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El debate sobre si se puede llamar hamburguesa, embutido, escalope, filete ruso o salchicha a productos veganos y vegetarianos que, si bien guardan un parecido por su forma y color son cien por cien vegetales o están elaborados con proteínas de origen vegetal, parece que ... ha llegado a su fin en Bruselas. Lo que no ha pasado la criba son las alternativas vegetales a los lácteos: la leche de soja no es leche.
El pleno del Parlamento Europeo votó la semana pasada dos enmiendas, la 165 y la 171. La primera pedía que los nombres relacionados con la carne y los términos y denominaciones de venta para designar la carne, los trozos de carne y los productos cárnicos «se reservaran exclusivamente para las partes comestibles de animales y los productos que contengan carne». Incluso se proponía utilizar términos como 'disco' o 'cilindro vegeal' para denominar, por ejemplo, a las hamburguesas veganas. Con la segunda se pretendía reafirmar la prohibición ya vigente, según una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 2017, de que las leches, el queso o el yogur de origen vegetal puedan denominarse como tales, y ampliar las restricciones en el etiquetado de las alternativas vegetales a los lácteos vetando expresiones como «tipo», «estilo», «parecido a», «sustituto de», entre otros.
Los eurodiputados han rechazado la primera, pero no la segunda. De este modo, las reglas europeas solo permitirán etiquetar como leche o queso aquellos productos lácteos de origen animal y no sucedáneos puramente vegetales, como pueden ser la leche de soja, avena o almendra, o alimentos a base de tofu.
Este texto aprobado por los eurodiputados introduce una serie de precisiones en dicho reglamento sobre los conceptos de 'leche' y 'productos lácteos'. Así, la enmienda establece que las denominaciones recogidas en la normativa «no podrán utilizarse para ningún otro producto» y además «estarán protegidas frente a todo uso comercial directo o indirecto de la denominación» con respecto a «productos comparables o presentados como sustitutos que no respeten la definición correspondiente» y «en la medida en que este uso se aproveche la reputación de dicha denominación».
A eso añade que los productos lácteos deben quedar protegidos de «toda usurpación, imitación o evocación, aunque se indique la composición o verdadera naturaleza del producto o servicio o vaya acompañada de los términos 'estilo', 'tipo', 'método', 'producido como', 'imitación', 'sabor', 'sustituto', 'parecido' u otros análogos». Incluso, no podrán incluir, por ejemplo, que son una alternativa sin lactosa para las personas con intolerancia o información que identifique a estos productos vegetales con un menor impacto ambiental.
Por último, productos como la leche, el queso o los yogures quedan protegidos en este texto contra «cualquier otra indicación o práctica comercial que pueda llamar a engaño al consumidor en cuanto a la verdadera naturaleza o composición del producto».
En cualquier caso, los reglamentos de la futura PAC deben ser negociados ahora entre el Parlamento Europeo y los Estados miembros, por lo que la formulación final de todas estas reglas depende del resultado final de los debates entre ambas instituciones que tendrán lugar durante los próximos meses.
Así Bruselas da la razón a los que esgrimían como argumento para vetar ciertas denominaciones que estas podían llevar al consumidor a la confusión respecto de la verdadera composición y naturaleza de ciertos alimentos veganos y vegetarianos que, por sus ingredientes, poseen unos valores nutricionales diferentes. Aunque a medias, ya que considera que esta confusión puede existir en los lácteos, pero no en los que hacen alusión a productos cárnicos.
El estudio 'Nomenclatura de los alimentos de origen vegetal', llevado a cabo por ProVeg, Upfield, Heura y Oatly, cuatro entidades impulsoras de la alimentación vegana, respaldaba, por su parte, a los que defendían que esta posible confusión del consumidor no existía. Los resultados obtenidos de este análisis, realizado con la valoración de más de 3.000 españoles, revelaban que entre «el 70% y el 80% distinguía entre las diferentes alternativas y sabe decir si el origen es vegetal o animal» y solo el 17% afirmaba que podría confundir términos como leche de soja o queso vegano con productos animales. El informe también apuntaba a que el 93% valora «de forma muy positiva» la posibilidad de elegir en los supermercados con alternativas que den respuesta a los diferentes tipos de alimentación, intolerancias y preferencias de la sociedad actual.
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