En su instituto, el IES Guadalpín, recuerdan estremecidos la reacción de Pilar González tras la vacuna. «Se le hinchó mucho el brazo. El primer día -4 de marzo- vino a clase, pero se tuvo que ir a media mañana porque tenía un dolor de cabeza ... insoportable», cuenta el director del centro, Fernando Vázquez. «El lunes se incorporó y estuvo toda la semana yendo a clase pese a que seguía teniendo síntomas, fiebre y no se encontraba bien. Decía que estábamos a final de trimestre y que no podía faltar para perjudicar a los estudiantes. No se acogió a su derecho a tener una baja laboral por su compromiso con el alumnado. Así era ella«.
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Con sus palabras, Fernando Vázquez define lo que ha sido una constante en la vida de Pilar: su pasión y su compromiso con la docencia. «Era una profesora metódica, rigurosa, le gustaba tener el control sobre su trabajo y se implicaba muchísimo con los chavales y en especial con su tutoría de tercero de ESO. Es difícil explicarle algo así a adolescentes de 14 años. El alumnado está muy tocado, igual que el profesorado«, cuenta el director del IES Guadalpín, que reconoce no solo la »tristeza absoluta« por la pérdida de una compañera muy querida, sino también la preocupación que ha generado el caso entre los docentes que, como ella, se vacunaron con Astrazeneca a principios de marzo.
Pilar González sólo llevaba unos meses en el instituto, pero ya le había dado tiempo a ganarse el cariño de la comunidad educativa. Natural de la ciudad murciana de Cartagena, se mudó muy joven con sus padres a Marbella, donde había echado raíces. Conoció a su pareja, se casó y tuvieron dos hijos. El mayor tiene ahora ocho años y el pequeño, dos. «Cuando no tenía con quién dejarlos y tenía claustro, se los traía al instituto. Los recuerdo por aquí correteando», afirma el director del IES Río Verde, Jesús Capel, donde la profesora impartió clases de matemáticas durante cuatro años como interina hasta que, por fin, aprobó las oposiciones. «Aquí ha dejado un vacío muy grande. Sé que siempre se dice lo mismo, pero es la verdad: era una buena persona, dulce, cariñosa y agradable en el trato, y muy 'madre' de los alumnos. También era muy buena profesora. Siempre estaba investigando metodologías para hacerle más comprensible su asignatura a los estudiantes«, añade Capel.
SOBRE EL CASO
Juan Cano Alvaro Frías
Juan Cano Alvaro Frías
Melchor Sáiz-Pardo Álvaro Soto
Sus alumnos la recuerdan como una profesora implicada. Álvaro es uno de sus alumnos de tercero de ESO, del que era tutora. «La seño Pilar era muy buena y nos comprendía. A veces ponía muchos exámenes, pero siempre decía que era para que estuviéramos formados y no nos engañaran en el día a día con las cuentas«, relata el adolescente. Toda la clase ha escrito hoy una carta a su profesora. En la suya, Álvaro la recuerda con su bata blanca y su inseparable mascarilla. »Los últimos días estuvo incluso más amable que de costumbre, como si se estuviera despidiendo«, dice el joven.
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Adriana escribe que su seño siempre le decía que estaba muy orgullosa de ella y que le ha ayudado a ser perseverante. Este trimestre la asignatura no se le estaba dando bien, pero Pilar sabía que su alumna quería estudiar en el futuro algo relacionado con las matemáticas. «Me animaba a no echarme atrás y cumplir con mi propósito». Este miércoles, al llegar a clase, no encontró a su profe, su tutora, sino a una orientadora que les preguntó cómo se encontraban. Las cartas y los dibujos que le han dedicado les han servido, al menos, de desahogo.
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