Frenazo en seco en La Rosaleda de un mermado Málaga que va a menos (1-2)

La derrota supone un contratiempo especialmente delicado en la lucha por seguir en la parte más alta de la clasificación. Era necesario que el Málaga pudiera mantener el ritmo de los mejores de la categoría para no alejarse excesivamente con la vista puesta en conseguir su único objetivo, el ascenso a toda costa. El primer fiasco serio de la temporada llegó cuando menos se esperaba. Aunque el equipo blanquiazul estaba muy debilitado, jugaba con la baza de La Rosaleda, tan entregada como siempre, ante un rival que figuraba en la zona baja de la clasificación. Pero no pudo ser.

La actuación malaguista fue, en cualquier caso, decepcionante. La vulnerabilidad exhibida en los goles encajados, con errores a la hora de marcar a los rivales en esas acciones, no pudo compensarla un equipo blanquiazul con carencias destacadas en su juego ofensivo, donde apenas pudo destacar por la falta de acierto y de pegada. Las bajas le están afectando de una forma evidente, pero las sensaciones del resto del equipo no están a la altura de lo esperado en este momento. La reflexión abierta hace varias jornadas deberá mantenerse, pues la plantilla estaba incompleta desde el comienzo.

Pellicer, sin demasiadas alternativas, dio continuidad al equipo de la semana anterior, con la única novedad de Galilea, que regresó tras cumplir un partido de sanción. Era casi el mismo once, pero con ciertos retoques en el centro del campo a nivel de posicionamiento de los jugadores, con Larrubia más por el interior, dejando la banda derecha casi siempre a Dioni. El Málaga era superior en los instantes iniciales, con una primera oportunidad muy clara de Roberto, que estrelló el balón en un poste. Pero luego pudo marcar también en otra ocasión muy clara de Gabilondo tras el pase de Juan Hernández, pero le faltó el acierto necesario para desnivelar el marcador.

Y hasta una tercera oportunidad desaprovechó el Málaga al comienzo para adelantarse en el marcador. Fue de nuevo Roberto el que pudo superar a Jaume, pero tampoco anduvo fino al lanzar al portero cuando estaba muy cerca. El equipo blanquiazul perdonó, como ya le ocurrió otras veces, y el rival comenzó a estirarse en ataque y, en una acción de contragolpe Sergi García, se deshizo de Nelson y después también de un Gabilondo que llegaba muy justo para finalmente batir a Alfonso ante la sorpresa de un público que no se lo podía creer.

Pero sólo fue el principio de unos minutos desastrosos de un Málaga otra vez vulnerable y con escasos recursos defensivos en la banda derecha. Unos minutos después, en una nueva demostración de carencias atrás, José Lara consiguió el segundo tanto para el Alcoyano tras superar a Gabilondo y disparar después con calidad, cruzado y al segundo palo para hacer el tanto ante la incredulidad de una afición que comenzó a impacientarse y que despidió la primera parte con una sonora pitada.

Había entrado ya Kevin antes del descanso por unos problemas físicos de Larrubia, mientras que Pellicer hizo dos cambios más para afrontar la reanudación, con Manu Molina y Loren ya sobre el campo, dejando a Genaro, con una tarjeta y muy amenazado, y a Juan Hernández, con una escasa aportación, en el vestuario. Arrancaba un nuevo encuentro, con un público entregado y un Málaga ahora más intenso y en busca de la meta contraria desde el primer instante.

Un Kevin inspirado estaba dispuesto a echarse el equipo a la espalda para buscar la reacción. Y pronto llegó un primer y único capítulo en una acción del extremo que acabó con un disparo de este, golpeando el balón en la mano de un defensor. El árbitro señaló la pena máxima y sería el jugador malagueño el encargado de transformarla ante la explosión de júbilo de La Rosaleda, que se animó especialmente ya centrada en la posibilidad de remontar el partido. Pudo llegar muy pronto el empate al marcar Loren, pero el colegiado lo anuló por una mano del delantero en el control del balón.

La presión se mantuvo y las aproximaciones malaguistas a la meta contraria se sucedían, pero las opciones no eran demasiado claras o carecían de la pegada suficiente, lo que acercaba peligrosamente el final del encuentro. Pellicer dio otra vuelta de tuerca al entrar Antoñito y dejar la defensa con tres hombres. La acumulación de atacantes era máxima, pero el Alcoyano se defendía como podía y los atacantes locales no tenían el acierto suficiente para convertir algunas de las acciones. Y así se llegó a un triste final para los malaguistas, que frenan en seco sus aspiraciones con una dura derrota en su estadio.