Una de las derrotas más dolorosas del Unicaja

Había algo en el ambiente que rodeaba al Unicaja en esta 'Final Four' que dejaba un halo de mal fario que se cumplió luego en el partido. Demasiada euforia en torno al equipo, un optimismo desmesurado por el simple hecho de jugar en casa arropado ... por la afición, aunque la consecución de la Copa del Rey ofrecía motivos para evitar el desencanto. Tampoco me gustaron las declaraciones de Ibon Navarro la semana pasada antes de la visita al Real Madrid. Ningún encuentro se prepara en condiciones idóneas desde la derrota y el domingo en la capital de España el cuadro malagueño se dejó ir frente a un rival en cuadro que se jugaba la temporada tres días después y reservó a un sinfín de jugadores. «Hay veces que una derrota no viene mal», fueron más o menos las palabras del entrenador vasco, y no puedo estar más en desacuerdo. Seguro que él vio algo en el entorno que le llevó a pensar así. Anoche al Unicaja le pudo la presión de sentirse favorito y el aspecto emocional es cada vez más importante en el deporte profesional. No se trata de buscar culpables, sino de conocer las causas de esta dolorosa derrota cara a futuras citas trascendentales. El Telekom Bonn, por su parte, demostró, donde y cuando tiene que hacerlo, que todos los elogios recibidos durante la temporada no eran inmerecidos, más bien al contrario, su partido fue excelso cuando tenía todo en contra, como por ejemplo cuando se vio nueve puntos abajo en un abrir y cerrar de ojos. Pero eran muchos los aficionados que al final del partido decían que más que ganar el cuadro alemán el choque lo había perdido el conjunto malagueño. Y no les faltaba razón. Fue una de las derrotas más dolorosas que se recuerdan en la trayectoria de un club al que parece que la historia le tiene vedada celebrar un título en casa. Lo siento enormemente por la afición, que merecía una alegría. Ahora solo hay tristeza.