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Hasta hace unos pocos años, conocer alguien de nuestro entorno que se había inyectado bótox era algo prácticamente imposible. No porque no hubiera ocurrido, sino porque la gente se lo callaba. Este tipo de tratamientos era cosa de famosas (en femenino), y en muchas ocasiones ... además el comentario iba ligado a una crítica, como la que lleva recibiendo desde principios de siglos personajes como Nicole Kidman. Pero esa fotografía ha cambiado, y no solo en Hollywood. La provincia de Málaga cerró 2023 con más del doble de clínicas de medicina estética que en 2015. Este es un dato objetivo, pero luego hay una apreciación más del día a día: ahora sí conocemos a personas de nuestro entorno que han pasado por un tratamiento de estética.
Según los datos oficiales aportados por la Consejería de Salud, en 2015 había 30 negocios con una NICA activa. El NICA es el número de identificación de centros sanitarios en Andalucía ligados a la estética, y se otorga a todos aquellos que disponen de autorización de funcionamiento. Ocho años más tarde, en 2023, esta cifra había aumentado hasta las 74, un 150 por ciento más. Aun así, resulta algo más complejo saber el número exacto de clínicas de estética, ya que aunque todos los centros que ofrecen servicios relacionados con la medicina estética en la provincia han sido habilitados por la Delegación Territorial de Salud y Consumo en Málaga, no todos los centros ofrecen exclusivamente servicios de medicina estética, sino que se trata de establecimientos que además de incluyen en su cartera de servicios otro tipo de tratamiento. Ese es el caso de clínicas dentales o centros de belleza, «lo cual dificulta la posibilidad de ofrecer una cifra exacta de los centros que se dedican a la medicina estética en la provincia», matizan desde la Delegación.
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Ante este aumento evidente, hace unos años se fundó en la provincia Medesma, una asociación de médicos estéticos malagueños. Su vocal de formación y portavoz de la misma, el doctor Javier Romero, reconoce que este incremento es «exponencial», y destaca dos elementos clave: la incorporación del hombre a estos tratamientos y la eliminación del tabú; además, obviamente, del creciente interés en la sociedad por «mejorar» su aspecto personal.
«Hasta hace poco –explica– los pacientes eran mujeres de más de 40 años. Ahora tenemos muchas de 20», afirma el facultativo, que cifra en torno al 70 por ciento de mujeres y 30 por ciento de hombres, dependiendo un poco de la clínica. «Gracias al aumento en el número de másteres, cada año salen un montón de nuevos médicos estéticos. Eso facilita el crecimiento del negocio. Cuando empezamos los históricos éramos cinco y nos conocíamos todos. Había menos clientela, pero creo que trabajábamos más», relata.
Aunque Medesma se enfrenta a varios retos derivados de este crecimiento, Romero destaca que el gran problema es el intrusismo. «Lo sabemos porque luego nos toca arreglarlo», señala. Se refiere, en realidad, a una práctica que muchas veces se ha denominado la de la 'trastienda de la peluquería', una leyenda que, en realidad, no lo es tanto. «Claro que ocurre, pero hay que tener un poco de sentido común. Ningún médico estético que sea sensato te va a atender en una peluquería. Si vas a una clínica hay que fijarse en que tenga el NICA. Además, el médico tiene que estar acreditado, el título tiene que estar a la vista y si no, pedirlo. Todo esto es esencial», enumera.
Uno de los nuevos fenómenos ligados a la medicina estética es la inclusión de algunos de estos tratamientos en las clínicas dentales, aunque esto no convence del todo a Medesma. «Como clínica dental tienen derecho a añadir un departamento de estética, conseguir el NICA y contratar a un médico estético. En ese aspecto no hay problema. El tema es que los dentistas afirman que son los profesionales de la boca, y que también podrían poner relleno de labios y otras cuestiones similares. Nosotros desde la SEME (asociación nacional de médicos estéticos) lo hemos discutido y por ahora no estamos de acuerdo», desgrana. Algo parecido ocurre con los enfermeros. Romero señala que estos profesionales sostienen que tienen capacidad inyectora, excepto de bótox. «Pero a la hora de abrir una clínica, necesitan un médico», recalca.
Tratamientos
Precisamente, la SEME presentó hace unos días en Málaga su nuevo informe 'Percepción y uso de la Medicina Estética en España 2023', en el que señalaba que la mitad de la población española se ha realizado un tratamiento de medicina estética. Esta cifra resulta tan abultada porque se incluyen también los tratamientos nutricionales. Algunos de los datos más destacados eran que el perfil de los pacientes se polariza y se amplía el espectro de edad: aumentan (14-20%) los pacientes más jóvenes, de 16 a 25 años (14-20%) y las personas mayores de 45 años (28-38%). En cuanto a la clase social, el 69% corresponde a «clase alta o media-alta».
Según este informe, los tratamientos más asociados a medicina estética son la orientación nutricional (50%), seguido del bótox (39%) y otros inyectables (38%). En cuanto a los tratamientos de medicina estética más demandados: IPL, rellenos con ácido hialurónico, mesoterapia, PRP y toxina. «Se sigue apreciando un elevado nivel de intrusismo en tratamientos de medicina estética en España, en parte motivado por el desconocimiento en la población de lo que es, implica y se necesita en medicina estética: el 22% reconoce no saberlo», añade el informe.
Sobre los tratamientos en concreto, el portavoz de Medesma abunda en el hecho de que, sobre todo para las mujeres, el tratamiento estrella es el bótox. «Es el tratamiento más usado en el mundo, por encima incluso de la depilación láser, lo que pasa es que se oculta. Muchas mujeres cuentan que se han hecho la depilación, pero ocultan el bótox y juran que tiene la misma piel que su abuela. Pero para que la gente se haga una idea, por cada diez personas que se han hecho la depilación, doce se han puesto bótox», avanza. Tras este tratamiento, los favoritos para ellas son los rellenos de ácido hialurónico, labios, arrugas... Y en un tercer lugar los inductores de colágeno.
En el caso de los hombres «va muy en consonancia», añade. El caso del bótox se usa además para la sudoración excesiva, explica el facultativo, que también cita la masculinización facial como otro de los tratamientos más demandados. Y claro, por encima de ellos, además, el trasplante capilar. «Los tratamientos en general han ido bajando de precio, eso también ayuda a que cada vez se los haga más gente. Hace 25 años, el bótox costaba 700 euros. Hoy en día entre 300 y 400», concluye.
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