Mudarse a un pueblo en pandemia: los pequeños municipios de Málaga firman las mayores subidas de población
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Seis de las diez localidades de la provincia donde más crece el número de empadronados tienen menos de mil habitantesJosé María Martín no titubea cuando le preguntan el día que se mudó a Júzcar: «Llegué el 4 de septiembre de 2020». Y al preguntarle de nuevo por qué recuerda de manera tan viva la fecha exacta, responde con lucidez gaditana vestida de guasa: «¡Hombreee... ... Lo mío fue un cambio radical. Vivía a pie de mar y ahora estoy a pie de cabra». Martín cambiaba Puerto Real por la sierra malagueña y lo hacía por motivos familiares, pero también de salud.
«Mi hija lleva tres años aquí. Me dio un ictus hace dos años y necesitaba un sitio tranquilo. Vine a verla y cuando llegué, me enamoré del lugar, del pueblo y del entorno», comparte este nuevo vecino antes de rematar: «Saqué todo lo que había en mi piso, lo monté en una furgoneta y me vine. Al día siguiente, lo primero que hice fue empadronarme. He sido teniente de alcalde del Ayuntamiento de Puerto Real durante 12 años y sé lo mal que lo pasan los ayuntamientos pequeños para sacar adelante sus pueblos. Por eso fue la primera obligación que quise cumplir, fondos que el Estado da a los ayuntamientos van en función de la gente que esté empadronada».
La historia de este gaditano de 73 años «recién cumplidos» destila el caso de Júzcar, el municipio malagueño que más población ganó en 2020 a la luz del informe recién publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que toma como referencia, justo, los datos del padrón municipal en un año marcado por la pandemia. Júzcar (9,85), Cartajima (7%), Canillas de Albaidas (6,9%), Casares (6,7%) y Atajate (5,9%) son los cinco municipios que más vieron crecer su censo en términos relativos. Entre los diez pueblos con mayor incremento de empadronados, más de la mitad no alcanza los mil habitantes y ninguno de ellos llega a los 20.000 vecinos.
Muchos de los que se trasladan a estos pequeños municipios van en busca de «tranquilidad». Es la palabra que comparte José María Martín con otra vecina reciente de Júzcar, Carmen Kiernans. «Buscábamos una casa económica, vimos en el norte y en el sur del país y como mi madre era de Churriana, nos decidimos por Málaga», ofrece la nueva residente en Júzcar, donde llegó procedente de Madrid. «Ha sido un cambio muy satisfactorio, vivía en la sierra madrileña, pero aquello también se ha ido masificando. La tranquilidad que hay aquí es impresionante y el pueblo me resulta encantador», añade.
Las estadísticas del INE ofrecen además un escenario llamativo: los dos pueblos con mayor incremento porcentual en sus vecindarios (Júzcar y Cartajima) lindan con los dos municipios que pierden más población relativa (Faraján y Pujerra, con descensos del 4,2 y del 3,2% respectivamente).
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El alcalde de Faraján, Fernando Fernández, descarta el trasvase entre pueblos vecinos. «Mucha gente quiere venir a los pueblos, pero con trabajo y viviendas asequibles; sin embargo, los ayuntamientos pequeños no tenemos esas posibilidades. Me han llamado muchas familias que quieren venir, pero con un alquiler barato y trabajo y eso último es complicado. Ya con los que estamos aquí es difícil...», lamenta el regidor, que no olvida el dificultoso acceso por carretera al municipio como uno de los principales lastres del pueblo.
Ampliando el foco a toda la provincia, las estadísticas del INE relativas al padrón municipal determinan que más de la mitad de los municipios de Málaga ampliaron su vecindario durante 2020. No en vano, el informe analiza la evolución en el número de empadronados en el año vencido, por lo que ofrece la panorámica provincial a 1 de enero de 2021.
Entre esos nuevos residentes surge también África Solas, reciente vecina de Genalguacil, donde ha abierto un taller de calzado elaborado con esparto: «No conocía Genalguacil. Lo vi por YouTube y me enamoré, pero ya cuando lo viví, me fascinó. Voy andando por las calles y me dan ganas de ponerme a hacer cosas en el taller. En el pueblo se respira el arte y en el Ayuntamiento me facilitaron mucho el desembarco».
Un desembarco que para muchos encuentra tierra firme –y fértil– en suelo malagueño.
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