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«Me parece normal y razonable todo lo que dice Dani García en su anuncio. Yo llevo desde 2005 con una estrella Michelín y la tensión y presión que siento hace todo muy difícil. Este tipo de concepto de restaurante es muy esclavo porque ... supone un esfuerzo brutal. El sinónimo de Michelín es un gran revuelo y mucha notoriedad, pero también conlleva otras cosas. Se pierde la esencia de la cocina. Respeto y valoro lo que ha hecho Dani y me parece muy honesto. Veo lo que supone para mí una sola estrella, de dedicación y exigencia y voy al límite, siempre digo que no sé si querría una segunda. Y no puedo imaginar lo que sería tener tres. Al final pierdes la perspectiva de lo que es importante para la familia y para uno mismo».
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