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La historia es tan tozuda que no admite matices, ni tonalidades, al desenvolverse siempre entre el blanco y el negro, aunque el deporte esté aderezado de intangibles que confunden las emociones. Entonces entra en juego el corazón, que solo entiende de sentimientos, reñidos siempre como ... están con los fríos números que envuelven el baloncesto de la magia del espectáculo; pero cuando se trata de la mente todo lo anterior choca con la realidad, y ésta no es otra que la eliminación del Unicaja en una 'Final Four' de la Basketball Champions League en la que tenía depositadas un sinfín de ilusiones.
Más allá del juego, del balón que besó la red por fuera, del rebote escapado de las yemas de los dedos o de acciones individuales, como el triple errado en el último segundo por Perry, el conjunto malagueño sufrió ayer ante su afición la maldición del centenario, ya que el cuadro local nunca ganó cuando coincidió con una cifra redonda en su vasta trayectoria; así ocurrió en su partido 100 en Europa, y en el 200, y en el 300, y en el 400 y, desgraciadamente, también en el 500, que se cumplió frente al Telekom Bonn. Maldita efeméride en el momento más inoportuno. ¡Qué número más bonito para celebrarlo a lo grande y qué tristeza más grande al recordarlo!
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Arropado por una afición enfervorecida que anhelaba llevar en volandas a su equipo hacia una victoria que valía una final europea, la cuarta de su historia tras las dos de la Copa Korac y la de la Eurocup, el Unicaja volvió a suspender el examen que arrastra en toda su trayectoria. Esta vez tampoco aprobará la asignatura de ganar un título como local, otra maldición que asola tantas ilusiones. Es un mal fario que no encuentra argumentos para combatirlo, porque esta vez tenía todo de cara: un buen proyecto, un gran equipo, un entorno adecuado y una marea verde que se hizo notar desde mucho antes de que comenzara el choque. Pero falló el equipo el día que no tenía que hacerlo.
Pero si nos ceñimos a la historia, esta es la cruda realidad. No hay otra. Después de cuatro Copas del Rey como anfitrión y tres Supercopas en el Martín Carpena, Europa también le es esquiva a la hora de alzar el trofeo al cielo de Málaga. Causa desazón el simple recuerdo de todo lo acontecido en el templo de los sueños de los aficionados cajistas.
La anterior vez sucedió en el último partido de la Copa del Rey 2020, cuando el Real Madrid apenas le dejó opción de triunfo, como ocurrió en la Supercopa de 2006 cuando perdió con el Tau Cerámica o en la de 2015 al ser superado claramente por el Barcelona. No obstante, en esas citas anteriores no era para nada el favorito, condición que sí se mereció en la Champions frente al Telekom Bonn, por muchos elogios que recibiera el cuadro alemán en la previa de la 'Final Four' y demostró en el choque.
Lo más cercano al éxito se vivió cuando apabulló por 30 puntos al Hemofarm Vrsac en la ida de la final de la Korac de 2001 y dejó sentenciada la eliminatoria que se llevó una semana más tarde en esa localidad cercana a Belgrado.
Si el Unicaja ha escrito páginas memorables a lo largo de su andadura continental, también algunos de sus párrafos de su trayectoria contienen renglones torcidos, como determinadas abultadas derrotas o la incapacidad de romper la estadística de sus centenarios europeos. Es una maldición en toda regla. Si no, lean: el 13 de noviembre de 2002 el club de Los Guindos se convirtió en centenario en un choque disputado en Atenas frente al Panathinaikos y el conjunto que entrenaba Bozidar Maljkovic cayó por 77-65; el 23 de enero de 2008, el equipo dirigido por Sergio Scariolo visitó en Lituania al Lietuvos Rytas en su partido 200 y perdió por 71-63; el 14 de noviembre de 2013 el Carpena vio la derrota ante el Montepaschi Siena por 73-75 en su encuentro 300, mientras el 7 de diciembre de 2017 viajó a Vitoria para disputar su partido 400 y cedió por 88-82, estos dos últimos choques dirigidos por Joan Plaza.
Ibon Navarro, desafortunadamente, también engrosa esta triste lista de técnicos que les ha tocado celebrar partidos redondos y no poder ganar tampoco, en este caso, en el partido 500 del Unicaja en Europa, posiblemente el más triste de su historia al mostrarse incapaz de superar al Telekom Bonn.
En estos momentos de infinita tristeza fueron no pocos los aficionados que se acordaron del triple de Ansley que no entró y que valía una Liga allá por 1995, o la imposible remontada un lustro después frente a un Limoges comandado por Marcus Brown, que luego vistió de verde dando muchas alegrías... El resto de la historia, ya se sabe, es tozuda y no entiende de sentimientos.
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