El viejo Unicaja reaparece en Manresa

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Juan Calderón

El primer ataque del Manresa fue un adelanto de lo que sería casi todo el partido, un monólogo de Pérez ejecutando a la perfección un bloque y continuación con finalización de Bako, acción que repetiría sin cesar con Sima o Moneke... Si en la víspera del partido Fotis Katsikaris enfatizó en la necesidad de frenar al base del Manresa, sus jugadores no parecieron captar el mensaje. No fue este el único problema del conjunto cajista, que fue siempre a remolque. El mayor potencial físico del cuadro catalán fue otra desventaja. Moneke desarboló a Barreiro, reubicado como ala-pívot, y surgía otra vía por donde entraba agua. Para complicar más la situación, la entrada al partido de Francisco terminó por romper la defensa malagueña, incapaz de frenar al escolta francés. El resultado fue un 25-18 al final del primer cuarto, con el Unicaja limitado a algún destello de Jaime Fernández y poco más.

La situación empeoró porque la defensa malagueña, lejos de mejorar, iba a menos. La renta local alcanzó los trece puntos en el arranque del segundo cuarto (33-20), con el Unicaja desbordado y cometiendo muchas pérdidas. Katsikaris, ante la ausencia de Bouteille, optó por un quinteto bajo combinando a Díaz, Alonso, Fernández o Cole, pero esto que otras veces da un plus en defensa, no fue una solución. Aunque Eric mantuvo a su equipo en el partido casi haciendo la guerra por su cuenta estando muy atento en el rebote, los ocho puntos seguidos del nigeriano no aliviaron la situación (33-26). El regreso de Dani Pérez al partido volvió locos a los jugadores de Katsikaris. Su conexión con Sima fue letal. El pívot del Manresa, al que no pudo frenar Nzosa, hizo estragos en la zona cajista (11 puntos), aunque el problema es que nadie podía parar a Pérez, motor total del juego de su equipo. Como la vía de los triples estaba cerrada (2/13) y el Unicaja acumulaba pérdida tras pérdida (9), no era de extrañar el 48-36 con el que se llegó al descanso.

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Se esperaba una reacción del conjunto cajista, que hasta ahora había competido en todos los partidos, pero esta vez no llegó. Los jugadores de Katsikaris aparecían apáticos y sin la intensidad necesaria para voltear una situación que no paraba de complicarse. Las amenazas eran las mismas. Bako, Moneke, Francisco... Y todo mientras Dani Pérez descansaba en el banquillo. El Unicaja, sin Fernández, sólo anotó 6 puntos en ocho minutos y así era imposible. La ventaja local alcanzó los 21 puntos (63-42). Es cierto que el regreso de Fernández dio nuevos bríos al ataque malagueño con un parcial de 2-9, pero la ventaja local seguía siendo demasiado amplia (64-51).

Tenía que pasar algo distinto a lo que se había visto en treinta minutos. Y pasó. La aparición de Norris Cole cambió el rumbo del choque. Los puntos del estadounidense despertaron al ataque del Unicaja, que mejoró notablemente también en defensa. Varios contragolpes y, sobre todo, los triples, parecían obrar el milagro. A falta de tres minutos el Unicaja se colocaba a cuatro puntos 75-71. El miedo del Manresa era palpable. El partido sólo lo podía perder el equipo catalán, pero Dani Pérez decidió que no, que la victoria se quedaba en el Nou Congost. Dos triples del catalán echaron por tierra la reacción del Unicaja, que esta vez reaccionó demasiado tarde y desde demasiado lejos.