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Lucía, Daniela, Elena y Carmen Salvador Salas
Vivir con miedo a que te pase algo en la calle: lo normal si eres mujer

Vivir con miedo a que te pase algo en la calle: lo normal si eres mujer

Día Internacional de la Mujer ·

Son muy jóvenes, teóricamente iguales que los chicos de su edad, pero tienen claro que hay cosas que siguen casi como hace 50 años: que intenten controlarte, que te juzguen o que pases miedo por se una chica. Y quieren avanzar

Viernes, 8 de marzo 2019, 01:09

Posan con el desparpajo que da vivir pegada al móvil en la adolescencia ante la mirada sorprendida de sus compañeras de reportaje, mucho menos acostumbradas a ponerse delante de una cámara. Sonrisas y posturas que habrán ensayado mil veces solas o en grupo. Una aparente despreocupación que contrasta con la plena consciencia de que el sexismo sigue teniendo su sitio en el mundo actual. Quieren igualdad y respeto sin tener que esperar mucho y confían más en la educación que en la política para cambiar las cosas. Tienen una edad a la que el cuerpo les pide fiesta, pero a la hora de volver a casa el sentimiento común es el miedo, una alerta que se llega a asumir como lo normal. Y no porque se metan en líos. Es sólo porque son chicas.

Cada edad tiene sus preocupaciones y en el debate de la igualdad, también. Carmen, Lucía, Elena y Daniela llevan vidas muy diferentes, pero para algunas cosas da igual en qué barrio vivas, que estudies o trabajes y cuántos años tengas: cuando vuelves de noche, si no vas acompañada, el trayecto del coche o el autobús a la puerta lo haces volando y con todos los sentidos alerta, intentado alejarte de rincones y calles solitarias. «Me aterra no llegar a mi casa cuando salgo. Un hombre no tiene miedo de que le violen o de que le maten» Lo dice Elena, una estudiante de segundo de bachillerato que se está preparando unas pruebas para estudiar un grado superior de Canto en Barcelona, en la escuela a la que fue Rosalía, y todas asienten. Cada una tiene sus mecanismos de defensa para combatir ese temor. Daniela, la más joven de todas, admite que tiene miedo algunas mañanas cuando va andando al instituto y pasa por un cauce de un río solitario, a esa hora a la que ya se han apagado las luces y aún no ha salido el sol. «Muchos días hay hombres paseando al perro y yo paso como si me escondiera en el chaquetón. Voy con la cámara del móvil preparada para grabar, así si te pasa algo tienes pruebas».

Vídeo. Lucia, de 22 años.

«No se ve igual que mi hermano salga y que esté con una y con otra a que lo haga yo. Si lo hago, que nadie se entere»

lucía 22 AÑOS

Elena lleva un espray homologado en el bolso cuando vuelve a casa tarde. «Me gusta salir, como a cualquier chica de mi edad, y mi madre piensa que en cualquier momento puede pasarme algo. Antes de llegar a casa, cuando me bajo del autobús, cojo el espray y lo llevo en la mano por si acaso».

Nadie diría viendo a Carmen, que es la alegría de vivir, tan segura de sí misma, tan echada para adelante, que ha sufrido violencia de género. Su historia es dura, pero no tiene reparos en compartirla con sus compañeras nada más empezar. «Fueron siete años de malos tratos, pero lo llevo bastante bien, creo. Tenía 16 años, era una niña, y él 31. Para mí era un gigante. A esa edad empezó a ir a terapia. Aprendí a no mosquearle, a calmarle cuando se enfadaba, pero cada vez tenía más brotes de agresividad por cualquier cosa . Mi vida era trabajar y recoger corriendo para no llegar tarde a casa. Me hacía llamadas para controlarme, con todos los compañeros me creía liada. Mis únicas salidas eran a Mercadona y al parque con sus hijas (él tiene dos). Se obsesionó con que dejara el trabajo. Era asfixiante. Mi niño con dos años se puso una vez delante del padre y le dijo:«A mamá no se le grita. Me harté de llorar... En el último año me ha cambiado la vida. Ahora firmo un trabajo fijo de ocho horas, empecé a ir a clase para la Fashion Week de Alhaurín y la semana que viene desfilo en Sevilla. Estoy súper contenta .

No se conocen de nada y, aparte de la la edad tienen poco que ver, pero nada más entrar en una de las salas de reuniones del periódico, literalmente empapelada con las portadas del último año, preguntan si pueden hacerse una foto allí. La timidez de romper el hielo para hablar de qué les preocupa en el debate de la igualdad apenas les dura unos segundos.

Vídeo. Carmen, de 22 años.

«Tenía 45 contactos en Whatsapp. Me he vuelto súper radical, a mí ya no me controla nadie más»

CARMEN 25 AÑOS

–Lucía: Lo que se vive en el día a día, que vas por la calle y no puedes andar tranquila si pasas por algunos sitios. Que te digan: no vayas a salir muy tarde o no vayas sola que eres una tía. Mi madre me dice: llámame cuando hayas aparcado. Es normal que esté preocupada.

–Carmen: Vivo en una calle escondida y cuando me toca el turno de noche salgo sobre la una. Antes de bajarme del coche llevo en la mano el móvil y las llaves, que es lo que me han enseñado en defensa personal, por si tengo que atacar, arañar con la llave y para no perder el tiempo al entrar (practica Muay Thai, una modalidad de boxeo tailandés para sentirse más segura). Y siempre por la carretera, nunca pegada a la acera o por donde hay coches.

¿Por qué no pueden ir solas?

–Daniela: Hay amigos que se ofrecen a acompañarme, pero necesito ir sola. No quiero admitir que no puedo ir porque no soy capaz de defenderme.

Carmen: Deberías poder ir sola tranquila, ese es el problema.

–Elena: Yo a veces no me siento segura del todo cuando tengo que entrar, por ejemplo, en el ascensor con un hombre. El tener que compartir un espacio tan cerrado con alguien que no sabes cómo va a reaccionar o si se le van a cruzar los cables... luego sale en las noticias que cómo podía hacer eso, que de puertas para afuera era un encanto...

–Carmen: Yo, que he pasado cosas más graves, me he hecho dura y a eso le doy menos importancia. Que un hombre te diga: No veas cómo te estás poniendo, mirándote el culo. Pero no me agrada.

–Daniela: Y el problema no son ya los comentarios por el físico, sino por tu manera de pensar. No he cumplido los 16 años y ya me han llamado de todo: «Eres una puta, eres una guarra, eres una feminazi». No me pueden llamar así porque no tengo nada que ver con los nazis. Mi ideología es cosa mía y cómo me vista o me deje de vestir. Tuve una relación con un chico y luego le dejé y empecé otra. Y ya me decían:Eres una puta, no tienes sentimientos. Y si un tío se lía con una chavala y al día siguiente con otra le dicen que es un macho. (Todas asienten)

Vídeo. Daniela, de 15 años.

«No es sólo comentarios por tu físico.Mi ideología y cómo me visto son cosa mía»

DANIELA 15 AÑOS

–Lucía: A mí el discurso del príncipe azul me parece muy sexista. ¿Sin tu media naranja qué vas a ser en la vida? Es el mismo sexismo de hace 80 años pero más dulcificado.

–Carmen: Mi pareja de ahora es un dulce, pero mi economía es mía (remarca mucho la i) y mi trabajo lo busco yo y a mi niño lo mantengo yo.

–Elena: Si estás sola o decides no ser madre ya se te cuestiona. Tuve un novio y le dejé y me decían: «¿Y ahora qué vas a hacer?». Pues estar sola (risas de todas). Tuve otro y también lo dejé y era: «Ay, qué poco te duran los novios». Pues me duran lo que me tienen que durar.

–Lucía: Me pasó algo parecido y me decían:«Es que era tan bueno...»Y yo pensaba que yo también soy buena. ¿Qué pasa? ¿Que tengo que estar con él sí o sí?

–Daniela: Según los niños de mi clase yo termino mi carrera y ya tengo que buscar novio para que a los 25 ya esté pensando en casarme para tener hijos, porque si no cuando llegue a los 35... Y uno, no, niño y niña. Primero tendré que acabar 4º de la ESO, digo yo.

–Lucía: No sienta igual que mi hermano salga todos los fines de semana y esté con una y con otra a que lo haga yo. O, al menos, si lo hago que nadie se entere...No lo hacen con mala intención, pero... Me voy de viaje a Irlanda y mi tía lo primero que ha dicho es: Ten cuidado no te vayas a ir con algún extraño. A mi hermano le diría:Ya que estás por ahí, aprovecha.

Daniela: Yo voy de viaje a Italia y mi profesor de Física y Química nos dice: Chicas, cuidado con los chicos porque se os van a acercar con malas intenciones.

–Elena:El problema es que es verdad...

–Daniela: Y a ellos les suelta:Chicos, por ahí hay algunas niñas muy guapas. Todo con mi tutora delante.

Todas tienen muy claro que no permitirían que un chico con el que tuvieran una relación intentara controlarlas, pero en sus círculos hay de todo.

Vídeo. Elena, de 21 años.

«Se hacen un Instagram paralelo. O dicen: Paso de seguir a este, que mi novio...»

ELENA 21 años

Elena:Algunas amigas se han hecho un Instagram paralelo para hacer lo que quieren y otras dicen: Paso de seguir a nadie, que lo ve mi novio...

–Carmen:Llevo un año con Facebook e Instagram. Antes no tenía nada para evitar problemas. Y en Whatsapp, 45 contactos: papá, mamá, tito, primo... Me he vuelto súper radical y a mí no me controla nadie más en la vida.

–Lucía:Un chico que estaba conociendo me cuestionaba que si con mi mejor amigo pasaba tres horas ¿Cómo iba a pasar dos con él? O iba a recogerle y me decía: Ya se ha montado aquí no sé quién. En plan sutil, para que te autocensures. Y le mandé a tomar viento.

Elena:Es lo que hay que hacer.

–Lucía: O te dicen: «Mándame una foto, a ver qué guapa vas». ¿A ver qué guapa voy o a ver qué llevo puesto y si eso te molesta? ¿Yo te pregunto a ti lo que llevas puesto? El problema es que mucha gente no se da cuenta de que eso es machismo, no hace falta darte una bofetada o decirte que eres una mierda.

–Elena: Eso viene antes de situaciones más graves. De repente no va y te mete una hostia. Empieza por: «No hables con tal, que no me hace gracia... yo voy a recogerte. Eso hay que cortarlo de raíz.

Daniela: A lo mejor solo quieres contarle a alguien lo que te pasa, pero los tíos no hablan tan abiertamente de sentimientos como nosotras. Y te ven hablando con uno y ya estás tonteando.

–Lucía:No sólo te pueden llamar puta por lo que llevas puesto, también porque hables más con chicos.

–Elena:Eso me ha pasado. He sido muy friki de juegos y me metí en el Bachillerato tecnología y me hacían comentarios: «Claro, te metes ahí para estar con los niños.

–Carmen: Yo lo que quiero es que me respeten, pero tampoco digo:Yo soy feminista.

–Elena: Tiene una connotación negativa todavía, pero feminismo es igualdad.

–Lucía: Hay gente que no sabe que el feminismo no es el machismo de las mujeres.

–Carmen: Pues yo no lo sabía...

–Elena:Eso se llama hembrismo. Es un término, pero no existe, no hay un movimiento que quiera imponer a la mujer sobre el hombre. Hay gente que tiene miedo a que de verdad demos la vuelta a la tortilla, pero eso no va a pasar (todas asienten). Tras el último 8M estamos más concienciados, pero no ha cambiado nada. Y lo de Vox no creo que sea una consecuencia de eso.

–Daniela:A raíz del caso de la Manada empezo el feminismo como una ebullición.

–Elena: Era una chica joven, en una fiesta y pensamos: Eso me puede pasar a mí. Ese caso y el de Diana Quer. Nos vemos reflejadas porque son chavalas corrientes. Una chica que está de fiesta y de repente se ve con cinco hombres... y le han puesto muchísimas pegas y eso que lo habían intentado con otras chicas.

No hablan nada de política hasta que sale el tema de Vox.

–Carmen: Mi hermano y mi primoson tela marinera. Mandando por el grupo de la familia toda la campaña de Vox. Yo no les hago caso.

–Daniela. A mí me han dicho:«Es que Franco tiene que volver». Pues si volviese a lo mejor tú vivirías muy bien, en un casoplón, pero la familia de al lado igual estaba muerta de miedo.

–Lucía:La mayor parte de la gente que les ha votado no tiene ni idea de lo que dicen. Los que simpatizan es por la inmigración y por España.

–Elena: La cara A de Vox es España, pero la cara B son las mujeres, los derechos trans...

–Daniela:Flipé con lo de derogar la ley de violencia de género

–Carmen:Mi hermano y mi primo decían que lo de Vox me iba a proteger a mí. Que si le condenaban iba a la cárcel y no salía. Hoy es difícil demostrar que eres maltratado. Intenté dejarle por las buenas y sólo le denuncié por amenazas... podía haber dicho abusos sexuales, porque me ha obligado cuándo y cómo ha querido, me ha pegado, me ha asfixiado, me ha puesto un cuchillo, una pistola. Y tengo que vivir con cada puñetazo. Pero se acabó.

El debate, también. Han sido casi dos horas. Es de noche y, claro, nos acompañamos al coche.

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