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Pese al esfuerzo de las autoridades por calmar las aguas, lo cierto es que la vacuna de AstraZeneca se ha puesto esta semana de nuevo en el punto de mira, generando incertidumbre entre la ciudadanía. El esperado dictamen de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha sido claro: ... existe un «posible vínculo» con casos «raros de coágulos de sangre». El comité de seguridad de la EMA (PRAC) concluyó este miércoles que estos trombos con plaquetas bajas en sangre deben incluirse como efectos secundarios muy raros de la vacuna británica, según informó en un comunicado.
Con este marco sobre la mesa, ayer el Ministerio de Sanidad aprobó ampliar la administración de AstraZeneca a personas de hasta 69 años, corrigiendo al alza el acuerdo adoptado un día antes por las comunidades autónomas. En el caso de Andalucía, la decisión a día de hoy pasa por limitar el uso del suero británico al colectivo de entre 60 y 65 años. Además, el propio presidente de la Junta, Juanma Moreno, dejó la puerta abierta a que por debajo de 60 quien quisiera se la pudiera poner «voluntariamente».
Este viernes, el consejero de Salud, Jesús Aguirre, ha vuelto a insistir en trasladar un «mensaje tranquilizador». «Solo ayer pusimos más de 28.000 vacunas en Andalucía de AstraZeneca, por lo que no es tanto el rechazo como se quiere ver. No hay que tener miedo a una vacuna que ya se han puesto 34,6 millones de personas a nivel mundial, con solo 184 casos de trombosis. Esto es 5,6 casos por millón de habitantes. El beneficio respecto al riesgo asumido es claro», ha subrayado el consejero.
En ninguna vacuna, como en ningún medicamento, el riesgo es cero. Siempre hay contraindicaciones, como no dejan de reiterar los expertos. Es cuestión de equilibrio. De poner en una balanza los beneficios y los riegos. Y en el caso de la vacuna de AstraZeneca, los beneficios superan ampliamente a los riesgos, según los estudios de las agencias reguladoras hasta ahora; aunque hay diferencias por edades que han empujado a algunos países, entre ellos España, a establecer límites en su estrategia de vacunación.
En Reino Unido, el comité conjunto de vacunación e inmunización ha recomendando ofrecer vacunas alternativas a la de AstraZeneca a los menores de 30 años, después de que se haya detectado un posible vínculo entre ésta e inusuales trombos en adultos jóvenes. Cabe recordar que hasta ahora la mayoría de los casos notificados, un total de 62, han ocurrido en mujeres menores de 60 años en los 15 días posteriores a la vacunación.
La agencia británica, en su rueda de prensa, ha presentado unos escenarios para comparar el riesgo del suero británico con los beneficios que reporta frente al Covid-19. Los resultados los resumía Alexandra Freeman, de la Universidad de Cambridge, con tres gráficos. En ellos, se compara la amenaza de contagio en los próximos cuatro meses (y de acabar ingresado) con el peligro de sufrir un trombo con la vacuna, según su estimación. La conclusión del estudio es clara en lo que respecta a la población general: incluso si la incidencia es baja, vacunarse es mejor. Así, para el colectivo de 30 a 39 años sería 3 o 4 veces menor el riesgo que la exposición al virus; mientras que de 60 a 69 el riesgo sería 70 veces menor.
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Tan solo en los menores de 30 años la línea es difusa dentro de un escenario de baja incidencia del virus, según las conclusiones del informe del Winton Centre for Risk and Evidence Communication, de la Universidad de Cambridge, a partir de los casos detectados en Reino Unido. Dicha investigación, a partir de los casos «extremadamente raros» de trombos detectados, alguno de ellos mortales, entre los millones de dosis administradas ha sido tomada como referencia por las autoridades británicas.
Según él, en un escenario de baja incidencia del virus, entre la población entre 20 y 29 años, 1,1 de cada 100.000 personas sufriría consecuencias graves derivadas de la vacuna. Mientras que con la vacunación se estarían evitando 0,8 ingresos en la UCI por cada 100.000 en ese grupo de población. Es el único supuesto en el que los riesgos de la vacunación superan a los beneficios. El mismo grupo de población, en un escenario con una incidencia superior, ya tendría más beneficios de vacunarse con AstraZeneca que no hacerlo.
Los beneficios superan ampliamente a los riesgos según avanza la edad. Entre la población de 60 a 69 años, en un escenario de baja incidencia del virus, la posibilidad de complicaciones graves derivadas de la vacuna de AstraZeneca solo ocurre en 0,2 personas por cada 100.000 habitantes, mientras que el fármaco está evitando 14,1 ingresos en la UCI por cada 100.000 habitantes.
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