Al Málaga, como se suele decir, le 'pintaron la cara' en Burgos. El aficionado ya está acostumbrado a las decepciones a domicilio, pero esta vez fue un esperpento de equipo que causó sonrojo. Frente a un Burgos que tiene muy poco y al que elevó ... al nivel del Bayern o el Liverpool, los jugadores más técnicos volvieron a demostrar que fuera de La Rosaleda su motivación es inexistente. Sin presencia arriba, también careció de juego, de contención y de un ápice de seguridad en la defensa. Un Málaga vulgar como no se recordaba.
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No hubo sorpresas en la alineación del Málaga –entre otras razones porque tampoco sobran variantes en casi todas las posiciones– y de ello sacó de tratar tajada el entrenador local, Julián Calero, que decidió prescindir de la figura del ariete. Apostó por dos puntas dinámicos (Juanma y Pablo Valcarce) dada la presencia de dos centrales no muy rápidos (Peybernes y Lombán) y triunfó. José Alberto recuperó en la medular a la pareja Escassi-Genaro y otorgó la titularidad a Sekou junto a Brandon, aunque el hispanosenegalés volvió a demostrar que no está para mucho.
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Javier Peñacoba. ADG
Sergio Cortés
Borja Gutiérrez
Claro que de poco sirve contar con un delantero rematador cuando se ve obligado a moverse casi siempre fuera del área y, además, no recibe un centro potable. Porque el Málaga ofreció una primera parte lamentable, en la que no quedó resuelta la contienda porque el Burgos está limitadísimo. A estas alturas de la Liga ya no es sólo una cuestión de preparación del encuentro por parte del entrenador o de su capacidad como psicólogo para que la motivación de sus pupilos sea otra. La cuota de culpa de los futbolistas es extraordinaria porque no se entiende el casi nulo empuje de los Paulino, Brandon o Antoñín en comparación con su actitud en los encuentros en La Rosaleda o la desubicación casi permanente de los medios centro. En los primeros minutos ya quedó constancia con Antoñín, que dilapidó una inmejorable ocasión por su individualismo, cuando Brandon estaba solo en la frontal.
El primer gol del Burgos, superado el cuarto de hora, fue otra constatación de que el Málaga no había comparecido en El Plantío. Primero, Víctor Gómez se vio solo con dos contrarios y tuvo que regalar un saque de banda; después, el balón pasó por delante de la frontal sin la más mínima reacción, y encima el lateral Álvaro centró con alfombra roja, como Cifu en Ibiza (el equipo había basculado horrorosamente y Javi Jiménez llegó tarde) y Pablo Valcarce remató a placer. Víctor Gómez rompía el fuera de juego, pero estaba con hasta tres futbolistas. Poco después, en otro despropósito, Matos dispuso de una opción de tiro solo en la frontal a la salida de un córner.
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A falta de Jozabed y con el mejor lanzador (Víctor Gómez) cerrando atrás para evitar sorpresas al contragolpe, el Málaga también fue un desastre en la ejecución a balón parado. ¿Es posible que profesionales no sean capaces de levantar más la pelota? Por el contrario, como reflejo de que la concentración malaguista era nula, Elgezabal remató solo en una falta lateral al filo del descanso. Será que los marcajes no salen en la foto...
Probablemente en el descanso José Alberto acompañó sus críticas con dosis de confianza (no realizó cambios), pero la paciencia le duró apenas siete minutos. Movió el frente de ataque y prescindió de Paulino y Antoñín, inexistentes y sin la más mínima chispa, para trata de ganar vivacidad con Roberto y el casi olvidado Jairo.
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De poco sirvió porque Peybernes, que poco antes de ese doble cambio había quedado en evidencia en un desmarque de Ernesto (Dani Martín salvó los muebles), regaló el segundo gol al Burgos. Le pidió la pelota a Víctor Gómez y se durmió en los laureles para sumar una pifia más grave, si cabe, que la frivolidad del pase de pecho al portero ante Las Palmas. A renglón seguido Roberto falló un gol a puerta vacía tras un rechace del palo a tiro de Jairo y, cuando parecía que la hecatombe ya no podía ser peor, Juanma esquivó, cómo no, a Peybernes y después Pablo Valcarce no falló en el rebote del poste izquierdo.
Ni siquiera el 3-0 hizo que reaccionara el Málaga, un equipo despedazado por el modesto Burgos por su falta de juego, contención, concentración y, lo que es peor, actitud. Y eso es innegociable, José Alberto. Caiga quien caiga.
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