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En octubre de 2023, nació en Barcelona Adolescencia Libre de Móviles, un movimiento social en respuesta a la creciente preocupación por el uso excesivo de ... teléfonos móviles con acceso a Internet por parte de menores y adolescentes. Desde el principio, centraron sus esfuerzos en retrasar la entrega de smartphones a los menores hasta los 16 años o más, promoviendo un uso más responsable y saludable de las tecnologías digitales. Aquello removió conciencias y dio lugar a que iniciativas similares cuajaran en España. Una de ellas en Málaga. Así se constituyó la Asociación Educación Digital Responsable ese mismo año, cuya labor acaba de ser reconocida por la Agencia Española de Protección de Datos. Su presidenta María Vidal (Málaga, 1979), neurorradióloga en el Hospital Regional y madre de dos niñas, de 12 y 9 años, aboga por la información a las familias y el acompañamiento al menor en el uso de smartphones.
–¿Por qué os sumasteis a este movimiento social?
–Como madre te planteas si es inevitable tener que darle a tu hijo un móvil cuando llega a la ESO. Veía a amigas que cedían, pero que luego se lamentaban. Esa percepción también la tenían otras familias y eso fue lo que nos unió y nos llevó a sumarnos a este movimiento. Vimos que había otra manera de hacer las cosas.
–En estos tiempos de sobreprotección y exceso de permisividad, ¿prohibirle a un menor el uso del móvil no es irse al otro extremo?
–Bueno, es que no es exactamente prohibir. No tienen prohibido el smartphone; lo que no deben tener es un smartphone propio. Normalmente siempre se lo damos porque empiezan a salir solos y al final no lo usan para llamarnos. Eso representa solo un 10% del tiempo que usa el niño el teléfono. Al final ve Tik tok, ve Instagram, ve vídeos sin parar y, actualmente, en España, redes sociales no deberían tener hasta los 14 años y con la Ley de Entornos Digitales será a partir de los 16 años, que es lo que aconseja la Sociedad Española de Pediatría.
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–Así planteado puede parecer lo más cómodo para no tener que pelearse con los hijos...
–Hay estudios que dicen que para una de cada dos familias, la gestión del tiempo de pantalla es el principal problema de la convivencia. Una vez que tú le das el smartphone propio a tu hijo, es muy difícil controlarlo y empieza el conflicto. En cambio, si emplea uno de la familia, siempre en casa y pactando un tiempo de uso para intervenir en los chat en los que esté, es más fácil acompañarlo en su educación digital.
–¿No es mejor ganarse la autoridad predicando con el ejemplo?
–Eso es básico. Cuando damos charlas a los padres, piensan que tenemos la fórmula mágica para hacerlo bien. Pero lo primero que tienen que preguntarse es qué hacen ellos. Les pedimos que se metan en los ajustes de sus móviles y saquen la herramienta de bienestar digital para que se diagnostiquen. Le damos pautas para que eviten algunos hábitos y planteamos la necesidad de que en cada familia haya un plan digital familiar.
–¿Cuál sería ese plan ideal?
–En líneas generales, que toda la familia tenga unos tiempos concretos de pantalla; no todo vale. Los móviles se tienen que usar en zonas comunes, como el salón, el despacho o la cocina; nunca ni en dormitorios ni en baños. Y luego que el ocio digital que vea tu hijo sea saludable y no que te haga ser un zombie digital, escroleando vídeos sin parar. La tecnología puede usarse para dibujar, hacer podcast o grabarte tocando la guitarra.
–¿No temen que estos menores, nativos digitales, se queden atrás en una realidad que avanza a una velocidad de vértigo?
–No. El término nativo digital ha hecho muchísimo daño. Nos ha llevado a pensar que los niños nos dan mil vueltas y no es así. Mi hija, probablemente me las dará en cambiar el fondo de pantalla o el tipo de letra, pero yo en conocimiento y valoración de contenidos y un montón de cosas más por la propia experiencia de la vida soy más sabia que ella. Si no la dejara aprender Excel u otros recursos digitales no la estaría ayudando en su formación, ¿pero la voy a dejar atrás porque no usa el smartphone para ver vídeos de Tik Tok o Instagram? Al contrario, lo que le estoy dando es tiempo para aprender muchas otras cosas.
–Y, ¿cómo se le ponen puertas al campo?
–Hace falta un pacto de familias. Aunque en Málaga no se ha hecho aún, sí se ha empezado a hablar en varios colegios. Pero esta responsabilidad no puede recaer solo en las familias, no puede ser David contra Goliat. Aquí en Andalucía, el uso de móviles está prohibido en los centros educativos desde 2023 gracias a una Orden de la Junta, pero necesitamos más medidas, que se legisle sobre este tema igual que se ha hecho con el alcohol, el tabaco o la conducción. En medicina no entendemos cómo el uso de los smartphones en menores no está declarado un problema de salud pública.
–¿Cómo es ese momento de retirarle el móvil a un menor cuando ya está acostumbrado a su dosis de dopamina?
–Siempre recomendamos que las familias vengan a las charlas antes de darle un smartphone propio a su hijo, porque después sufren auténticos problemas: ven cómo ha cambiado su hijo y se ha convertido en un adicto a esa dopamina. Cuando eso ocurre, lo que hay que hacer y eso lo dicen los expertos es quitarle el smartphone, cero pantallas. Probablemente, los dos primeros días sean un horror, pero luego todo mejorará.
–Y con dos preadolescentes en casa, ¿cómo lo llevan?
–Yo no he llegado darles un smartphone propio. Mi hija mayor tiene 12 años y está en primero de la ESO. A esa edad ya son bastantes los niños que lo tienen. Ella tiene uno de teclas, como yo le llamo, con el que nos puede llamar y mandar SMS ilimitados. Pero quería estar en algunos grupos de whatsapp de amigas del conservatorio, de la academia o incluso de compañeros de clase, así que los tengo en mi móvil. Ella los consulta unos minutos cuando llega del colegio para no quedarse al margen de nada. Yo no intervengo; intento ser discreta, pero sabe que voy a hacer caso a la Asociación Española de Pediatría e igual que lo hago con las vacunas, seguiré su recomendación de no darles un teléfono con Internet antes de los 16 años.
–¿Son conscientes las familias del riesgo que corren sus hijos de ser víctimas de ciberacoso, manipulación de datos o acceso temprano a la pornografía?
–Todos lo intuyen, pero no saben hasta dónde llega ese riesgo. Un informe realizado en enero de este año por la empresa Qustodio, que es de control parental, advertía de que en España prácticamente el 100% de los niños tenía un smartphone a los 12 años, pero que solo el 22% de los progenitores consideraba que era la edad adecuada para dárselo. Si la gente supiera lo que nos cuentan los chavales en las charlas y la naturalidad con la que comentan las cosas que han visto se le pondría los pelos de punta. Reciben vídeos de una pornografía que son auténticas barbaridades.
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