Catorce mujeres de entre 15 y 90 años, con ideologías, dedicaciones y sensibilidades distintas, relatan sus experiencias y debaten sobre un movimiento que trasciende la política para hundir sus raíces en la educación, la cultura y la sociedad
Nunca han sido noticia. No se conocen entre ellas. Tienen entre quince y noventa años. Ana, la veterana del grupo, sufrió la Guerra Civil. Daniela, la pequeña, nació en el nuevo siglo, poco antes de que se aprobaran la ley integral contra la violencia de género y la ley de igualdad. Las más jóvenes posan con vocación de 'instagramer' e inspiran a las mayores, que se animan a hacer el gesto de la victoria, conscientes de los avances obtenidos pero también del terreno que queda por conquistar hasta alcanzar la igualdad real. Tienen religiones, nacionalidades e ideologías distintas. Algunas irán hoy a la manifestación, otras no lo consideran necesario. Estudian o trabajan, cuando no ambas. Dentro y fuera de casa.
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Catorce mujeres responden a la llamada de SUR para debatir sobre igualdad y machismo, maternidad y conciliación, sexo y prejuicios, violencia y educación. Nunca han tenido voz pública, pero ahora relatan sus experiencias y detectan temores comunes aunque también posiciones diversas que confirman la transversalidad de un movimiento que trasciende la política para hundir sus raíces en sensibilidades diferentes, incluso opuestas. Algunas sienten miedo al pasear solas por la calle. Otras creen que la discriminación empieza por ellas mismas. Han tenido hijos o han decidido no ser madres, pero ninguna se ha librado de la presión social, de preguntas que nunca han escuchado formuladas a sus compañeros. Han construido poderosas carreras profesionales o han sido amas de casa, un empleo subestimado que de puertas para afuera las relega a «mujeres de». Han escalado en sus vidas privadas y sus trabajos sin percibir dificultades por su género o han sentido el sexismo como una losa sobre sus hombros.
Hoy, 8 de marzo, declarado por la ONU día internacional de las mujeres, comparten confidencias y opiniones. Discrepan y asienten, se emocionan y ríen. Escuchan cómo Carmen narra las palizas que normalizó como parte de su relación. Cómo a Victoria, una de las primeras mujeres que se divorció en Málaga, la culparon y estigmatizaron durante años por la ruptura: «Algo habrá hecho para que la dejen». Cómo Irene se sometió a tratamientos de fertilidad rodeados de interrogatorios diarios. Cómo Maxi tuvo que emigrar para mantener a su familia. Muchas se declaran feministas. Otras evitan «etiquetas» y algunas ni siquiera conocían el significado real de este concepto histórico, pero todas acaban compartiendo, tras la sesión de fotos y los debates, lazos de complicidad imprevista que se imponen a su propia heterogeneidad.
Pero lo único que les une, en realidad, es su condición de mujeres. Y no es poco: la brecha salarial en España todavía supera el 22 por ciento. Ellas cobran de media 20.131 euros anuales por los 25.924 euros que reciben ellos. Sólo ocupan el 31 por ciento de los empleos de la administración pública del Estado y el 35 por ciento de los cargos directivos y gerentes. La situación no mejora en la empresa privada. Únicamente el 24,1 por ciento de los puestos de los consejos de administración del Ibex 35 están en manos de mujeres. Hay dos presidentas autonómicas de un total de 19 comunidades y 1.604 alcaldesas en 8.228 ayuntamientos, cifra que no alcanza el 20 por ciento.
También hay un 64,5 por ciento de juezas y un 51,6 por ciento de magistradas, pero los hombres copan el Consejo General del Poder Judicial, con nueve mujeres de 20 vocales, y el Tribunal Supremo, con 16 mujeres de 79 miembros. Ninguna mujer preside alguna de las cinco salas jurisdiccionales del Supremo ni tampoco forma parte de su sala de gobierno. Sólo una mujer preside el Tribunal Superior de Justicia de su comunidad autónoma: la de Valencia. En las reales academias únicamente hay 63 mujeres de 539 miembros. La primera mujer que ingresó en la RAE, Carmen Conde, lo hizo en 1978. De sus 46 miembros actuales, 36 son hombres.
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El 55,12 por ciento de los matriculados en enseñanzas universitarias son mujeres, que además tienen una media de expediente académico superior a la de los hombres, pero ellas sólo ocupan el 21,3 por ciento de las cátedras y 17 de los 83 rectorados: un 20,5 por ciento. El 68,07 por ciento de los profesionales sanitarios colegiados en España son mujeres. En algunas profesiones, como logopedas, matronas y terapeutas ocupacionales, el porcentaje de mujeres supera el 90 por ciento frente al 28,3 por ciento de mujeres que son protésicas dentales y el 31,7 por ciento de físicas. La mitad de los médicos colegiados son mujeres, pero ellas sólo presiden siete colegios de médicos de los 52 existentes.
El 84 por ciento de denuncias por delitos contra la libertad sexual, como abusos o acoso, son por hechos perpetrados contra mujeres y el 96 por ciento de los investigados o detenidos por estos delitos son hombres. La peor expresión de la desigualdad, la lacra de la violencia machista, se ha cobrado 984 víctimas mortales desde 2003. Antes ni siquiera se contabilizaban. Todas ellas fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. Dejaron huérfanos a 233 menores.
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