Mónica de la Fuente, fundadora de la plataforma Madresfera, con un ejemplar de su libro 'Adiós, expectativas, hola, realidad: Mitos y verdades de la maternidad real'. SUR
Hijos

Mónica de la Fuente: «La maternidad es la combinación de una vivencia milagrosa e infernal»

ENTREVISTA ENCADENADA ·

«Cuanto mayores son las expectativas, más grande es la hostia que te pegas», asegura la responsable de la famosa plataforma de crianza Madresfera. Dice que la conciliación «está planteada justo al revés» y aboga por asumir el «caos» que supone ser madre «para ser feliz»

Rossel Aparicio

Málaga

Sábado, 26 de noviembre 2022, 00:56

ENTREVISTA ENCADENADA

El experto en adolescentes conflictivos Alejandro Rodrigo recomienda ésta a Mónica de la Fuente y le hace la primera pregunta

Tras nacer su primera hija hace 13 años se sentía perdida, abrumada. Le atormentaba no estar a la altura y la revelación de una experiencia que no resultaba ser el cuento feliz imaginado. Mónica de la Fuente, autora del libro 'Adiós expectativas, hola realidad' donde ... desvela con humor e ironía mitos y realidades de la «maternidad real», impulsaba poco después la plataforma de crianza Madresfera que a día de hoy agrupa a más de 4.500 blogs sobre crianza. «Cuanto mayores sean las ideas preconcebidas que tenemos más grande es la hostia que te pegas», opina. A su parecer, la conciliación en España está planteada justamente al revés: pesa más la productividad laboral que el bienestar infantil. Defiende la fórmula de las jornadas flexibles y el teletrabajo para poder cuidar a la familia como se merece y aboga por «abrazar el caos» que supone cada día ser madre para ser feliz: «tenemos que asumir que nos vamos a equivocar, que somos imperfectas; que nos caeremos y que habrá que levantarse otra vez».

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-La primera pregunta la formula Alejandro Rodrigo, experto en adolescentes conflictivos: En el maremágnum de información actual sobre educación, crianza o maternidad, ¿qué criterio o pauta seguir para distinguir la paja de la información válida?

-Al margen de las líneas rojas de consenso social es cierto que hay infinidad de cuestiones en las que encontramos mucha información, a veces incluso contradictoria. Asuntos en los que lo mismo no tenemos un posicionamiento claro previo. Al final lo decisivo es lo que te resuena y te hace sentir en la línea. En estos casos lo único que vale es tu propio sentimiento y lo que a tí te hace sentir esa elección que vas a tomar. Sin base sólida me fio de mi instinto.

-¿Cuándo y por qué surge Madresfera?

-Hace casi 12 años. Abrí un blog personal cuando tuve a mi hija porque me sentía muy perdida. Para desahogarme. Allí me encontré con otras blogueras me entendían mejor que nadie en el mundo: me servían de apoyo, desahogo, me reía; sentía que era mi sitio. A raíz de eso me invitaron a un viaje a Israel para un evento de madres blogueras y esa semana me cambió la vida. Una invitada tenía una comunidad de madres blogueras en Inglaterra donde recopilaba blogs de maternidad y crianza y me pareció una idea brillante. En España no había nada parecido. Yo llevaba años trabajando en una agencia de publicidad donde me querían echar porque había pedido jornada reducida para cuidar a mi bebé. Cuando me despidieron me lo tomé como una señal para montar Madresfera.

-La plataforma destaca que agrupa a más de 4.500 blogs...

-Sí, son muchos. Es una comunidad de creadores de contenidos sobre crianza. Tenemos blogs de todo tipo, ideología y condición pero con un elemento común: los niños y sus cosas. Tenemos gente que tiene canales de youtube, podcast, instagram, Tiktok, etcétera. Lo que nos interesa es crear una comunidad y un punto de encuentro.

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-El título de su libro, 'Adiós expectativas, hola realidad', es toda una declaración de intenciones...

-Fue un proyecto muy bonito. Tenía la idea de escribir pero no me atrevía. No me considero experta ni en maternidad ni crianza ni en nada pero encontramos con la editorial una manera de enfocarlo desde un lado muy personal, desde mi propia experiencia. Eso combinado con el aprendizaje desde Madresfera está plasmado en el libro. Está organizado en capítulos cortos con un tono positivo y humor para afrontar el embarazo, el parto o la crianza entendiendo que la maternidad está llena de días buenos pero también malos que hay que asumir de la mejor manera posible. La maternidad no es una vivencia milagrosa que te va a convertir en la mejor persona del mundo ni es el infierno, es una combinación de ambas cosas, de sonrisas y lágrimas.

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-Apuesta usted incluso por «abrazar el caos». ¿Nos olvidamos entonces de imitar a las madres perfectas de Instagram?

-Las mamis de Instagram son como las películas o la publicidad de nuestra época. Tenemos que aspirar a aceptar el caos diario que supone la maternidad. Por eso hablo de abrazar el caos. Trabajar por mejorar, sí, pero aceptar igualmente que la comida se te va a quemar o la leche se va a derramar... que somos imperfectos, que la vida es así y eso es lo que tenemos que enseñarles a nuestros hijos: que nos equivocamos y que nos levantamos. Abrazar el caos es asumir que las cosas vienen como vienen y que hay que salir adelante.

-Somos expertos en diseñar expectativas, ideas preconcebidas. Cuanto más grandes son, ¿más grande es la hostia que te pegas?

-Así es. Hay gente que basa el sentido de su vida en ser madre, que se enfoca al 100% en ser la mejor madre, o el mejor padre, y no podemos solo enfocarnos en eso. La vida está llena de múltiples factores. Tienes que seguir teniendo tu vida personal. Hay que asumir que nos vamos a equivocar, abrazar los errores, reírnos de ellos e intentar hacerlo desde esa perspectiva. Es imposible ser perfecta. No podemos obsesionarnos de manera que no disfrutemos de nuestras criaturas. Al final poner tanta presión sobre nosotras mismas nos impide disfrutar del proceso.

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-¿Tan diferente es lo que pensamos que va a ser a lo que es realmente para la inmensa mayoría?

-Creo que sí aunque depende de cada persona, de cómo ha sido tu infancia, tu vida, tu entorno, si tienes ayuda... En mi caso yo llegué a la maternidad sin mi madre, falleció. No tenía referente materno, ni amigas con hijos. Fue tremendo: un choque brutal. Imagínate la hostia tan grande. Tenía además la idea preconcebida de que iba a ser capaz de manejarlo todo a la vez. Había crecido con esa idea. Nos han educado en la generación del tú vas a poder trabajar y criar a tus hijos a la vez. Y cuando llegas ves que no es así, que no te dejan. No puedes ser una profesional independiente, cuidar a tu hijo y tener una vida satisfactoria y plena. Es imposible.

-¿Hasta qué punto diría que puede llegar a cambiar la maternidad?

-Lo cambia todo. Te da la vuelta como un calcetín. Modifica nuestras prioridades. Dejas de ser tu única protagonista... tu agenda, tu tiempo libre, tu ocio, tus planes, todo se borra y no debería ser así. Cuando nacen dependen al cien por cien de ti. Es imposible por mucho que tu quieras ser quien eras antes, al menos esos primeros meses de vida. Es importante entender eso y tener apoyo de la sociedad que te permita asumir esos primeros meses sin culpabilidad y de una manera digna. Es respetable la mujer que no quiere encargarse del bebé, ojo, la sociedad tiene que dejar a cada mujer que tome sus decisiones. Pero aquella que quiera cuidar durante su maternidad más reciente que lo pueda hacer. Hay mucha presión para volver al mercado laboral y finalmente te reincorporas con los niños a medio hacer.

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-A nivel personal, ¿cómo te transforma?

-Te cambia como persona para siempre. Es como cuando actualizas el ordenador: es el mismo aparato pero el sistema operativo no. Ser madre te hace aprender cosas nuevas de ti misma. No te hace mejor persona pero sí ser una persona diferente. Si no hubiera sido madre sería otra persona distinta.

-En su libro habla de mitos y verdades sobre el embarazo, parto y maternidad. ¿Cuáles son las grandes mentiras a derribar?

-Uno de los grandes mitos, quizás de los más dañinos, es el hecho de que surja el amor incondicional a primera vista. Pensamos en una estampa idílica en la que nos miramos al ponértelo en brazos, con música de fondo, y que en ese momento nace el amor y los superpoderes maternales: que se implanta la 'versión madre' en el cerebro. Y eso no pasa o no pasa siempre por naturaleza. El apego puede ir apareciendo de manera más lenta y eso no significa que quieras menos a la criatura. El concepto de maternidad es muy complejo y social y culturalmente arrastramos estereotipos que pesan mucho a la hora de desarrollarte como mujer o como madre de una manera libre.

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-¿Crees que la sociedad actual no valora como se merece la maternidad? ¿se menosprecia esta labor?

-Sí, la sociedad la menosprecia. Haciendo referencia a los libros de maternidad hay quien dice, ¿otro más? ¿no está ya todo escrito? No sé por qué se plantea esa cuestión sobre la maternidad y no en otros ámbitos. Se nos olvida que la infancia es un tema que nos afecta a todos: nos atraviesa a todos como sociedad. Y que cómo se trata a la infancia influye y está relacionado de manera brutal con cómo se trata la maternidad. Lo pone de manifiesto el hecho de que no tengamos bajas de maternidad dignas, por ejemplo, que la maternidad siga siendo una doble carga en la casa. Trabajas fuera y después en casa y ese trabajo sigue sin ser visto, sigue siendo invisible. La carga mental que tienen las madres sigue siendo patrimonio nacional exclusivo de las madres: van a médico, hablan con los profesores y llevan mayoritariamente los grupos de WhatsApp del cole. Tiene un peso muy grande y aun así, la culpa también es siempre de las madres. Parece que no tiene valor lo que hacemos.

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-¿Cuáles son las asignaturas pendientes?

-La maternidad afecta al ámbito laboral. Se sigue discriminado a las mujeres por su situación familiar. A veces no te echan pero eres tú la que se va en busca de otros trabajos. Hay que derribar barreras a nivel social e incentivar más políticas de conciliación. La flexibilidad laboral y el teletrabajo darían mucha cobertura y opciones, y no solo a las madres. Tenemos un sistema laboral basado en el presentismo: tienes que estar en oficina de diez a diez y las madres se salen de ese sistema porque es inviable. No hay familia que mantenga ese horario. El sistema se empeña y te ponen horarios y jornadas incompatibles con la vida y son las madres las que acaban renunciando.

-¿Y qué pasa con la conciliación? ¿Otra gran mentira?

-Puro marketing. Una utopía y una presión añadida además para las mujeres que se creen cuando tienen hijos que lo vas a poder hacer todo. Y no es así: las medidas conciliación no están bien establecidas, no llegan a todos, no son justas... Para mí la conciliación está mal planteada: nos han enseñado a trabajar y luego el resto del tiempo que te queda se lo dedicas a tu familia. La idea es que puedas trabajar, que lo lleves a la guardería, a la escuela de Infantil o a extraescolares hasta las cinco. Nuestras políticas de conciliación no se basan en el bienestar de la infancia, el objetivo es trabajar y debería ser al revés.

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-La natalidad vista como una estadística...

-Exacto. La natalidad se percibe como un número, no se mira desde el punto de vista de desarrollo de su bienestar. ¿Qué necesita una criatura? Estar con sus padres. Otra cosa es antinatural e injusto. El mensaje que te manda la sociedad es que te reincorpores cuanto antes, que vas a perder el tren y a tirar a la basura tu vida laboral.

-En la corresponsabilidad con el hombre, ¿se ha avanzado?

-Se ha avanzado pero falta mucho, varias generaciones diría yo. El peso, la carga mental sigue recayendo en la mujer y quien lo niegue, miente. Falta presión y golpes en la mesa. Esto no cambia de una manera dulce y suave. Cambia porque las mujeres nos ponemos en pie. A nivel doméstico y social: hay que levantarse y protestar.

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-¿Terminamos con algún consejo para madres futuras? Lo mismo se lo hemos pintado muy feo, ¿no?

-¡Espero que no! No era esa mi intención. Les recomendaría que se enfrentaran a la experiencia con expectativas flexibles y sentido del humor. También que tomen conciencia de dónde están, de lo que están haciendo y del tipo de madre que quieren ser. Con la maternidad perdemos la noción del tiempo, nos desborda todo y no sabemos disfrutar. Uno de los mejores consejos que me dieron a mí fue precisamente que me parara, respirara para tranquilizarme y disfrutar del momento. Todo pasa demasiado deprisa con ellos.

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