Los países de la UE discrepan sobre el envío de una fuerza de paz a Ucrania

En medio de este momento delicado para el Viejo Continente, en el que corre el riesgo de verse marginado en unas negociaciones de paz respecto a un conflicto bélico en su propio suelo, el presidente francés, Emmanuel Macron, quiere erigirse en un mandatario capaz de coordinar una respuesta del bloque. El inquilino del Elíseo ve en la actual coyuntura convulsa una oportunidad para sacar la cabeza del agua de la profunda crisis de su presidencia.

Antes del inicio de la cumbre, organizada de urgencia durante los últimos días, habló por teléfono durante veinte minutos con Trump. No trascendió el contenido de la conversación. En cambio, sí pudo constatarse que una de las consecuencias de la reunión convocada con tan poca antelación fue la ausencia de posturas de consenso prefijadas. El Elíseo informó además de que no habría un comunicado final de los gobernantes y mucho menos una respuesta crítica común de todos ellos al plantón de Estados Unidos.

«La seguridad en Europa se encuentra en un momento decisivo», aseguró en la red social X la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras llegar a la capital francesa. La reunión parisina coincidió con la llegada a Arabia Saudí del jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio. Allí se reunirá este martes con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en las primeras conversaciones en persona entre Moscú y Washington sobre un eventual acuerdo de paz. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aseguró este lunes que «no participará» en las negociaciones de este martes, a pesar de que efectúa en estos momentos una gira por Oriente Medio y que mañana estará en Arabia.

De momento, los representantes europeos han quedado apartados de este proceso diplomático. Rubio prometió, sin embargo, que estarán presentes «en las verdaderas negociaciones», previstas para más adelante. Ante el riesgo de quedar como meros segundones y que no se tengan en cuenta sus intereses ni los de Kiev, los principales países de la Unión Europea expresaron su malestar y quieren dar una respuesta común. Washington y Moscú «hablan a espaldas de Ucrania» y «estamos tratando sobre un acuerdo en el que no existe Ucrania y en el que no está implicada», denunció el canciller alemán, Olaf Scholz. «No estamos en el momento de la paz», añadió tras salir de una reunión que duró más de tres horas.

Debido a la urgencia con que fue convocado, el encuentro solo incluyó a mandatarios de ocho países, además de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen; el máximo responsable del Consejo Europeo, António Costa, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Las autoridades de Rumania, Eslovenia y República Checa expresaron su malestar por no haber sido invitadas, mientras que el Gobierno húngaro -uno de los más benevolentes con Moscú- tachó la reunión de «proguerra».

En la cumbre de París los líderes discutieron sobre el arranque de las discusiones entre Washington y Moscú, el posible envío de «soldados de paz» a Ucrania, el aumento del gasto militar y la construcción de la «Europa de la defensa». El primer ministro británico, Keir Starmer, que fue el primero en llegar al Elíseo, se posicionó a favor de enviar soldados británicos al territorio ucraniano como garantía de seguridad tras un eventual acuerdo de paz. «No digo esto con ligereza», señaló el día anterior en un artículo en el que agregó cómo siente «profundamente la responsabilidad de poner a los soldados británicos en peligro». Sin embargo, ayudar a Ucrania «ayuda a garantizar la seguridad de nuestro continente», concluyó el 'premier', quien en breve viajará a Washington para entrevistarse con Donald Trump.

Francia y Suecia también parecieron decantarse por la opción del jefe de Gobierno británico, mientras que Polonia y Alemania se opusieron y España consideró que «es demasiado pronto» para tomar una decisión». El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, manifestó horas antes de la cumbre a la que asistió el presidente Pedro Sánchez que «la paz sigue estando muy lejos» en la exrepública soviética y que «hay que ser muy claro cuando tocamos temas tan sensibles y tan graves como ese: nadie está planteando en estos momentos el envío de tropas a Ucrania». Llegado este escenario, Albares agregó que «debemos ver de qué paz estamos hablando, qué mandato de paz se dará a una posible fuerza y, bajo qué bandera estaría».

La reunión también dio cabida a uno de los debates que ahora mismo protagonizan la agenda de los Veintisiete y sobre el que tampoco existe unanimidad entre los socios: el aumento del gasto en Defensa. Von der Leyen insistió en este incremento ya que, en su opinión, la seguridad en el Viejo Continente se encuentra en un «punto de inflexión».,

Tanto Starmer como su homólogo polaco, Donald Tusk, abogaron también por «un aumento inmediato» de las partidas militares mientras Macron definió el momento actual como una oportunidad para que avance la eterna promesa de la «Europa de la defensa». Un endeudamiento continental para invertirlo a nivel militar, siguiendo el ejemplo de los bonos covid, es una de las propuestas galas, aunque no genera consenso. El canciller alemán, Olaf Scholz, apostó por subir las contribuciones al 2% del PIB, aseguró que Kiev no puede acatar «una paz impuesta» y envió a su presidente, Volodímir Zelenski, el mensaje de que puede «confiar» en los países del bloque.