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Exultante se mostraba la noche de este domingo el líder de los conservadores alemanes, Friedrich Merz, cuando se presentó ante sus seguidores en la Konrad ... Adenauer Haus para celebrar el triunfo de la Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana de Baviera (CDU/CSU) en los comicios legislativos anticipados de Alemania. Su partido fue el más votado con un 28,4% de las papeletas, lo que supone 4,3 puntos más que en los últimos comicios, y le otorga 196 escaños en un Parlamento de 630.
Merz llevaba más de veinte años esperando este momento, entre ellos los dieciséis de Gobierno de Angela Merkel, la mujer que fracturó su carrera política y forzó su 'exilio' en el mundo empresarial. Aunque los conservadores quedaron por debajo del objetivo del 30% de los votos, tras agradecer los esfuerzos a su equipo de campaña, el candidato invitó a todos a festejar la victoria. Eso sí, dejó claros dos aspectos: no gobernará con la extrema derecha y «mañana temprano (por este lunes) hay que ponerse a trabajar». A Merz le aguardan ahora complicadas negociaciones para pactar y, como dijo tras certificarse su triunfo, «el mundo no espera».
La fiesta de CDU/CSU contrastó con el 'funeral' en la Willy Brandt Haus, la sede nacional de los socialdemócratas germanos (SPD) en Berlín. El todavía canciller federal, Olaf Scholz, tuvo que asumir lo que calificó de «amarga derrota» y un desastre electoral de dimensiones históricas para su partido. Hay que remontarse a 1887 y la época imperial para recordar un resultado peor que el alcanzado este domingo por el SPD y Scholz. Se ha tenido que conformar con el 16,4% de los votos, lo que supone una caída de casi 10 puntos.
Nunca en el siglo XX ni en lo que va del XXI, la formación que encumbrara Willy Brandt había cosechado menos de un 20% de sufragios en unos comicios generales en Alemania. Scholz reconoció sin ambages el cataclismo, añadió que toca «modernizarse» y, según algunos medios, dejó entrever una próxima retirada al anunciar que no participará en las próximas negociaciones.
Tampoco Los Verdes tuvieron motivos para festejar, aunque solo bajaron un par de puntos. En cualquier caso, se mostraron dispuestos a estudiar su participación en el nuevo Ejecutivo. De hecho, podrán funcionar como un broche de seguridad en un nuevo tripartito a sazón de los resultados que se conocían al cierre de esta edición.
Tras la fractura en noviembre pasado del tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales -provocada por estos últimos-, la ultraderecha fue este domingo la verdadera triunfadora en estos comicios adelantados. Alternativa para Alemania (AfD) duplicó prácticamente su resultado de septiembre de 2021 y pasa ahora a convertirse en la segunda fuerza política del país, por delante de los socialdemócratas y Los Verdes.
Concretamente, AfD incrementa en 58 el número de escaños con el que contaba, y alcanza el 20,4% de los votos. Son diez puntos más que hace tres años. Así, la extrema derecha liderará, con todos los privilegios, la oposición parlamentaria en el Bundestag de la mano de su candidata Alice Weidel, lo que aumentará apreciablemente su influencia.
Su éxito se ha alimentado de la irritación popular por el fracaso de la coalición de Scholz y la impresión de que los partidos establecidos son incapaces de hacer frente a la migración ilegal y la integración de los refugiados. Aunque su programa contemplaba utopías como el retorno a la energía nuclear -que no quiere ni la industria energética- y las iglesias católica y protestante pedían a sus fieles no votar a AfD por racistas y xenófobos, la formación ha sabido explotar sus temas preferidos y ha contado además con apoyos excepcionales en el exterior: Elon Musk y su plataforma X, así como el vicepresidente de EE UU, JD Vance, que han hecho campaña descaradamente por la ultraderecha alemana, incluso durante el mismo día de las elecciones.
También La Izquierda tuvo motivos de celebración. A mediados de enero nadie, absolutamente nadie, esperaba que lograra escaños en el Bundestag. El coqueteo de Merz con AfD a finales del mes pasado, cuando se apoyó en la ultraderecha para sacar adelante una moción parlamentaria que endureciera la legislación sobre migración, fue el momento clave para su resurrección. La intervención de Heidi Reichinnek, joven líder de La Izquierda, ante la Cámara baja poniendo verde al líder conservador disparó la popularidad de su formación que ha subido cuatro puntos en estos comicios.
Los resultados dejaban a última hora del domingo presumiblemente fuera de la Cámara baja tanto al Partido Liberal (FDP) como a la novedosa Alianza Sarah Wagenknecht (BSW), una escisión populista de La Izquierda creada hace un año por la política que le da nombre. Sin embargo, los márgenes eran muy estrechos y la segunda coqueteaba con el 5% de los votos, que dan acceso al hemiciclo.
En cualquier caso, el FDP ha sido castigado por el electorado, que los considera culpables de la ruptura interesada del tripartito que lideraba Olaf Scholz, provocando el adelanto electoral. El presidente del FDP y expulsado ministro de Finanzas del gabinete de Scholz, Christian Lindner, reconoció que su partido paga ahora la ruptura del tripartito. La BSW ha acabado desinflada en la misma medida que se iba hinchando La Izquierda.
El vencedor anuncia diálogo «para crear un Gobierno que funcione lo más rápidamente posible»
La líder de AfD se ofrece para negociar, aunque Merz aseguran que no tienen
Los liberales del FDP, que reventaron el gobierno de Scholz desaparecen del Parlamento
En la llamada 'ronda de los elefantes', el tradicional debate postelectoral entre los líderes de los partidos que han conseguido representación parlamentaria, Olaf Scholz anunció anoche que, mientras se negocia una nueva coalición, inivitará a Merz a acompañarle a los compromisos internacionales. Merkel hizo lo mismo con él hace cuatro años. «Encontraremos con seguridad vías para abordar la política que representa a Alemania internacionalmente», dijo el todavía canciller federal, que reiteró que no entrará en un Ejecutivo de Merz ni participará tampoco en las negociaciones de coalición.
El ganador de las elecciones se vio obligado una vez más a desmentir cualquier intención de dialogar tan siquiera con la ultraderecha, después de que su líder, Alice Weidel, reiterara que su partido tiende la mano a los conservadores dispuesto a toda colaboración. «Persiguen lo contrario de lo que nosotros queremos y por ese motivo no habrá cooperación alguna», dijo Merz mirando a la cara a la dirigente ultra. «No vamos a hacer política errónea para este país» ni a cuestionar el legado de 75 años de la CDU para la República Federal «solo porque de repente hay una llamada Alternativa para Alemania», subrayó el próximo jefe de Gobierno.
Tanto Friedrich Merz como el presidente de la CSU y primer ministro de Baviera, Markus Söder, priorizaron negociar con los socialdemócratas una nueva gran coalición. Las cuentas salen si suman a Los Verdes, con los que alcanzaría 393 asientos, muy por encima de los 316 de la mayoría absoluta. No obstante, el líder bávaro rechazó de plano toda negociación con ellos «si es evitable». Los conservadores esperan que los resultados finales confirmen la expulsión del Bundestag de los diputados liberales y de BSW. En ese caso contarían con una mayoría parlamentaria suficiente y cómoda en una alianza con los socialdemócratas.
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