Peligro: el Unicaja es un equipo roto

El futuro inmediato se presenta incierto, porque la realidad es que el juego del Unicaja no invita a nada más. En el calendario aparecen rivales amenazantes (Valencia, Buducnost y Gran Canaria), porque ahora cualquier equipo parece mejor que el malagueño; mucho mejor. El Mornar Bar lo vapuleó, como sucedió el sábado ante el Manresa. La defensa fue un desastre en la primera parte en la que encajó la friolera de 58 puntos. Hubo algo de mejoría en la segunda, pero nada del otro mundo como para competir por la victoria ante un rival sin grandes lujos, pero que supo jugar al baloncesto. Esto es lo que dijo Casimiro tras el partido.

Al Unicaja la concentración le duró un suspiro. Salió con buenas intenciones e hizo un par de buenas defensas. Había buena actitud y dominaba en el marcador, pero fue un espejismo porque el rendimiento del equipo empezó a desplomarse de forma vertiginosa. Del 5-10 se pasó a un 16-11 en un abrir y cerrar de ojos. La defensa se desajustó por completo y los jugadores cajistas llegaban tarde a cada movimiento de sus rivales. Esto, además de permitir canastas ciertamente fáciles del Mornar Bar, también provocó muchas faltas y el equipo de Montenegro estuvo infalible desde la línea de personal, desde donde consiguió la mitad de los 28 puntos, una barbaridad, que logró en el primer cuarto.

El Unicaja tenía poco ritmo en ataque y sus pívots no ayudaron al cargarse rápidamente de faltas. El equipo malagueño dominaba en el rebote, pero se pasaba fatal el balón, con demasiadas pérdidas y la ausencia total de juego colectivo. El 28-22 con el que se cerró el primer cuarto fue un adelanto de lo que vendría después.

No encontró la fórmula Luis Casimiro para corregir la deriva de su equipo. Al menos los cambios incesantes no ayudaban. El Unicaja se agarró al partido por medio de Bouteille, pero era el único recurso. Cada jugada era que el francés recibiese el balón y confiar en que anotase. El alero estaba acertado, pero atrás su equipo era un absoluto desastre. La pasividad defensiva permitió un aluvión de puntos a un Mornar peligroso y que anotaba con absoluta facilidad. De poder empatar el partido (33-31), el Unicaja se vio perdiendo 51-35. El parcial fue demoledor con una lluvia incesante de triples; lanzamientos cómodos y sin presión defensiva ninguna. El equipo malagueño dio la sensación de estar roto y no confiar en nada de lo que hacía. Al descanso llegó perdiendo 58-39 con las mismas malas sensaciones que el sábado ante el Manresa.

Los números del Unicaja después de la primera parte eran calamitosos, con el Mornar casi triplicándole en valoración (73-28), con 10 pérdidas, 3/12 en tiros de tres y esa losa de haber recibido casi sesenta puntos en 20 minutos.

La actitud fue otra en el tercer cuarto. Se vio algo más de agresividad en defensa, lo que permitió al equipo malagueño situarse 61-50, pero la brecha era tan grande que cualquier fallo implicaba una penalización. El Mornar aguantó la reacción del Unicaja y desde la línea de tres encontró el hueco para respirar. Los triples de Pullen volvieron a poner distancia en el marcador con un parcial de 10-4 para cerrar el tercer cuarto 71-56.

Alberto Díaz parecía ser el único que creía en que se podía remontar el partido. Dos triples suyos y varias opciones defensivas hicieron pensar que el Unicaja podía engancharse al encuentro (73-62), pero no era el día. El equipo malagueño desperdició cantidad de oportunidades con faltas en ataque, contragolpes perdidos y faltas absurdas para meter algo de miedo a su rival. En el baloncesto profesional no se pueden cometer tantos errores como tuvo el conjunto que dirige Casimiro. A pesar de la mejora defensiva y de los fallos del Mornar, el planteamiento del Unicaja era ya precipitado y sin juego colectivo. El objetivo era asumir la derrota y perder por lo menos posible en otro partido desastroso. Ver la galería de fotos del partido