El peso de la niña en la mañana del 17 era de 1.200 gramos». Seis meses más tarde, la pequeña ya marcaba tres kilos y cuatrocientos gramos, gracias en parte a la alimentación a cuchara que había recetado el doctor Gálvez a base de leche esterilizada rebajada en agua.

Aquella niña ganada a la vida gracias a la pericia médica fue bautizada en la capilla del propio hospital por el obispo de Málaga, entonces Juan Muñoz Herrera, y con el propio doctor Gálvez como padrino y encargado -también- de escoger el nombre del bebé.

Fuera de peligro y conocida ya en toda la ciudad como la 'Niña de la Ciencia', María del Carmen Enriqueta Sánchez González afrontaba sin embargo otra dificultad: la de la supervivencia en unas condiciones más o menos estables teniendo en cuenta que su madre había fallecido, que su padre lo hizo cuando ella era muy pequeña y que su única hermana no tenía recursos para cuidarla. Aun así, en esa misma biografía se revela que el doctor Gálvez la atendió económicamente durante toda su niñez y adolescencia, «y que fueron muchas las muestras de afecto que le dispensó en todo momento».

Una de las dependencias del asilo de Nuestra Señora de los Ángeles, donde murió a los 82 años la 'Niña de la Ciencia'. El doctor José Gálvez Ginachero, protagonista de la gesta médica. María del Carmen Enriqueta Sánchez González.
Imagen principal - Una de las dependencias del asilo de Nuestra Señora de los Ángeles, donde murió a los 82 años la 'Niña de la Ciencia'. El doctor José Gálvez Ginachero, protagonista de la gesta médica. María del Carmen Enriqueta Sánchez González.
Imagen secundaria 1 - Una de las dependencias del asilo de Nuestra Señora de los Ángeles, donde murió a los 82 años la 'Niña de la Ciencia'. El doctor José Gálvez Ginachero, protagonista de la gesta médica. María del Carmen Enriqueta Sánchez González.
Imagen secundaria 2 - Una de las dependencias del asilo de Nuestra Señora de los Ángeles, donde murió a los 82 años la 'Niña de la Ciencia'. El doctor José Gálvez Ginachero, protagonista de la gesta médica. María del Carmen Enriqueta Sánchez González.

El destino de la pequeña se escribió tras los muros del Asilo de San Manuel, donde ingresó en 1901 cuando apenas arrancaba a andar. Allí quedó a cargo de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl; y los que la conocieron destacaban que, al igual que su madre, era cargada de espaldas y que tenía dificultades para hablar. El hecho es que la 'Niña de la Ciencia' no pudo proyectar su vida hacia un oficio y dedicación y permaneció en el asilo durante setenta años. Y también en el olvido de la ciudad, que devoró los primeros meses en la vida de la niña a la misma velocidad con la que luego la borró su huella.

Los escasos testimonios que se conservan de su rutina en el asilo, donde convivía con otros huérfanos como ella y mujeres viudas con escasos recursos, hablan de que María del Carmen Enriqueta tenía habitación propia, que allí se encontraba en un hogar y que ayudó, durante muchos años, en las tareas del parvulario del asilo, donde atendía y quería a los niños como si fueran suyos. También que era «modosita» y que se mostraba educada y sumisa, aunque una senilidad anticipada comenzó a pasarle factura no sólo en la memoria, sino también en su comportamiento, hasta el punto de provocar algunos problemas de relación con los alumnos.

Setenta años después de entrar a aquella casa por primera vez, la 'Niña de la Ciencia' fue trasladada a las Hermanitas de los Pobres; y por último al asilo Nuestra Señora de los Ángeles, donde murió, el 19 de junio de 1980, a los 82 años y con el silencio de los medios que unas décadas antes habían dedicado páginas y páginas a su nacimiento.

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