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Menores y móviles: un debate incómodo
Ilustración: Sr. García

Menores y móviles: un debate incómodo

¿Prohibir, limitar, vigilar, educar? El dilema está servido para las familias ante la creciente evidencia de los riesgos que genera el mal uso de 'smartphones' para la salud mental de los menores

Domingo, 13 de abril 2025, 00:28

La serie 'Adolescencia' es un incómodo espejo para padres y educadores. La descarnada manera en la que aborda la transformación de un niño 'normal' de una familia 'normal' en un asesino ha removido algo en las tripas de una sociedad que, hasta ahora, iba recibiendo con cierta indiferencia el goteo de noticias, estudios y alertas de expertos relacionados con el empeoramiento de la salud mental y el aumento de agresiones, acoso escolar y suicidios en niños y jóvenes.

Hay dos realidades que discurren paralelas en los últimos cinco años, los que han pasado desde la pandemia: por un lado, un aumento de la incidencia de trastornos psicológicos, autolesiones y conductas suicidas a edades tempranas, así como de agresiones sexuales entre menores. Y por otro, un uso cada vez más intensivo y precoz de las llamadas TRIC (Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación) entre niños y adolescentes. Según el INE, la edad media de acceso al primero móvil es de 11 años y la media de tiempo 'online' que pasan los menores a diario es de 180 minutos. Y según una encuesta que hizo Unicef en 2021, el 31,6% de adolescentes entre 11 y 18 años pasa más de 5 horas diarias conectado a Internet entre semana, porcentaje que asciende al 49,6% durante el fin de semana.

Hay otro debate digerente, pero relacionado: el de si es excesivo el uso de los dispositivos digitales en los centros educativos

¿Están relacionadas ambas tendencias? Es tentador pensar que sí y la evidencia científica empieza a sugerirlo, aunque con matices. «No son los dispositivos móviles 'per se' los que generan una pobre salud mental sino patrones de conducta específicos al utilizarlos», es una de las conclusiones del exhaustivo estudio realizado por la Fundación ANAR (Ayuda a Niños/as y Adolescentes en Riesgo) sobre el impacto de las tecnologías en los menores. Los diferentes estudios, aunque divergen en algunos resultados, parecen apuntar a que la exposición excesiva al mundo digital, especialmente a redes sociales, agravaría el estado de ánimo en menores con problemas o vulnerabilidades ya presentes anteriormente. Los riesgos concretos están ahí y son ya de sobra conocidos: adicción al móvil, FOMO, juego 'online', acoso sexual y 'grooming', ciberacoso, estafas, 'fake news', radicalización, porno, violencia...

Lo importante no es (sólo) cuándo, sino cómo

Igualmente tentador es reducir el debate a una pregunta: ¿a qué edad darles un móvil a los hijos? Retrasar ese momento hasta los 16 años es lo que preconiza el movimiento Adolescencia Libre de Móviles, que tiene más de 30.000 familias adheridas a través de diferentes asociaciones, entre ellas la Asociación Educación Digital Responsable de Málaga. Aunque aquí aún no ha surgido una iniciativa como la del colegio cordobés donde todos los progenitores han pactado no comprarles 'smartphones' a sus hijos, es una propuesta que ha surgido y se debate en no pocos grupos de padres y madres.

Más allá del dilema de la edad concreta a la que los adolescentes acceden a un 'smartphone' en propiedad, hay un consenso entre psicólogos, profesores y entidades de defensa de la infancia sobre que lo importante es que el menor no se adentre en el ciberespacio solo, sino acompañado. Es decir, que no hay que obsesionarse con el cuándo, sino preocuparse por el cómo. En primer lugar, es crucial la información que se brinda al menor para que conozca y evite los riesgos existentes y sepa aprovechar los beneficios del uso de dispositivos digitales. Y en segundo, no se puede dar barra libre al uso del móvil: hay que asentar unas normas de uso en cuanto a tiempo y lugar de conexión, contenidos que se pueden visitar y compartir, protección de la intimidad, ciberseguridad y respeto a los demás usuarios.

También entra dentro de la responsabilidad de los padres restringir el acceso desde el dispositivo que vaya a usar el menor a contenidos inadecuados como porno o juego online. Existen aplicaciones de control parental para hacerlo, aunque también hay maneras de evadir estos controles. Por eso aún hay un cuarto mandamiento: la supervisión. Y ésta es más espinosa: hay padres que, al darles a sus hijos el primer 'smartphone', les exigen a cambio acceso a sus redes sociales y aplicaciones para vigilar su historial y saber su localización en todo momento. Otros consideran que eso es violar la intimidad de sus hijos y prefieren poner el acento en la confianza y el diálogo.

Los 'pecados' de los progenitores

El informe de ANAR pone el dedo en la llaga al señalar que hay comportamientos de los padres y cuidadores que agravan el riesgo de que los menores desarrollen una relación tóxica con la tecnología. «Las personas adultas utilizan las TRIC como un 'canguro digital' para mantener a los niños entretenidos desde muy temprana edad, como son los 3 años», explica. Esta práctica está normalizada socialmente, pero la cruda realidad es que está perjudicando a los niños. «Existe evidencia científica de que el tiempo frente a los mismos a una edad temprana, se asocia con un desarrollo cognitivo y socioemocional deficiente», concluye el 'Informe del comité de personas expertas para el desarrollo de un entorno digital seguro para la juventud y la infancia' encargado por el Gobierno.

Además, es difícil que un menor asuma que debe limitar el tiempo de uso de su 'smartphone' o de videojuegos cuando sus padres no sueltan el móvil en ningún momento. «Los niños de madres y padres que usan más tiempo diferentes tipos de medios digitales tienden a usarlos más que otros niños», recoge el informe de ANAR.

Pantallas en los colegios

Hay otro debate diferente, pero relacionado con el anterior, que se ha reavivado con la decisión de la Comunidad de Madrid de eliminar de sus colegios el uso individual de dispositivos digitales en alumnos de Educación Infantil y Primaria. Precisamente hace una semana se celebró una concentración en Málaga con el lema 'Más libros y menos pantallas'. Hay un movimiento a favor de fomentar más la lectura y la escritura a mano en detrimento de las pantallas.

¿Qué postura tiene la Junta de Andalucía? El delegado de Educación, Miguel Briones, descarta un viraje en su apuesta por una digitalización «controlada» de las aulas: «La apuesta por la digitalización no se debe revertir de manera brusca o poco motivada porque no se pueden obviar las muchísimas ventajas que tienen los dispositivos digitales y, además, dentro de las competencias básicas que marca la Ley que deben adquirir los alumnos está la competencia digital. Así que ¿vamos a seguir suministrando estos dispositivos a losc entros? Sí: este año, 20.000 en la provincia de Málaga», explica. En paralelo a esto se desarrolla un programa «imprescindible» por la formación del profesorado en competencias docentes digitales. Y la tercera pata la forman las iniciativas extraescolares de formación relacionada con el buen uso de la tecnología: talleres de higiene digital, ciberseguridad, pensamiento computacional, programación o robótica, que se llevan a los centros en colaboración con las AMPA.

Miguel Briones recuerda, por otra parte, que el uso de 'smartphones' particulares está prohibido en los centros educativos andaluces hasta 2º de la ESO.

La Junta prepara una 'app' que impide el acceso de menores a contenidos de riesgo

La Junta está preparando una aplicación gratuita que restringirá el acceso de los menores desde 'smartphones' y 'tablets' a contenidos inadecuados y de riesgo, tales como pornografía, juego 'online' o contenidos violentos. «Es una de las iniciativas contempladas en la Ley Andalucía Digital y estará lista para final de año», explica el consejero de la Presidencia, Interior, Simplificación Administrativa y Diálogo Social, Antonio Sanz.Con el foco puesto en la protección de los menores, la Junta también va a crear una unidad de ciberseguridad dentro de la Unidad del Cuerpo Nacional de Policía Adscrita a la Comunidad Autónoma de Andalucía, que tendrá entre sus funciones la protección de los menores frente a ciberdelitos y situaciones de riesgo en la Red. «Tenemos una labor fundamental de concienciación, de prevención y de protección de menores frente a ciberdelitos. Queremos trabajar en la escuela ante casos de ciberacoso, y en general, en la detección de situaciones de riesgo relacionadas con niños y adolescentes», apunta Sanz.

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