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Scariolo nos dejó frases como estas en 'La Alameda': «Tienes que empezar por ti mismo, cómo gestionar tu propio ego»Secciones
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Scariolo nos dejó frases como estas en 'La Alameda': «Tienes que empezar por ti mismo, cómo gestionar tu propio ego»En el programa 'La Alameda' de 101 TV y SUR, dirigido por Manolo Castillo, pudimos disfrutar, entre otras muchas cosas, de una magnífica entrevista a Sergio Scariolo, seleccionador nacional y entrenador ayudante de los Toronto Raptors, un entrenador muy querido en Málaga y con una carrera verdaderamente exitosa a sus espaldas. Sergio, entre muchas de las cosas interesantes que contó, nos dejó algunas reflexiones que me parecieron verdaderamente esclarecedoras de lo que debe suponer la figura de un entrenador en un equipo de elite y a la hora de gestionar los egos de sus jugadores para poder alcanzar sus objetivos. Así nos dejó frases como estas: «Primero tienes que empezar por ti mismo, cómo gestionar tu propio ego»; «entrenar o dirigir no es un ejercicio de ego, debes ser lo suficientemente inteligente para comprender que tu éxito es el éxito que pueda conseguir ese equipo, y no que la gente diga que los ha logrado tú o que ha sido gracias a ti»; «evitar entrar en una dinámica de comunicación autoritaria de reivindicación pública cuando se gana y disculpa cuando se pierde, que sería un mal ejemplo para que el ego de gente más joven o menos madura pueda tener más facilidad para sacarlo a flote». Y continuó diciendo: «El entrenador debe conseguir que los jugadores, y en especial los líderes del equipo, te identifiquen como alguien que les puede ayudar y que sean lo suficientemente inteligentes para, aunque a veces puedan discrepar, ir en la misma dirección que el entrenador, para convertirse en sus aliados»; «el entrenador, tras saber escuchar, propone, porque son los jugadores los que tienen que ejecutar el plan de partido y tomar las decisiones en la cancha, son los primeros que han de creer en ello»... Una 'master class' en toda regla de cómo ejercer el verdadero liderazgo desde el banquillo con la lucidez de alguien que, como él, no ha parado de crecer en una vida volcada en su profesión.
Cuando esa confianza mutua es menoscabada, por la razón que sea, todo se va a complicar mucho. Es realmente cuando podemos llegar a la conclusión de que el ciclo de un entrenador se está agotando, y no sólo cuando viene una mala racha de resultados. Decir ahora que Casimiro está en la cuerda floja no es nada original. Al final no es más que otro entrenador en el disparadero cuando los resultados no son los esperados. Como en anteriores 'Tiro libre', me reitero en mi opinión de que focalizar las culpas sólo en el entrenador o en determinados jugadores nos aleja de lo que debería ser un análisis más preciso e incluso invita a algunos a eludir sus responsabilidades, ya sea en la cancha o en los despachos, a la hora de sacar al equipo del atolladero. El principio del fin de un proyecto suele producirse cuando, como consecuencia de los malos resultados, cunde el nerviosismo, y esa desconfianza mutua de la que hablábamos se instala, ya sea en el seno de la propia plantilla, entre jugadores y entrenador, o entre este y otros estamentos del club. Y, sobre todo, cuando algunos desde cualquiera de esos ámbitos pueda caer en la tentación, en un sálvese quien pueda, de expiar sus responsabilidades repartiendo culpas entre los demás hacia fuera o a hacia todo aquel que lo quiera escuchar, faltando así a dos de las reglas fundamentales del trabajo en equipo, que son la lealtad y la discreción para asumir como propios los aciertos y los errores, las victorias y las derrotas; o sea, estar en las duras y las maduras, en las alegrías y en las penas (como ustedes quieran llamarle), lavando la ropa sucia en casa para que el vínculo desde dentro no se rompa y sea realmente fuerte, dando así un mensaje a los jugadores de rigor y unidad que permita al equipo estar lo más preparado posible para afrontar situaciones tan complejas como esta.
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A partir de ahí, a quienes les corresponden podrán tomar decisiones basadas en criterios objetivos, y no como fruto de la presión a la que se sienten sometidos o para salvar su prurito personal; que si llega a producirse una nueva incorporación o el cambio del entrenador no sea un parche en una rueda o una huida hacia delante, sino más bien algo que venga directamente a sumar en un proyecto serio.
Lo demostrado por el equipo hasta la fecha está claro que no tiene buena pinta. En estos momentos se adolece del carácter suficiente y necesario para afrontar con garantías las dos competiciones y los objetivos del club. Alberto Díaz y Carlos Suárez (este último acaba de salir de una lesión) son los jugadores que imprimen el carácter y personalidad de este grupo. Son los que desde la cancha y desde el vestuario están más capacitados para tirar del carro e ir sumando adeptos para salvar al equipo de una situación difícil, los que consigan trasladar a sus compañeros desde su liderazgo la actitud necesaria que han de aportar cada uno de ellos como otro principio fundamental del juego si es que quieren que el talento que se les presupone resulte de verdadera utilidad a la causa, y no sólo quede en forma de datos estadísticos cara a la galería.
Todo empieza por uno mismo.
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