A veces simplemente vale con ganar así, con mucho sufrimiento y un gol en propia meta del rival. Al aficionado del Málaga, en general, le bastó una victoria de esta manera ante la Ponferradina para recargar sus esperanzas por ver salir al equipo del pozo donde se encuentra. No mejoró su juego, pero sí dio un paso adelante en cuanto a energía, intensidad y contundencia.
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«¡Si se puede!», fue el grito que entonó la grada de La Rosaleda tras el pitido final después de ver como el conjunto blanquiazul lograba su tercer triunfo de la temporada en la 17ª jornada y ante un rival directo por la salvación. Los seguidores no son ajenos al mayúsculo reto que tiene por delante el combinado que entrena Pepe Mel para levantar la pesada losa que les presiona tras su nefasto primer tercio de campaña, y por eso celebró con tanta efusividad este triunfo por la mínima.
Es un resultado positivo que se presenta como una oportunidad para conseguir el punto de inflexión necesario y deseado ante la exigencia de ganar casi mitad de los puntos que quedan en juego para estar en número de permanencia (según la teoría, en torno a los 50 puntos). Para esta empresa se antoja clave también recuperar el factor campo y que el Málaga haga de su estadio un fortín donde sea complicado que los rivales consigan puntuar.
Esta trascendental victoria contra el equipo del Bierzo ha tenido esos ingredientes ideales para volver a enganchar a la afición malaguista, hastiada por la mala dinámica. Al contrario que en la mayoría de encuentros de este 'annus horribilis' en La Rosaleda, en esta ocasión se volvió a ver la conexión del equipo con la grada. La capacidad de controlar la situación, saber sufrir e imponerse a pesar de sus evidentes carencias fomentó el calor del público, que vibró con la tensión del tramo final.
Este colofón a la tarde en Martiricos sirvió para hacer olvidar la angustiosa primera parte donde se volvió a temer lo peor con un penalti fallado de Rubén Castro y un fallo de Rubén Yáñez que casi cuesta un gol a las primeras de cambio. Todo remontó por suerte y los pitos de algunos aficionados al descanso se convirtieron en aplausos al final con una victoria balsámica que da aire al Málaga, aún con mucho trabajo por delante. Pero con el calor de su estadio será más fácil.
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