Vuelos directos desde Málaga: Lyon, capital de la gastronomía

Qué comer: En el destino se puede disfrutar de mucha historia y de una oferta gastronómica de más de 4.000 establecimientos, destacando casi una veintena de restaurantes con estrellas Michelin, incluyendo el local del reconocido a nivel mundial chef Paul Bocuse. Sin embargo, el mayor reclamo son las tabernas o casas de comida más típicas del lugar llamadas Bouchons, luciendo en su fachada este sello de negocios culinarios auténticos. Para tener una verdadera experiencia gastronómica local hay que apostar en estos establecimientos por unos 'grattons', trozos de tocino de cerdo dorados; unas 'cervelas lyonés', que es un salchichón aderezado con pistacho que se fríe; o las famosas 'quenelles', una masa denominada 'panade' que se rellena con carne de ave, de vaca o de pescado. Otra de las especialidades son el 'tablier de sapeur', una especialidad a base de tripas de buey'. De postre hay que hacer hueco a la tarta de pralinés rosas.

El desayuno imprescindible: Quienes quieran empezar el día con energía pueden retomar la costumbre de los tejedores de seda instalados en el barrio de la Croix-Rousse en el siglo XIX de tomar un 'mâchon'. Este desayuno consiste en una comida compuesta de embutidos y un 'pote lyonés' lleno de vino tinto del Beaujolais o del Mâconnais. La Meunière, el Café du Peintre, el Vivarais o el Poêlon d'Or son cuatro establecimientos miembros de la asociación Les Bouchons Lyonnais que siguen ofreciéndolo.

Paseo en barco: Lyon, situada al sudeste de Francia y con 2.000 años de historia, ofrece también mucho patrimonio. Dada la confluencia de los ríos Ródano y Saona en esta ciudad, una ruta en barco es otra forma de disfrutar del destino. Hay dos alternativas en barcos electrónicos: uno que va al moderno barrio de la Confluencia, y el segundo que sube por el Saona hasta la Isla Barbe.

Si se prefiere caminar, se puede empezar por visitar La Basílica Fourvière, construida a partir de 1872 para agradecer a la Virgen por haber evitado a Lyon la invasión prusiana en 1870. No muy lejos, se puede recorrer el museo galorromano Lugdunum o sentarse en las gradas del gran teatro, del año 15 antes de Cristo, para contemplar la ciudad. Después se puede ir a pie hasta el Viejo Lyon. Sin olvidar que el monumento más importante es la Catedral Saint-Jean-Baptiste, construida entre los siglos XII y XV en estilos románico y gótico.

En Lyon, con más de medio millón de habitantes confluyen vestigios romanos como el anfiteatro romano de las Tres Galias, la arquitectura medieval y renacentista en el Viejo Lyon y el moderno barrio de Confluence, en la península de la Presqu'ile. Las vistas desde la colina Croix-Rousse hay que inmortalizarlas como el recorrido por la Plaza Bellecour hasta la de Des Terreaux, pasando por el 'Carré d'Or' donde se encuentran las tiendas de marcas de lujo, o edificios emblemáticos como el Theatro Célestins, el Museo de la Imprenta y Bellas Artes, la Iglesia Saint-Nizier, el Palacio de la Bolsa, el Ayuntamiento o la Ópera.

Para quienes viajen con niños, la Tête d'Or es un parque donde pueden disfrutar a lo grande. Cuenta con grandes explanadas verdes y senderos, así como con un lago con lanchas de pedales. Los más pequeños pueden ver animales en el zoo, disfrutar del carrusel, elevar la adrenalina en la pista de mini-karting o jugar en el mini-golf. Otro de los atractivos es asistir a una función de guiñol, arte que nació en Lyon.

En esta ciudad es fácil moverse tanto en autobús, como en el funicular, en tranvía o metro. El billete sencillo cuesta 1,90 euros y el talonario de diez se compra por 17,60 euros. Cada pasaje permite desplazarte en todas las modalidades mencionadas durante una hora, incluyendo un trayecto de ida y vuelta en la misma línea.