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La impotencia y la frustración que ha sentido Jelen Gómez en estos últimos años son difíciles de describir. Tras independizarse dos veces y haber tenido que retornar otras tantas al hogar familiar por falta de recursos, esta mujer que nació en Cuba hace 31 años (reside en España desde los 7) no tira la toalla. Confía en que a la tercera vaya la vencida, pero ve la situación «muy complicada». Para afrontar el desafío, trata de corregir errores del pasado. Asiste a la Escuela de Segunda Oportunidad de la asociación malagueña Arrabal-AID para obtener el título de la ESO. «No la terminé en su día y ahora me doy cuenta de que una formación mínima es fundamental para encontrar empleo», reconoce.
Con 21 años y ganando 900 euros en una panadería, decidió emprender su propio camino. No lo hizo sola. Junto a su pareja, fontanero mileurista, emprendieron una vida en común. Recibían una ayuda de 250 euros para el alquiler de un pequeño dúplex y salían adelante sin demasiados apuros. Los problemas se hicieron presentes de la mano de la crisis, cuando ambos se quedaron en paro. «El mundo se me vino encima. Con la llegada de mi primer hijo, nos habíamos mudado a un piso más grande. Tiramos con la ayuda al alquiler y la de mis suegros, pero al final tuvimos que irnos a vivir con ellos; es duro tener que volver con los padres», relata.
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Fueron dos años de adaptación a las normas de otra casa y de «pérdida de intimidad». Pero levantaron cabeza: ella empezó a trabajar como dependienta de una tienda de ropa por 700 euros mensuales y él, como auxiliar administrativo en una gestoría a tiempo parcial ganando 600 euros. Recuperaron su independencia y, con la estabilidad reconquistada, se atrevieron con un segundo hijo. La alegría les duró poco. A ella la despidieron nada más enterarse de que se había quedado embarazada y la casera de su piso les pidió que se marcharan: «Era el boom de los pisos turísticos y los 400 euros que le pagábamos al mes los conseguía ahora en una semana». Con los alquileres por la nubes y ella en paro, tuvieron que volver de nuevo con sus suegros. «Sin estabilidad en el trabajo y sueldos tan bajos, es complicado comprar una casa para no depender de un alquiler. Además, con este panorama, es imposible que la natalidad repunte en España; solo hay que ver mi caso», reflexiona.
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