El campo malagueño vive con la vista puesta en el cielo. La histórica sequía que atraviesa la provincia, con la cantidad de precipitaciones más baja nunca contabilizada desde que hay registros en 1942 en la capital, los efectos de la falta de agua se ... dejan sentir con fuerza en la agricultura y la ganadería de todas las comarcas. De los cereales, hortalizas y olivos de la zona de Antequera, a las cítricos del Valle del Guadalhorce, pasando por el pujante sector de los subtropicales de la Axarquía, que suma unas 13.000 hectáreas de superficie y que facturó el pasado año 148 millones.
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Todos se enfrentan a un futuro «muy negro» de continuar la sequía, que se suma a la falta de infraestructuras hidráulicas, que acumulan 15 años de retrasos e incumplimientos. La comarca oriental malagueña, que durante décadas ha presumido de ser la principal zona productora de aguacates y mangos del país, ve «con desesperación y resignación» que, si continúa sin llover, el próximo verano puede ser «un auténtico infierno», con miles de hectáreas de cultivo que se podrían perder.
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Francisco Jiménez Ignacio Lillo
La falta de lluvias y los recortes en las dotaciones de agua procedentes del embalse de La Viñuela aprobadas por la Junta el pasado octubre ya se están dejando notar en las fincas, especialmente en las que no tienen otros recursos alternativos, como los pozos, que en muchos casos se han secado o salinizado ya. Las plantaciones de aguacate, en plena cosecha, son las que más están sufriendo, ya que es una especie que demanda mucha más agua, casi el doble, que el mango. De hecho, la mayoría de las fincas de mangos apenas se están regando en estos meses.
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SUR recorre varias fincas de la comarca oriental para conocer cómo se las están ingeniando los agricultores de un sector que da empleo directo a 15.000 personas y que tiene una potentísima industria de comercialización, compuesta por una treintena de grandes empresas, entre las que hay gigantes como Trops o Frutas Montosa, con facturaciones que rondaron el pasado año los 150 millones de euros anuales.
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El tropical está resignado a que, si no se produce el milagro de las lluvias en los próximos meses, la Junta podría verse abocada a suspender el suministro a las fincas procedente del embalse de La Viñuela para no poner en riesgo el abastecimiento de los 14 pueblos que dependen de la presa. El embalse sigue bajando, y está ya a apenas un 15%, con 25 hectómetros cúbicos almacenados, menos de la mitad que hace un año.
Javier Braun, agricultor y presidente de la Asociación de Productores
Javier Braun es el presidente de la Asociación de Productores de Frutas Tropicales, un colectivo que agrupa a más de 400 agricultores. Junto a su familia es propietario de unas 40 hectáreas en El Trapiche, donde tienen mangos y aguacates. «Optimizamos al máximo el agua, tenemos sensores de humedad en la tierra, no deja de pitarme el móvil desde hace meses», cuenta resignado mientras recorre una de las parcelas en las que una cuadrilla de empleados realiza una poda severa de aguacates «con más de treinta años».
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«Así intentamos que se mantengan con las mínimas ramas y que sobrevivan con la poca agua de la que disponemos», cuenta Braun, quien lamenta que las aguas regeneradas de la depuradora de Vélez-Málaga únicamente están pudiendo ser utilizadas por 2.600 hectáreas de fincas, de la Junta Central de Usuarios del Sur del Guaro. «Faltan las infraestructuras, la Junta dice que vayamos nosotros a por ella, pero cómo lo hacemos, son obras muy costosas, estamos dispuestos a pagarlas, pero no se hacen de un día para otro. Si no llueve bien esta primavera va a ser una catástrofe», sostiene.
José Miguel Medina, agricultor con fincas en Vélez-Málaga
José Miguel Medina, con fincas en Vélez-Málaga, lamenta que la falta de lluvias hace que la dotación de 2.000 metros cúbicos por hectárea que tienen asignada del embalse sea «totalmente insuficiente». «Los árboles necesitan 7.000, en el Plan Guaro así se recoge», dice. «Difícilmente vamos a poder mantener la cosecha para el próximo año», se lamenta.
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José Antonio Gutiérrez, agricultor con fincas en Vélez-Málaga
José Antonio Gutiérrez mira con desolación el estado de una balsa que comparten varias fincas de mangos y aguacates en El Trapiche. «En estas fechas tendría que estar llena», advierte. «Estamos regando lo mínimo posible, para mantener los árboles, estamos cogiendo los aguacates porque se está empezando a caer la fruta», sostiene este agricultor, quien dice que el pozo «se ha secado». «Estamos esperando a que llueva», dice.
José Carlos Gil, agricultor y presidente de la comunidad de regantes de Algarrobo
La comunidad de regantes de Algarrobo, que suma casi 800 hectáreas, lleva desde hace una década esperando a poder utilizar el agua regenerada de la depuradora. La Junta les ha prometido que va a reparar las deficiencias de la planta «antes del próximo octubre» para poder reutilizar alrededor de un hectómetro. «Estamos ahorrando al máximo, con un pozo y el río, sin tirar del embalse, pero si nos bajan la dotación y sigue sin llover el verano va a ser muy complicado», afirma José Carlos Gil.
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Benito Avilés, agricultor de Campillos
«La sequía nos está afectando negativamente y si no llueve de aquí a 15 días, el cereal se secará y se perderá todo el cultivo». Así de claro lo tiene Benito Avilés, que tiene 43 años, es agricultor y presidente de la cooperativa de San Benito de Campillos.
Ahora mismo, «en condiciones normales con un otoño lluvioso, lo más normal es que estaríamos aplicando el abono en el cereal, el herbicida para proteger el trigo, arando olivares, aplicando fitosanitarios en el olivar, pero nada de eso podemos estar haciendo» porque no tienen medios y sería perder más dinero al no saber si va a llover o no.
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Normalmente tras recoger la aceituna, «la gente poda y prepara el terreno, pero no se está realizando. Por los altos costes de producción, el agricultor es más reticente en aplicarlos y ante la sequía, nadie se arriesgue a invertir. Esto lleva a no realizar contrataciones y perder riqueza en la zona. La comarca de Antequera es una zona que depende de la agricultura.
La aceituna se recoge hasta enero y febrero y en este mes «se prepara el campo con el abono para próximos cultivos», pero están a expensas de la lluvia. Desde octubre que empieza el año agrícola, «en la comarca de Antequera no han caído más de 100 litros y eso es una ruina».
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Los agricultores han dejado sus parcelas sin sembrar nada ante los altos costes de la producción y la sequía. «Recuerdo que desde que soy profesional en el año 2004, no he vivido una sequía como ésta. Si no llueve el cereal se secará y los olivos van a tener un estrés hídrico con pérdida de cosecha incalculable. Habrá menos aceitunas, con menos peonadas y empleo».
Profesionalmente, el agricultor mima sus parcelas, «cuidamos los productos de primera necesidad que al final serán nuestros alimentos. Como tal miramos por nuestras parcelas y lo que intentamos es mejorar año tras año».
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La sequía que ya viene de dos año para acá y se vuelve a exponer la necesidad de crear infraestructuras hídricas que no existen con las «que se solucionarían los problemas de la sequía y se crearía riqueza al poder sacar mayor rendimiento de las tierras». Recuerda lo que Antonio Luque, de Dcoop, lleva mucho tiempo avisando que «si no se invierten en infraestructuras hídricas, lo pagaríamos y que con ellas se podría solucionar el problema de la sequía y se generaría empleo».
Rosario Fernández, agricultora de Antequera con olivar de secano
«La sequía está afectando de forma negativa en la producción, se ha reducido más de la mitad en la última cosecha. Hemos pasado de una media de 400.000 kilos anuales a 150.000 kilos de la última recolección. El olivo está tan seco que la planta no tiene jugo para dar aceite», advierte Rosario Fernández, agricultora de Antequera con 48 años, que lleva la explotación familiar.
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A pesar de ser su olivar de secano, que se riega con la lluvia del cielo, la falta de agua afecta al producto porque no llueve. «La recogida emplea a unas 9 personas, pero ahora hay menos tiempo de trabajo al haber menos producción».
«Yo escuchaba épocas de sequías, pero ésta es muy larga. Se están secando los pozos y no hay agua para sulfatar, para preparar ni para sembrar». Entre septiembre y octubre con la recogida de la aceituna verde, «ya veíamos que estaba muy seca» y ahora con la negra «ha estado muy arrugada».
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Fernández espera que venga ya la lluvia porque «si sigue sin venir, se reduce más la calidad y la producción y no sé qué pasará. La aceituna está ya muy arrugada y no trae aceite, por lo que se avecina un pésimo año si no llueve».
Se une el problema «con los recortes de las ayudas de la PAC y los bajos precios y la subida de los costes, de fertilizantes, abonos, del gasoil».
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