Dudas, dudas y más dudas. Los mensajes lanzados por Pepe Mel las dos últimas semanas habían provocado un dilema entre los dirigentes del Málaga: mantener o no al entrenador madrileño. Hasta que en la madrugada de ayer, después de una extensa reunión entre el administrador ... judicial, José María Muñoz, y el director deportivo, Manolo Gaspar, el primero de ellos optó por la decisión drástica de no concederle un partido más de margen, hasta el domingo en Gijón frente al Sporting. De este modo, decidió volver a la casilla de salida y repescar a Sergio Pellicer sólo veinte meses después y en lo que supone además el cuarto cambio de entrenador en un año y un día tras las salidas de José Alberto López, Natxo González, Pablo Guede y ahora Mel. La única diferencia estriba en que hasta ahora este tipo de medidas las adoptaba el director deportivo, pero esta no.
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Distintas razones han convergido en la destitución de Mel. Si bien es cierto que el técnico madrileño atravesaba por problemas anímicos debido a una situación personal, conviene apuntar que en este caso no se ha producido una salida pactada como en el caso de Guede (que en realidad fue una renuncia del hispanoargentino en toda regla), sino el cese en sus funciones. De hecho, el entrenador llegó en la mañana de ayer a La Rosaleda para dirigir el entrenamiento y fue entonces cuando se le comunicó la decisión adoptada. Incluso, tenía concertadas sendas entrevistas con dos medios de comunicación. Es decir, no intuía su despido porque además en la víspera no tenía esa sensación tras una reunión con el administrador.
Mel, que llegó a finales de septiembre con el Málaga penúltimo y a cuatro puntos de la permanencia, deja el equipo casi en idéntica situación: antepenúltimo (empatado con el penúltimo, el Lugo, pero por encima gracias a la diferencia de goles) y con la misma desventaja. El balance numérico es de tres victorias en 18 partidos (una por cada seis, igual que Guede), 18 puntos en ese periodo (es decir, con un promedio de uno por encuentro), sólo 14 goles marcados (por debajo de la media de su antecesor), 17 encajados (repartidos en 14 de esos 18 encuentros) y también en puesto de descenso (cuarto por la cola) si se tiene en cuenta el parcial de Segunda desde que se hizo cargo del equipo. Durante más de sus cuatro meses el cuadro blanquiazul se ha mantenido entre los dos peores, salvo en esta jornada.
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En un balance general la mejoría del Málaga de Mel respecto al Málaga de Guede no ha sido excesivamente sustancial. El balance era tan desolador con el exdelantero que el listón estaba demasiado bajo. En determinados momentos dio la sensación de que el equipo iba a despegar por su rendimiento en tramos de algunos encuentros, pero a la postre se produjeron recaídas en todos los males. Internamente se esperaba que el triunfo ante el Alavés, en el último partido del año, iba a ser el punto de inflexión, pero contra el Eibar y el Burgos se observaron los mismos defectos: falta de llegada, mínimas ocasiones, sensación de equipo nada compacto, abuso del juego horizontal, carencias a balón parado (con nulo aprovechamiento en ataque y una enorme fragilidad en defensa) y, sobre todo, poca mordiente para buscar el único resultado posible, el triunfo. En definitiva, se le fichó para que dotara al Málaga de un estilo y cuatro meses después se considera que no lo ha conseguido.
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Pero, más allá de cuestiones deportivas, en la drástica medida han tenido un peso decisivo las últimas declaraciones de Mel, en las que transmitía su resignación ante la situación del equipo. Al administrador judicial no le gustaron en absoluto y, como también había escarmentado por las circunstancias en torno a la salida de Guede –que se demoró en exceso y sólo se produjo cuando este renunció–, era partidario desde el lunes de conversar con el entrenador para conocer sus sensaciones. Finalmente optó por la destitución en una resolución que esta vez no adopta el director deportivo, cuya situación en el club, como explicaba ayer este periódico, también es insólita porque su ciclo está amortizado y sólo se espera al cierre del mercado invernal.
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De este modo, se adoptó la solución más sencilla: el regreso de Sergio Pellicer. Al castellonense ya se le había sondeado sobre la posibilidad de volver y había mostrado su disposición a ayudar al club. Pasadas las tres de la tarde el club hacía oficial su incorporación hasta junio de 2024 (es decir, lo que queda de temporada y la próxima). Posteriormente, dirigió el entrenamiento desde las seis de la tarde en La Rosaleda acompañado de su segundo, Manolo Sánchez, que regresa también al Málaga.
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Pellicer vuelve veinte meses después, periodo en el que han pasado por el banquillo cuatro entrenadores: José Alberto López (los primeros 24 partidos de la temporada pasada), Natxo González (los diez siguientes), Pablo Guede (los ocho últimos de la campaña anterior y los seis primeros de la actual) y Pepe Mel (los 18 más recientes). Entre el despido del elegido para sustituir al ex lateral derecho (José Alberto) y el de Mel sólo ha mediado un año y un día. Esta sucesión de fracasos por parte de Manolo Gaspar se suma a las erráticas decisiones en la elección de jugadores las dos últimas temporadas. Además, los intentos fallidos en el banquillo prueban que en el mercado no «sobran entrenadores», frase que deslizó el director deportivo durante semanas hace menos de dos años, antes de ofrecerle la renovación al ahora 'entrenador pródigo'.
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Pellicer tiene ante sí una complicada tarea, incrementada además por la necesidad de sumar puntos en los cuatro próximos encuentros, ya que después el equipo se medirá a tres claros candidatos al ascenso y corre el riesgo de quedarse descolgado. Desde su salida de La Rosaleda el castellonense sólo ha entrenado al Fuenlabrada, equipo al que no pudo resucitar (estuvo 11 jornadas), aunque ha aprovechado para viajar con la intención de ver mucho fútbol de entrenamiento y de conocer también los métodos de trabajo de otros entrenadores. La suerte del Málaga está ahora, de nuevo, en sus manos. Como entre enero de 2020 y mayo de 2021, cuando evitó el descalabro en una situación crítica, pandemia incluida.
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