El hijo de Lina, al escuchar a su padre hablar con la policía: «Papá, no es verdad, tú has matado a mamá»

Cuando la Policía Local llegó al número 27 de la calle Álamos, en Benalmádena Pueblo, encontraron solo a Augustine y a su hijo mayor, que tiene 11 años. El hombre explicó a los agentes que la casa estaba ardiendo y que había una mujer dentro, tratando de aparentar que el fuego era fortuito. Entonces, según fuentes próximas a la investigación, el crío le replicó: «Papá, eso no es verdad, tú has matado a mamá».

Eran las 5.25 horas del domingo 9 de febrero y dentro de la vivienda yacía el cadáver de Lina, una vecina de la localidad de 48 años que era madre de cuatro criaturas. Augustine presuntamente acabó con su vida y luego prendió fuego al domicilio familiar con ella dentro. Pero, según las fuentes, no se habría cerciorado de dónde estaban las dos hijas pequeñas de la pareja, de 7 y 9 años. Las menores estaban en la entrada y fueron los policías locales los que las sacaron de la vivienda para ponerlas a salvo.

Esa noche, antes del asesinato, Augustine durmió en el coche, en la calle. Después de cinco o seis horas, ya de madrugada, enfiló el camino de la que había sido su casa durante los últimos 11 años. Supuestamente, golpeó con un puño americano a Lina y luego trató de asfixiarla colgándola del techo, probablemente con la intención de simular que se había suicidado. No lo logró y, según las fuentes, habría terminado por estrangularla en presencia de su hijo mayor, que se enfrentó a él para impedírselo.

Tras presuntamente acabar con la vida de su mujer y golpear a su propio hijo, Augustine, nigeriano de 42 años, apiló varios colchones sobre el cadáver de su esposa, ya expareja, y les prendió fuego, como si fuera una pira. Los bomberos sofocaron las llamas y rescataron el cadáver de la mujer, que fue trasladado primero a un hospital para hacerle radiografías y comprobar que lesiones internas tenía.

Ayer, cuando pasó a disposición del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Málaga, Augustine alegó que no recordaba nada, que se le olvidan las cosas. Su abogada solicitó que se le realice un examen forense a fin de determinar si tiene afectadas sus capacidades volitivas e intelectivas, es decir, si sufre algún tipo de trastorno y si puede discernir el bien del mal. La Fiscalía se sumó a la petición para bucear en la mente del presunto asesino, que entre tanto duerme ya en prisión.

El antecedente del crimen, y el único rastro en el sistema de la situación que Lina estaba viviendo, data del 20 de enero, cuando unos policías locales de Benalmádena la convencieron para ir a comisaría y denunciar un episodio de supuestos malos tratos que había sufrido por parte de Augustine, del que estaba en trámites de separación.

Según ha podido saber este diario, aquel día, su todavía marido le arrebató el teléfono móvil porque, al parecer, estaba convencido de que había iniciado ya otra relación y le estaba siendo infiel. Ella lo negó y le pidió que le devolviera el terminal. Lina declaró que Augustine le levantó la mano y que la amenazó. Reconoció que ese día no le pegó, pero sí manifestó haber sido agredida anteriormente.

El sistema Viogen, que calcula el peligro para las víctimas mediante una serie de preguntas interpretadas por un algoritmo informático, cuyo diagnóstico puede ser modificado o matizado por los agentes que lo manejan, consideró que Lina estaba en «riesgo medio». Y con esos mimbres llegó el caso al Juzgado número 3 de Violencia sobre la Mujer, el mismo que ahora ha enviado a Augustine a la cárcel. La magistrada denegó la orden de alejamiento -que sí solicitó la Fiscalía- al apreciar contradicciones entre las partes. Sin embargo, nadie recurrió.

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