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La imagen que ha suscitado el debate.
El niño que comía garbanzos para desayunar, ¿una aberración?

El niño que comía garbanzos para desayunar, ¿una aberración?

Nos indigna la imagen de un menor desayunando legumbres ricas en fibras y vitaminas y no la de la muchos engullendo bollería industrial atiborrada de aceite de palma

Domingo, 14 de enero 2018, 00:08

Recientemente el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía ha aprobado el primer proyecto de ley que pretende combatir, de forma específica, la obesidad. Medidas entre las que destacan exigir menús saludables en los restaurantes, que en los centros escolares no se venda porquería hipercalórica envasada o incrementar la actividad física del alumnado a cinco horas semanales.

Bienvenida sea dicha ley pero recelemos de su implementación. Animaría a nuestros políticos a que fueran audaces en la puesta en marcha de dicha normativa, ignorando las múltiples presiones, que las habrá, por parte de numerosos sectores que tienen, en las malas costumbres alimenticias de los andaluces, un suculento negocio al que difícilmente querrán renunciar.

Gran problema

La obesidad infantil, en Andalucía, se sitúa en tasas del 23% y su incremento es una constante en los últimos años. Esos niños ven condicionado su desarrollo a nivel físico, intelectual y psicológico. Anticipando, en muchos casos, enfermedades que no les corresponderían por su edad como hipertensión, síndromes metabólicos, problemas motrices… Esta realidad nos hace vislumbrar un futuro donde los servicios sanitarios estén constantemente desbordados por la existencia de una sociedad endémicamente enferma y las farmacéuticas vivan un eterno agosto.

Libertad de elección

Seguro que algún lector bien pensante opina que esto depende de la libre elección de cada persona y que esta no debe ser coartada por ninguna normativa. Yo solo realizaría alguna reflexión en la que me preguntaría ¿si un estudiante es realmente libre, en el patio de su instituto, de comerse una manzana mientras el resto de sus compañeros devoran bollería o snacks con más de 400 Kcal, por envase, que ofrece la cafetería del centro? O unos padres que deambulan por el pasillo del supermercado buscando opciones para el desayuno de sus hijos y solo encuentran cereales bañados en azúcar y galletas atiborradas de grasas con llamativas formas y envases que, incluso, exhiben el aval de alguna asociación médica, ¿pueden realmente elegir?

Desayunando garbanzos

Hace unos días las redes sociales se incendiaron al aparecer la foto de un niño desayunando garbanzos. Los comentarios ofensivos no se hicieron esperar, sugiriendo desde el maltrato infantil hasta la retirada de la custodia. El tuit en cuestión lo había subido una nutricionista que posteriormente aclaró que no se trataba del desayuno habitual de su hijo, que simplemente se los había pedido esa mañana y a ella no le pareció mala idea. ¿De verdad nos indigna la imagen de un niño desayunando legumbres ricas en fibras y vitaminas y no la de la muchos engullendo bollería industrial atiborrada de aceite de palma?

¿Qué desayunan nuestros hijos?

Pues lo primero que habría que decir es que muchos ni lo hacen. Se calcula que un 10% de los niños van al colegio sin desayunar, cifra que se eleva hasta el 30% en la adolescencia. Esto, como pueden intuir, no es nada bueno y menos en edad escolar. Estudios como los de la Universidad de Jonhs Hopkins o el publicado en la revista Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine revelan que la afectación en el rendimiento académico es más que notable.

De los que sí lo hacen, tampoco es para celebrarlo. Las prisas suelen presidir este momento del día y las opciones que suelen estar sobre la mesa de la cocina tampoco ayudan demasiado. Cacao en polvo con un 75% de azúcar, cereales refinados y sobre endulzados, zumos sin rastro de pulpa o galletas con más de un 20% de grasa, por no hablar de bollería industrial, de la que si supieras su composición, no se la darías ni a tu peor enemigo.

¿Cómo deberíamos desayunar?

Por lo pronto con tiempo. Respetar el momento del desayuno puede ser una buena ocasión para que los adultos compartan y eduquen con el ejemplo a los más pequeños de la casa.

Desde el punto de vista de la adherencia no estaría de más evitar los desayunos monolíticos y aburridos. Ningún estudio avala que haya que desayunar cereales de colores por decreto-ley. Pero si estos deben de aparecer que sean integrales y sin azúcar. Las tostadas son una buena opción siempre que el pan sea verdaderamente integral y preferentemente acompañado de aceite de oliva virgen extra.

Los batidos caseros serán una elección mucho más interesante que los zumos o néctares ya que incorporaremos pulpa, fibra, vitaminas… y evitaremos el subidón glucémico, además de poder mezclar todo tipo de frutas y verduras. Los lácteos son relevantes siempre que no sean una escusa para diluir en ellos paladas de azúcar ya sea en forma granulada, con cacao o siropes varios. Los yogures naturales con fruta o frutos secos son una espléndida alternativa.

Como vemos las opciones saludables son muchas y es bueno que variemos, por ejemplo, privilegiando la fruta de temporada. Pero lo importante es que el desayuno deje de ser maltratado por incomparecencia del protagonista o por la errónea creencia de que al ser la primera comida del día esta admite los excesos calóricos y glucémicos que estimemos oportunos.

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