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El Rectorado de la Universidad de Málaga va a realizar un estudio para analizar el nivel de presencialidad que se alcanza en las distintas escuelas ... y facultades universitarias. El deseo expresado por el rector en el inicio de curso de llegar a la «máxima presencialidad posible» queda desdibujado cuando se ve la realidad que hay en los diferentes centros. Así lo ha reconocido a este periódico el rector, José Ángel Narváez, quien se mostró en cierta medida sorprendido e incluso decepcionado por la situación que se da en algunos centros universitarios, en los que la docencia 'online' es generalizada y las clases presenciales, una excepción o directamente inexistentes para un amplio grupo de alumnos.
El modelo de docencia bimodal en la UMA supone que debe haber clases presenciales para una parte del grupo y otras a distancia pero síncronas o en tiempo real, para el resto de grupo que se queda en casa y que sigue las explicaciones al mismo tiempo que sus compañeros que están en clase. Pero la realidad en las escuelas y facultades, como publicó ayer este periódico, es muy distinta, con muchos centros prácticamente vacíos porque se ha optado por dar las clases mayoritariamente por vía telemática.
«Seguimos apostando por la máxima presencialidad posible», dijo el rector, y en ese sentido recordó a decanos y directores las instrucciones que se dieron en su momento sobre la organización de la docencia en este curso. «Se habló y se discutió mucho con los decanos y directores esta organización docente», cuya materialización corresponde a cada centro, departamento e incluso a los profesores, en función a la autonomía de los centros y la libertad de cátedra de los docentes. «Se ha potenciado mucho la docencia 'online', con inversiones en equipos, cámaras o micrófonos en las aulas. Pero insisto, tenemos que ir hacia la máxima presencialidad posible», señaló.
Narváez aseguró que la Universidad es un lugar «seguro» frente al coronavirus, con una incidencia de casos «muy baja. Profesores y alumnos están cumpliendo con las recomendaciones de distanciamiento o uso de mascarillas en todo momento», dijo. También se mostró preocupado por las situaciones que se están dando en otras universidades, como Granada, con un número creciente de contagios que ha llevado al cierre de su universidad. Pero señaló que «no se puede criminalizar a los universitarios, pues lo que está ocurriendo es por falta de responsabilidad de toda la sociedad, no solo de los jóvenes», y también criticó el modo de actuación de las autoridades, pues el cierre de una universidad «es competencia de su rector».
Según el vicerrector de Estudios, Ernesto Pimentel, «hay una situación muy heterogénea, cada centro ha adaptado ese modelo genérico de docencia bimodal, los recursos disponibles son muy variables y los espacios son distintos en cada caso, hay facultades con aulas muy pequeñas donde la presencialidad queda muy reducida por los requisitos de distanciamiento social».
No obstante, el vicerrector se mostró moderadamente satisfecho por un comienzo de curso en el que uno de los retos era precisamente que los alumnos regresaran a clase en la medida de lo posible. Según Pimentel, los centros han elaborado protocolos muy pormenorizados para la docencia presencial y se han realizado importantes inversiones tanto en las aulas para dotarlas de cámaras y micrófonos, como en el campus virtual para que los alumnos puedan seguir la docencia telemática sin problemas. También se han adquirido nuevas herramientas de aprendizaje colaborativo, como Blackboard Collaborate.
Desde el consejo de estudiantes de la UMA señalaron que les están llegando quejas de los alumnos, «de casi todos los centros y por diversos motivos», en relación a la organización docente. «En algunos centros se quejan de que los profesores no están asistiendo en presencial, en otros la parte de las asignaturas prácticas no se están haciendo presenciales y en otros centros directamente la queja es que no hay presencialidad ninguna». Entienden que la presencialidad total es imposible, pero no las grandes diferencias que hay entre unos y otros centros. «Debería haber unas normas comunes, aunque fuese con diferencias, para los centros con una experimentalidad similar».
La Universidad de Málaga y Fundación Unicaja han puesto en marcha la Cátedra de Cultura de la Diversidad y Justicia Social, que dirige el profesor emérito Miguel López Melero, que fue catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la UMA.
Según expuso el director de la cátedra, la Universidad de Málaga, de acuerdo con sus estatutos, contempla la prestación de un servicio público que garantiza la vinculación de la Universidad a los intereses sociales, así como al encuentro necesario y mutuamente enriquecedor entre Universidad y entorno. En este sentido, la cátedra nace como espacio de debate, de formación, investigación y divulgación de las temáticas relacionadas con las diversas culturas. «Necesitamos construir un diálogo común con voces diferentes», dijo el profesor López Melero. «Estamos hablando de una sociedad inclusiva malagueña, es decir, de la unidad en la diversidad». Para ello, han planificado una serie de actividades, de formación, docencia e investigación, y también de difusión y transferencia del conocimiento.
El acuerdo con Fundación Unicaja contempla en principio una duración de dos años. Aunque Sergio Corral, director general de la Fundación Unicaja, indicó que se irá valorando el cumplimiento de sus programas. Corral aseguró que los objetivos de la cátedra «coinciden con nuestros fines sociales», por lo que consideró que se trata de un proyecto «apasionante» y que va en la línea de conseguir que Málaga sea una ciudad mejor y más justa.
El rector de la Universidad, José Ángel Narváez, indicó que esta cátedra es «una oportunidad para trabajar por una sociedad diferente», agradeció la colaboración de Fundación Unicaja y de las ONG e insistió en que la Universidad debe esforzarse en formar ciudadanos libres y comprometidos. «Somos la última esperanza para cambiar la sociedad», afirmó.
Proyecto Roma
El profesor López Melero, ahora catedrático emérito en la UMA tras su reciente jubilación, dirige el Proyecto Roma, un programa pedagógico que ha hecho posible que 150 niños malagueños con dificultades hayan demostrado que son capaces de llegar muy lejos en su aprendizaje. Entre sus casos más conocidos, el de Pablo Pineda, que se diplomó en Magisterio. Su metodología solidaria e inclusiva se extiende por Perú, Uruguay, Méjico o Chile, con el mismo propósito con el que la inició hace 30 años, poner en valor la diferencia. Esta nueva cátedra, afirmó López Melero, «nace preñada del Proyecto Roma» que, además, ha sido su propia vida, desde que en el año 1975, en Alcalá de Henares, centrara su labor en aquellos niños y niñas a los que la sociedad había considerado incapaces de aprender.
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